La construcción de la historia fue muy posterior. Puede que hasta dos siglos después de Belén no se escribiera de la cueva en donde María parió al Niño. Muchos siglos después, un Rey llegado de Nápoles, donde era costumbre, puso en los hogares del Reino de España los portalitos. El Nacimiento es un acontecimiento familiar, extraordinariamente familiar. De ahí su éxito. En Diciembre un hogar español sin un Belén, el que sea, no se concibe. Ahora se da un salto cualitativo extraordinario: un pueblo sin un Belén "viviente" no se entiende. Ignoro cuándo fue el primero, ni en dónde. En algunos centros educativos se venía haciendo. Era un Belén de niños al que una madre traía a un lactante. María y José, los pastorcitos, incluso algunas ovejas, construían una especie de centralidad en el bebé aportado por alguna familia del colegio. Siempre era el día final del trimestre, el principio de las vacaciones de Navidad. No estamos quietos, nunca. Es como las zambombas, a las que algunos ponen tilde como otros le ponen la o a despesca. Las zambombas, sin tilde, por supuesto, ya están en proceso de irradiación. No se concibe una Navidad sin zambombas. Cantar es rezar dos veces, decía Tomás de Aquino. Pues a cantar. Y así es noticia que un grupo musical flamenco partió ayer para Madrid, donde actuará en el teatro La Latina cada día con una "zambomba", síntesis de una celebración coral que se hacía en los cortijos andaluces, en los pequeños pueblos, en los barrios. El modo en el que los gitanos y los flamencos celebraban el Nacimiento de Manuel con más esplendor si cabía que el del primogénito de una familia de las suyas.
De aquel pequeño Belén que ponía Carlos III y, por imitación, la nobleza en sus palacios y, por imitación, los hidalgos en sus casas, y así, hemos llegado a estos modos de celebración, el último de los cuales es el Belén viviente que está llegando a todos los pueblos de la sierra, a muchos barrios de ciudades y que puede que un día llegue a la ciudad entera. Cádiz canta la Navidad, y la recrea, aunque en algunos pueblos de gobiernos de banderas laicas las luces y los símbolos hayan desprovisto de natividad el esplendor. No hay una estrella que guíe a los Magos, no hay un Niño en un portalito oscuro llenito de telarañas, ni está la silueta luminosa de un José y una María… Pero de la misma esencia del pueblo las madres ponen a sus hijos de pecho y muchos se visten de pastores y de magos para animar, dar vida, a la bendita Navidad del Señor Salvador.

No hay comentarios:
Publicar un comentario