domingo, 25 de febrero de 2018

LA TRANSFIGURACIÓN SEGÚN EL PADRE RUPNIK



LA SALA CAPITULAR DE LA CATEDRAL DE SANTA MARÍA LA REAL DE LA ALMUDENA
Calle Bailen 8 – Madrid, España
La petición del Cardenal-Arzobispo titular de Madrid, D. Antonio Mª Rouco Varela, dirigida al Taller de arte del Centro Aletti en los comienzos del proyecto de los trabajos de la sala capitular era que en ese espacio se expresara una teología trinitaria.
Si en la Sacristía la inspiración se basaba en la idea de san Ireneo de que el Padre crea el mundo con sus dos manos, es decir, el Hijo y el Espíritu Santo, aquí nos hemos basado en la tesis de Bulgakov, según la cual el amor de Dios tiene dos dimensiones: cristológica y pneumatológica. La escena de la Transfiguración era perfecta para expresar esto, al estar presentes en ella la voz del Padre, el Hijo y la luz del Espíritu Santo.
También es verdad que en la Transfiguración Cristo anuncia su Pascua y la anticipa de algún modo advirtiendo que, cuando su rostro se vea cubierto de escupitajos y abofeteado, será el mismo rostro aparecido en la luz sin ocaso sobre el monte Tabor.Cristo une de modo extraordinario dos realidades: la luz y el sufrimiento de la muerte. Por esto, se presta inmediatamente a esta doble interpretación teológica del amor: por un lado, dramática y trágica y, por otro, pneumatológica, que añade la dimensión de alegría y de superación de la tragedia. Por todos estos motivos, se optó por la realización de la escena de la Transfiguración.

Pared de la transfiguración
Nuestro Dios es la unidad de las tres Personas, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. La Santísima Trinidad es, pues, la comunión y el amor cuya fuente es Dios Padre.
La creación y la historia de la salvación son una continua revelación de este misterio del Dios Trino. El culmen de la revelación del amor de Dios es la Pascua de nuestro Señor Jesucristo. Como escena central de la sala, se ha escogido la Transfiguración sobre el monte Tabor, porque se trata de un episodio trinitario a la vez que resume y anticipa todo el misterio pascual. Están presentes la voz del Padre y la figura del Hijo, que revela toda su divino-humanidad al resplandor de la blanca luz del Espíritu Santo. Algunos Padres de la Iglesia identificaron la imagen del Espíritu Santo con una especie de almendra dentro de la cual se inserta Cristo, almendra que recordaría la nube teofánica que emana luz en su exterior mientras que su interior permanece impenetrable para quien no tiene mente y corazón puros. Sólo podemos acceder a esta luz con las alas del amor, como dice Gregorio de Nisa.
En nuestra escena hemos representado el resplandor de esta almendra a través del oro; el intenso azul oscuro del interior recrea la impenetrabilidad del conocimiento de Dios. Al mismo tiempo, puede apreciarse cómo se apagan todas las luces del mundo, también la del sol, pues los discípulos ven la única luz: la que no tiene ocaso.
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Pared de la transfiguración
Sala capitular de la Catedral de Santa Maria la Real de la Almudena
Madrid - España
Octubre 2006

Cristo está insertado en una almendra que se compone y se descompone. No es una almendra fija, estática. La profundización teológica de referencia más profunda subyacente a esta imagen de la almendra es la doctrina de la energía de Gregorio Palamas. Si algunos Padres dijeron que la almendra es prácticamente la nube teofánica, Palamas va más allá y dice que desde el exterior esta nube es fascinante y luminosa, pero al entrar en ella se entra en la impenetrabilidad del conocimiento de Dios. Por eso, aquí, en el exterior, se ha hecho llena de oro y en el interior totalmente oscura. Además, Palamas decía que esta oscuridad interna significa también que se han oscurecido todas las luces del mundo, incluso la del sol, porque ahora se ha revelado el verdadero y único sol: el Sol de justicia, llamado así también en el Apocalipsis. Por eso, para el equilibrio de la composición, los artistas han concentrado el azul de modo compacto en torno a Cristo y han hecho franjas oscuras a los lados en las que se ven fragmentos de azul rotos por la luz del sol que es Cristo.

El episodio evangélico relata la presencia de dos testigos excepcionales: Moisés y Elías. La lectura más simple que han hecho los Santos Padres sobre esta doble presencia es que con ella se quería revelar que la Ley y la Profecía convergen en Cristo y llevan a Él. Cristo se convierte en criterio de toda ley y de todo espíritu profético. Normalmente la iconografía cristiana presenta a los tres discípulos que subieron con el Señor al Monte colocados en el término inferior de la representación, bajo los pies de Cristo, de Elías y Moisés. En la Sala Capitular hemos querido situar a los discípulos donde se encuentra el espectador para sugerir una especie de cuarta dimensión, de modo que el visitante de la sala se sienta involucrado en el episodio que está contemplando. Quien mira «entra» en la obra de arte. Los discípulos deberían encontrarse en la parte inferior de esta escena, donde se ha colocado la mesa en la que se sientan los cuatro obispos de Madrid, que son, pues, los discípulos.
Sobre el monte Tabor, Cristo confía a los discípulos la clave de lectura de lo que sucederá en el Triduo pascual. Les revela su rostro en esa luz que nunca tiene ocaso para que cuando lo vean abofeteado, escupido y ensangrentado, los discípulos sepan que es el mismo rostro que resplandece sin oscurecerse jamás. Sobre el monte Tabor, Cristo hace ver a los discípulos la unidad inseparable e indestructible del acontecimiento pascual: la fusión entre el aspecto dramático e incluso trágico de la Pasión y el aspecto luminoso y consolador de la resurrección.
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Cristo transfigurado

Sala capitular de la Catedral de Santa Maria la Real de la Almudena
Madrid - España
Octubre 2006

En la pared de la Transfiguración vemos a la izquierda, en la esquina superior —como clave de lectura y símbolo bíblico con el que leer todo—, a Abrahán dispuesto a sacrificar a Isaac, expresión de la dimensión sacrificial del amor. La mirada de Abrahán es fortísima. Nótese también el acercamiento entre la cabeza tumbada de Isaac, con el cuchillo encima y el oro, a la derecha, y a la izquierda una sombra roja que recuerda el sacrificio, la sangre.
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El sacrificio de Isaac
Sala capitular de la Catedral de Santa Maria la Real de la Almudena
Madrid - España
Octubre 2006

En la esquina derecha superior de la pared de la Transfiguración está representada la visión de Ezequiel, el valle de huesos secos y muertos que reviven bajo el soplo del Espíritu. Se ha querido representar la escena haciendo una especie de flujo para indicar la dimensión pneumatológica, gozosa, del amor.
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La visión de Ezequiel de los huesos secos
Sala capitular de la Catedral de Santa Maria la Real de la Almudena
Madrid - España
Octubre 2006

Pared de la presentación-deposición
Recorriendo la obra desde la representación de Abrahán, encontramos el ofrecimiento de Jesús en el Templo: la Madre de Dios ofrece en el Templo al Niño Jesús, que es Hijo de Dios, al que ella ha dado el cuerpo. El ofrecimiento tiene lugar encima del altar, donde ya están los símbolos del pan y del vino, es decir, de la Eucaristía, para evocar inmediatamente el misterio del Cuerpo de Cristo.
AL presentación en el templo se inserta en al pared que representa la dimensión sacrificial.
María es quien ofrece a Cristo, que es su carne, porque María dio la carne a Cristo. Pero como Cristo es Hijo de Dios, María lo ofrece a Dios. Este ofrecimiento del hijo, suyo y de Dios, no se hace como si Cristo fuera un objeto que se ofrece, porque el Niño Jesús aquí «se lanza», parece que se echa hacia adelante, poniendo por delante la cabeza y el pie. Esta postura del Niño hace vislumbrar la crucifixión. Ya en esta escena del Templo de percibe cierta tensión entre los progenitores y el Padre —o mejor, entre la madre que ofrece al Niño y Simeón, quien lo acoge–. El ofrecimiento tiene lugar sobre el altar del Templo, que se convierte en el eje central de la cruz. Esto es así porque, de hecho, el verdadero ofrecimiento será el de la cruz y el cuerpo del Niño que María ofrece aquí en el Templo será luego, en efecto, ofrecido en la cruz.
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Presentación en el templo:
José ofrece un par de tórtolas, María ofrece el Niño a Simeón

Sala capitular de la Catedral de Santa Maria la Real de la Almudena
Madrid - España
Octubre 2006

Exactamente debajo de la imagen de la Presentación del Niño, se sitúa la Piedad, pues el verdadero ofrecimiento del Cuerpo de Cristo tendrá lugar sobre el altar de la Cruz. María ofrece al Hijo; Simeón como hombre justo, encorvado por su humildad, está preparado para acogerlo, pero la humanidad no lo ha acogido: «Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron». Por eso, este altar del Templo se hunde en la gran Cruz. Cristo, confiado a nuestras manos, muere, y la Madre lo retoma de nuevo, bajo la Cruz, muerto.
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Arriba: Presentación en el templo,
Abajo: Deposición

Sala capitular de la Catedral de Santa Maria la Real de la Almudena
Madrid - España
Octubre 2006

María es representada en posición semejante a la de una parturienta —tal como se encuentra en algunas representaciones bizantinas del siglo XII en las que la Madre de Dios está abrazada al cuerpo de Cristo, aprieta su rostro contra su mejilla y acerca el cuerpo del Hijo al suyo, abriendo las piernas para hacerlo reposar en su seno y sugerir así su nacimiento. Esta actitud tiene un sólido fundamento porque se vincula con la Encarnación.
La Piedad se ha dispuesto de modo que evoque el nacimiento para mantener siempre relacionados el misterio de la Encarnación y de la Redención. Simeón Metafraste (siglo XI) afirma expresamente que María recibió el cuerpo en sus brazos y le dirigió las palabras siguientes: «Muchas veces dormiste en mi regazo el sueño de la infancia. Ahora duermes el sueño de la muerte». Se debe tener esta frase como telón de fondo de esta representación. El cuerpo que María dio al Hijo es un cuerpo humano, pero como está unido a la persona de Dios, de Jesucristo, viene absorbido totalmente en el amor, tanto que se convierte en don total, en ofrecimiento completo. Por eso saborea la muerte, itinerario de todo amor. Esta pared, incluso artísticamente, es muy fuerte porque toda ella está realizada sobre el eje vertical de un rojo intenso.
La tierra donde Cristo es colocado está hecha de colores quemados que recuerdan los colores de Castilla, para hacer ver que Cristo es colocado en la tierra de España, en la que se encuentra el mosaico.
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Deposición
Sala capitular de la Catedral de Santa Maria la Real de la Almudena
Madrid - España
Octubre 2006

La Encarnación debía conducir a la Pasión de modo que pudiera obrarse el misterio de la Redención. Hay así una armonía secreta entre el día de la Anunciación y el del Gólgota. El útero y la cruz son identificados como los dos extremos de la impotencia humana: el seno materno en el que es concebido el Hijo y el de la tierra donde Cristo será sepultado esconden el mismo misterio fontal bajo el velo de la kénosis divina. La escena representa a Cristo muerto, pero parece que en realidad duerme, así como la Virgen no llora, sino que descansa. Hay aquí un misterio de dos descansos: el de la Madre y el del Hijo. El ofrecimiento de María termina aquí porque no ha habido nadie que verdaderamente haya acogido a Cristo.
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Detalle de la Deposición: el descanso de María y de Jesús
Sala capitular de la Catedral de Santa Maria la Real de la Almudena
Madrid - España
Octubre 2006

En el plano inferior vemos el llanto de Pedro junto al gallo que canta. Es la imagen del drama profundo de una relación fracasada, de un encuentro no culminado, de una fidelidad incapaz.
La humanidad no ha acogido al Señor. A san Pedro se le representa desesperado, con la cara entre las manos, mientras oye al gallo que canta y recuerda lo que Cristo le había dicho a propósito de su traición. Esta imagen de Pedro es la imagen más dramática de la pared de la dimensión sacrificial del amor: manifiesta que las relaciones no se han sostenido, que se han derrumbado.
En este momento sólo permanece este misterio de la Madre que retoma al Hijo bajo la cruz.
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El llanto de Pedro cuando canta el gallo
Sala capitular de la Catedral de Santa Maria la Real de la Almudena
Madrid - España
Octubre 2006

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