jueves, 25 de octubre de 2018

LA PAJA Y LA VIGA; POR RAFAEL SÁNCHEZ SAUS



Exultan nuestros medios dominantes, aunque quieran afectar preocupación, con el estacazo que la UE ha propinado a los "fascistas" italianos a cuenta de su proyecto de Presupuestos. Qué ocurrencia desafiar a la Comisión Europea, como si no supiéramos quién manda aquí y en qué ha quedado el mandato de las urnas en los países del euro cuando lo que sale no complace en Bruselas... Se carga de gravedad y razón el establishment que niega ahora a Italia lo mismo que ha estado autorizando a gobiernos anteriores más dóciles. ¿Qué se habrá creído ese maldito Salvini cuya Liga Norte, por cierto, gobierna desde hace años algunas de las regiones más prósperas de Europa?

De repente, muchos analistas se han vuelto convencidos partidarios de la ortodoxia y de las normas comunitarias más exigentes. Me pregunto por qué no adoptan la misma línea ante las recomendaciones que la misma UE hace al Gobierno español; es más, por qué las silencian. Así, me entero por un muy reciente artículo en La Razón del catedrático de Economía sevillano José Manuel Cansino que hace ya algunos meses la Comisión Europea ha denunciado las desigualdades crecientes entre españoles en función de la comunidad de residencia, de manera que el estado de las autonomías está actuando como una auténtica barrera para la prosperidad equitativa de nuestra sociedad. "La barrera de las autonomías -según la Comisión- se manifestaba en dos resultados muy graves: una fragmentación o balcanización del mercado español y una multicentralización del poder (en diecisiete centros de poder o taifas) origen de un enfrentamiento institucional trepidante". Ambos factores actúan conjuntamente para frenar el crecimiento y el progreso social, como cualquier mero observador de la vida española sabe desde hace tiempo.

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