miércoles, 25 de abril de 2018

VIO LA LUZ; POR ENRIQUE GARCÍA-MÁIQUEZ



Pg. Woodhouse notó que los profesores de golf eran hombres tristes, aunque lo atribuyó al hecho de que solían ser escoceses. Yo creo que se debe a que los alumnos no mejoran el swing ni a tiros. En esa línea, dije que mis profesores de inglés suelen andar muy desmotivados porque ven que uno no mejora el acento ni de carambola. Hay un burro flautista, pero no un burro bilingüe. Sin embargo, del choque de las dos lenguas a veces saltan chispas. El otro día, mi profesora me contó que había nacido en Kenia. "¡Toma ya!", dije yo, o quise decirlo, porque no sé cómo se dice en inglés. Loé a la baronesa Blixen y le conté que Ramón Gaya decía que el lugar donde uno vio la luz por vez primera se te queda en la mirada para siempre. Vi un brillo en sus ojos.

Por lo visto, la expresión "vio la luz" como sinónimo de nacer no existe en inglés. Lo que me consoló de un acento tan ibérico, porque es una gran compensación del español, una expresión preciosa. Por la luz misma, no me digan. Pero también porque te permite la hermosa reflexión de Ramón Gaya, tan lírica como pictórica. Nacer apenas si da para la rima esa del refranero de "nace" con "pace". 

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"Ver la luz", como sinónimo de nacer, rima, en cambio, con el sinónimo de entender al fin o, incluso, de convertirse. Y eso son ya palabras mayores. Porque enlaza, de una forma que a Platón le hubiese hecho ilusión, el mero hecho de comprender algo con un nuevo nacimiento. En verdad, si uno comprende lo que sea hasta sus últimas consecuencias (que acaban siendo siempre, de un modo u otro, personales), no cabe duda del deslumbrante acierto metafórico.

Y viceversa. El que nació vio la luz no sólo en un lugar, sino en general, en el sentido de una conversión. Nacer es convertirse a la realidad. Y percibir, desde el mismísimo principio, que esa realidad es, fundamentalmente, luminosa. Ya vendrán las sombras, sin duda ninguna, porque la historia gusta, como Caravaggio, del claroscuro como la actualidad gusta de las sombras chinescas. Pero el que nació vio la luz para siempre. Y como dijo Ramón Gaya, el lugar (también el modo) donde uno vio la luz, se te queda en la mirada para siempre.

Hablar inglés mejor sería un sueño, of course, pero qué suerte hablar, pensar, soñar en un idioma que ve la luz y que lo dice y nos la muestra desde el primer instante aquí, nada más empezar. Mi profesora de inglés quedó encantada y más keniata que nunca.

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