miércoles, 24 de octubre de 2018

FRIKIS VIVÍAMOS MEJOR; POR ENRIQUE GARCÍA-MÁIQUEZ



Durante años (15) he estado escribiendo aquí rodeado de la máxima tolerancia y hasta de cariño, incluso por los que no piensan como yo, que parecíais casi todos. Siempre defendí lo mismo, desde chiquitito. Me recuerdo de preadolescente pasmado cuando me hablaban de conflicto generacional, porque yo pensaba como mi abuelo con toda naturalidad. Había seguido así hasta ahora, tan pancho.

De pronto, he empezado a notar cierta dureza en las entradas, por usar un símil futbolístico. He pasado unos momentos de desconcierto. Hasta que he caído (ay) en que esas entradas al tobillo son la consecuencia de que el juego político ha entrado en otra fase. Como cuando un partido empieza de pachanga, pero, a medida que pasa el tiempo y el resultado se aprieta, se va poniendo toda la carne en el asador.

La derecha se ha puesto a tocar balón. Ha pasado en USA, va a pasar en Brasil, ya no es sólo Polonia y Hungría, tan lejanos y fríos, sino Austria e Italia. La gota que ha colmado el vaso ha sido la emergencia de Vox. De forma muy laxa se puede decir que me atañe. Yo, en realidad pura y dura, soy un güelfo blanco, un partidario fidelísimo de las ideas políticas de Dante Alighieri. Pero a nadie se le escapa que, en las grandes simplificaciones que implica la política, soy algo de derechas.

Esto hace que haya perdido parte de la gaseosa simpatía que despertaba lo friki de ser güelfo y súper colega de mi abuelo. Antes me rodeaba la graciosa invulnerabilidad de que nadie se tomaba muy en serio mis postulados, más allá del juego intelectual, como un ajedrez de papel. Toda una tradición lateral de poetas conservadores (Chesterton, Eliot, d'Ors, Ibáñez Langlois, Martínez Mesanza, etc.) me avalaban, cual primos de Zumosol. Esto ha empezado a cambiar, vaya, por fuera y por dentro. Por fuera, porque siento algunas entradas al tobillo y alguna a la yugular, aunque sin mala intención, eh, eso lo sigo reconociendo. Fuera de algún caso aislado, es con deportividad, porque el juego se ha tensado. Y por dentro, porque no es lo mismo defender lo mío y las teorías de la corona y la mitra, el sacro imperio y el Juicio, que ver a otros, y a políticos, encima, decir cosas que se supone que me representan, aunque sea, ya digo, por asociación de ideas, aunque yo no las diría exactamente así. De friki, vivía mejor, pero parece ahora que los frikis éramos muchos más de lo que nos parecía y aquí estamos.

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