Me suele pasar, cuando fijo mi mirada en el fuego de la chimenea mientras escucho el dulce crepitar de la leña quemándose pacientemente, el sol ya hace tiempo que se ha escondido tras el Caíllo y tras la ventana se observa como el color gris rocoso de la montaña se va apagando, me quedo absorto y mi mente, mis ideas, mis pensamientos, mis ensoñaciones van por un lado mientras el cuerpo permanece sentado plácidamente en el sillón en la calidez y el calor del verdadero hogar.
En esta tarde fría aunque plácida en mi bendito pueblo de Villaluenga del Rosario, cuando ya quedan poco más de seis días para que se realice la ansiada presentación de mi libro "Diario de un blog" en la tierra de mis raíces, San Fernando, cuando todo te invita a disfrutar de una plácida lectura, una amena conversación, compartir unos momentos con buenos amigos, disfrutar de esa soledad que nunca llega a producirse, de sentir el mullido cuerpo de Canijo, nuestro gatito payoyo, cuando todo invita y te exhorta a olvidarte del mundo, sus problemas, las injusticias, las maldades, la viciada desmemoria, el miedo al peligro y a la propia coherencia, cuando estás tan tranquilo, tan plácido, tan a gusto, que parece que es el momento adecuado para que este "mosquetero" se dedique a las artes que más le gustan como es el virtuosismo de la buena conversación, con una copa por medio, de la enriquecedora lectura o de escribir, cuando todo eso sucede, por conciencia y honor tengo que enfundarme el "uniforme" y desenvainar la "espada" a modo de artículo para poner negro sobre blanco virtual lo que pienso y opino al respecto.
No os negaré que ya estoy harto, cansado, hastiado, aunque no vencido de tanto fariseo que se esconde no se cómo detrás de no se qué para seguir estando y cumplir con el guión preestablecido aunque para ello tengas que conculcar tu honor, tus valores y sobre todo tu fe.
No os negaré que ya huele a putrefacto tanta defensa vaga de lo indefendible, tanta indiferencia de los que deberían no tener esa condición, tanto sometimiento por temer a perder el "pan" que llevarse a la boca a fin de mes. ¿A costa de qué se cobra un sueldo? ¿Todo vale o vale todo?
Decía en un artículo publicado en el diario digital San Fernando Cofrade el domingo pasado y me cuestionaba: ¿Es la vida un cambalache?
¡Pues sí, y a los hechos me remito!
Antes, cuando uno era pequeño y aprendía de lo que nuestros padres nos decían, sabíamos a ciencia cierta que había dos momentos sagrados, únicos, en la vida de todo ser humano: La vida y la muerte.
Nadie osaba trastocar esos órdenes de esencial importancia en el desarrollo de la humanidad como tal. Se festejaba el nacimiento de un niño, que lo hacía en la cama de sus casas, y la muerte que también se producía en semejante lugar. Todo era más auténtico, más puro, más sencillo, más intenso...
Ante una nueva vida se lloraba de alegría y ante la muerte de un ser querido se lloraba de dolor. Las lágrimas, aunque distintas, eran el signo intenso y sensible de dos momentos únicos y por supuesto irrepetibles porque así lo es el ser humano.
Eran tiempos, donde los modernos dicen que vivíamos "atrasados", donde no habían tantos avances técnicos, el mundo estaba mucho menos globalizado, aunque la persona era considerada como tal, era escuchada, donde una tirita curaba casi todas las heridas o choconazos, donde se jugaba, se reía, se hablaba, se lloraba viéndonos las caras y no por medio de un chat en el que podrás comunicarte con personas de todas las partes del mundo aunque no seas capaz de ponerle cara y voz. Eso en el mejor de los casos porque también puede suceder, como así ha sido, que quien tu creías que había detrás de la pantalla es un clamoroso engaño en toda regla.
Con el pasar de los años la vida te va enseñando que casi todo tiempo pasado fue mejor.
Lo que si he aprendido es que los que hoy están han hecho buenos a los que han estado antes por muy malos que fuesen, por más vilezas que hayan cometido.
Este "mosquetero" tiene el fiel convencimiento de que los principios, los valores, el particular código de honor, las creencias y la fe no pueden ser compradas ni vendidas a precio de rastro según nuestros intereses personales. Quien así actúa lo hace desde el desconocimiento, los menos, y la negrura de corazón, los más, en la que han convertido su vida.
Por eso no me explico tantas cosas, no llego a entender casi nada y me asquea profundamente todo lo que envuelve a la "erótica" del poder que debe ser muy sensual y convincente cuando hasta personas que se dicen creyentes pierden absolutamente la cabeza por él.
La inmensa mayoría de los políticos que nos "gobiernan" le importan un bledo los gobernados sino es para llevar a cabo las metas e intereses que tienen encomendados. A la inmensa mayoría de los políticos que nos "gobiernan" y los que están en la oposición les importa menos que un bledo la Vida y también la Muerte porque para ellos no hay nada más sagrado que asqueroso y puerco "poder".
Muchos son los que defienden en privado una cosa aunque hacen otras muy diferentes en público y también a la inversa. En el tema del aborto se cumple a rajatabla esta apreciación y en el tema de la eutanasia, que todavía no ha llegado a España aunque llegará, también.
En esta bendita Nación para desgracia de ella misma existe el aborto libre, el aborto a la carta, donde el feto tiene menos valor que el papel higiénico que es tirado a la basura manchado, sucio y pestilente porque, desgraciadamente, para los que tienen la llave del poder y para los que están al acecho para conseguirla la vida le importa una auténtica "mierda".
La Vida y la Muerte, momentos únicos, sagrados y trascendentes para la Sociedad pues garantizan su futuro, son tratadas por los que gobiernan el mundo como producto de mercadeo, donde lo que sobra es eliminado porque no interesa, no reporta ningún interés.
La Vida y la Muerte que son despreciadas por los que no aprecian absolutamente nada, los que nos ven como números de los que se pueden prescindir, son defendidas por igual por personas de bien tengan creencias o no porque la razón está reñida con el aniquilamiento programado y sistemático que se ha impuesto con la tan manida "Cultura de la Muerte".
Y la Vida y la Muerte, para los que tenemos fe, para los que creemos en Dios que es el verdadero Señor de las mismas, son dones sagrados que le corresponden solo a nuestro Padre Celestial. Con la Vida y la Muerte no se puede jugar porque los beneficios son pocos y las pérdidas demasiadas...
Hay algunos por ahí que "denuncian" que podamos criticar e incluso señalar a los católicos que actúan en la vida pública y conculquen con su quehacer sus principios y sus creencias porque una cosa es su conciencia y otra su fe. A esos les digo que se lean los principios irrenunciables que Su Santidad el Papa Emérito Benedicto XVI expuso ante políticos europeos del Partido Popular en el año 2006 y que parece que muy pocos tomaron nota.
¿De qué me sirve a mí asistir a un acto religioso de relieve en alta representación del Estado si con mi actuación diaria conculco todo en lo que digo que pienso y digo creer?
¡Necesitamos verdaderos Católicos en la Vida Pública!
Por eso, todos los que defendemos la Vida y también la Muerte natural debemos apoyar con nuestra presencia, con nuestros testimonios, con nuestros pensamientos y oraciones la manifestación que se va a celebrar en Madrid el próximo sábado día 22 de noviembre porque hay que decirle alto y claro al gobierno Rajoy, a los partidos que conforman el arco parlamentario, a los políticos en general, a la sociedad, a España y al mundo que CADA VIDA IMPORTA, que CADA VIDA DEBERÍA IMPORTAR.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios te bendiga.
Jesús Rodríguez Arias
No hay comentarios:
Publicar un comentario