domingo, 31 de julio de 2016

CASI UN FOLLETÍN; POR ENRIQUE GARCÍA-MÁIQUEZ

Diario de Cádiz


SU PROPIO AFÁN

Casi un folletín

ENRIQUE / GARCÍA-MÁIQUEZ | ACTUALIZADO 31.07.2016 - 01:00
CADA mes de agosto, los periódicos se adelgazan de opinión y análisis políticos y ofrecen coloridos reportajes veraniegos y relatos de ficción. Aunque parezca mentira, este año yo me adelgazo: dejo por un mes la columna. Y pasaré a engrosar (eso es más natural) las páginas de ficción con uno de los relatos del verano. Me parece una sana costumbre periodística, muy refrescante; y este año en particular casi necesaria, pues el panorama político nos aboca a la ficción a pasos agigantados. 

Al principio de esta historia electoral interminable, los análisis se hacían en aséptica clave política, aderezada con sus correspondientes gotas de demoscopia. Entonces, la nueva política puso de moda el análisis cruzado con series de televisión y hablábamos de Borgen -con más énfasis los partidarios de Albert Rivera- y de Juego de Tronos -con más pasión los partidarios de Podemos-. Tras las primeras elecciones, seguimos con los juegos, pero ya matemáticos, y hubo un auge de la Teoría de Juegos, y se hablaba, como si tal cosa, del Equilibrio de Nash, del "maximin" y el "minimax" hasta terminar en los de Longitud Infinita o Superjuegos, en los que nos hemos instalado. Hubo entonces un renacimiento de los deportes más clásicos y se habló algo de ajedrez -los más partidarios del análisis en blanco y negro-, de baloncesto -los partidarios de Pedro Sánchez- y de ciclismo -los de Rajoy-. Pero se van acabando los minutos de la basura y la escapada y nos acercamos peligrosamente a otras elecciones, que a ver si no son otra meta volante, que nada parece definitivo. 


A estas alturas de la película, se impone la ficción, la política-ficción, porque nadie creyó que llegásemos a este punto y porque los discursos y los posicionamientos se están estirando tanto que rozan lo inverosímil y lo folletinesco. Las secas normas de la Constitución se leen imaginativamente y hay tramas secundarias que lo complican todo, como la cuestión catalana. Dejar ahora la columna de opinión 31 días seguidos parece una lástima, con la de cosas que están por ocurrir; pero no está tan seguro uno de que no vuelva el uno de septiembre y se encuentre que todo sigue igual, como en el cuento de la buena pipa. Mi relato de verano no va de este embrollo político, pero quién nos dice que el curso que viene no tendremos que aplicar técnicas narrativas del realismo mágico, como mínimo, para tratar de entender lo que nos pasa.

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