martes, 28 de junio de 2016

* DESDE VILLALUENGA: 4 DÍAS CON ENRIQUE MONTIEL




¿Cómo os puedo explicar que son “dos semanas en cuatro días”?

Estas dos últimas semanas en la que toda España ha vivido el tramo final de una carrera electoral, que ya ha durado demasiado tiempo, para nosotros, para los que hemos podido disfrutar de la compañía de Enrique Montiel y de su Macamen en nuestro bendito pueblo de Villaluenga del Rosario, el tiempo ha pasado demasiado deprisa pues hemos agotado el mismo a fuerza de vivirlo con total intensidad.

Con Enrique Montiel no hay medias tintas porque él es simplemente él.

Después del almuerzo en Cádiz donde Alfonso Moscoso González, alcalde de nuestro querido pueblo, le propusiera el inmenso honor de ser el pregonero de las Fiestas para este 2016 quedaron en el compromiso de que Enrique y su mujer visitaran Villaluenga con el fin de impregnarse de este bendito rincón que está acunado desde siempre por el eterno Caíllo. Las fechas eran muy significativas pues quería conocer en primera mano la tradicional romería de la Divina Pastora y a la siguiente semana asistir a la corrida de toros.


Cuando llegó el sábado18 de junio nosotros estábamos en la Atalaya esperando su llamada que se produjo a mediodía. Hetepheres se fue veloz para allá mientras yo, que tengo un paso más pausado, también me encaminaba para el lugar. Antes un grupo de visitantes me preguntaron, bajo un sol de justicia, donde estaba la quesería de Charo Oliva ya que venían expresamente a la misma. Los acompañé hasta el inicio de la calle Balmes mientras me preguntaban por el pueblo y les indicaba sitios y lugares que no debían perderse. Por la tarde me los volví a encontrar y me dijeron que les había maravillado este lugar y que volverían para estar más tiempo. ¡Misión cumplida!

Esperé la llegada de Enrique en la puerta de “La Posada” donde estaban en una mesa a la “fresquita” Beli, Modesto, Cristóbal mientras Ana, Berna y María Jesús estaban dentro.

Cuando al final aparecieron junto a Hetepheres nos fundimos en uno de nuestros abrazos, de esos que se siente tanto y se llega a parar el mismo mundo. Les presentamos a estos queridos vecinos y nos fuimos para adentro pues hacía mucho calor y allí en una de las mesas de tan significativo sitio tomamos algo para refrescarnos mientras subían a la habitación.

Iniciamos el proceso de impregnación porque le íbamos  enseñar nuestro querido pueblo de una forma distinta, más personal, más familiar, con más sentimientos. Sí, mi querido Enrique Montiel junto a Macamen, iban a conocer a “Villaluenga y sus gentes” que no tiene nada que ver con conocer simplemente  Villaluenga.

Dimos un paseo por coqueta Calle Real, parándonos en todos los sitios, pasamos por la Alameda, Mártires, Sevadilla, Plaza de Toros y mientras tanto les íbamos presentando a los vecinos que nos encontrábamos.

Disfrutaron, y de qué manera, cuando se encontraron dentro del histórico Coso de Villaluenga

El calor achuchaba y nos fuimos directo a la Atalaya que dentro de la casa se está fresquito al máximo sin necesidad de acondicionar el aire. Nos sentamos en el salón, delante de la sempiterna chimenea ahora muda y sin cenizas que la adorne, mientras nos tomábamos un refresco en la paz de un lugar que de por sí la encuentras con solo posar la mirada en la montaña mientras hablábamos de su último libro “El tamaño del corazón” así como de otros que había escrito y que Hetepheres se interesó por muchos de ellos haciendo mención al que lleva por título “Mal de piedras” que hace referencia al tema de la tesis doctoral de mi mujer.

Para almorzar decidí enseñarles lo que considero desde siempre el “Templo gastronómico de Villaluenga”: “Fonda Ana Mari" cuya cocina es reconocida por cuantos vienen porque las comidas que ofrece son las que cuando se degustan puedes cerrar los ojos y recordar...

Allí le presentamos a Diego Franco, patriarca de esta querida Familia, y Ana Mari que desde que entramos nos acogió y nos hizo sentir como siempre: ¡En Casa!

Un buen almuerzo con extraordinaria materia prima, mucho cariño por parte de Diego y Ana Mari y también de mucha e intensa complicidad entre nosotros que se nos pasó las horas volando entre la amena conversación y desternillante risa.

Al finalizar, no os puedo decir ni la hora que era, nos sentamos a fresca sombra en La Alameda para tomar algo y seguir en “nuestras” conversaciones. Tuve el honor de presentarle a Antonio Barea, dueño del bar y pastor, que fue hace ya tiempo alcalde de Villaluenga. Enrique se interesó de inmediato por esos años en los que estuvo de mandatario y los logros que trajo para el desarrollo y el bienestar de nuestro querido pueblo. Aparecieron nombres reconocidos ya que también comparten conocidos y amigos.

De vez en cuando Enrique se me quedaba mirando y me decía: ¡Jesús, estamos en el paraíso!

También quiso conocer en persona y sentarse a departir con el Pregonero de las Fiestas de este año el conocido periodista jerezano Esteban Fernández. Conversación de amigos en común en torno a los medios y por supuesto al flamenco donde Enrique Montiel además de un apasionado es un verdadero experto en tan prolijo y complicado tema.


Las horas iban transcurriendo entre charla y charla, saludos y más saludos, anécdotas y risas que se prologaban en ese tiempo donde las horas no están ni se le esperan.

Paseo de nuevo por las calles del pueblo hasta llegar al cementerio que está cobijada en las paredes de la antigua Iglesia del Salvador donde la paz se consigue con solo entrar por sus puertas.

Parada obligada para comprar el buen queso de Charo Oliva.

Ya el sol bajaba mientras nos dábamos un paseo por la parte alta del pueblo donde nos encontramos con Rocío Olmos y su marido César Gómez y su encantadora María. Enrique, apasionado como él solo al mundo de la fotografía, les tomó unas instantáneas que en los próximos días les haré llegar pues son verdaderamente bonitas.

Proseguimos paseando, enseñándole las casas, hablando de sus gentes, hasta que llegamos nuevamente a la Atalaya donde nos sentamos afuera con el frescor de la tarde mientras seguíamos con nuestras conversaciones que lo mismo tocaban los libros, la música, ocurrencias vividas, contadas o se hablaba de un personaje que ha hecho historia en Cádiz por ser como era: Luis Benítez Carrasco, abogado, escritor y tío de Hetepheres. ¡Qué pequeño es el mundo!

Al poco también se incorporó a esta preciosa tertulia nuestro querido Antonio Benítez Román que además de ser el Policía Municipal, es un buen pintor, estudioso y defensor de todo lo que tenga que ver con Villaluenga del Rosario. Atesora uno de mejores archivos de las cosas de nuestro pueblo y el que quiera saber un poco de aquí tiene que pasar por fuerza por Antonio.


Terminamos este intenso sábado en “La Posada” en una cena al calor de la buena amistad, de los buenos consejos, de la mejor de las conversaciones y de las espontáneas risas que embriagan todo.

Al día siguiente, domingo de romería, quedamos para desayunar aunque al final solo pudo ir Hetepheres pues yo, por las secuelas de mi enfermedad, tengo mis tiempos. Desayuno junto con Alfonso Moscoso y su mujer Eli Sánchez Girón.

A las once de la mañana ya empezaba a moverse todo en torno a la ermita de San Gregorio y cuando me disponía a salir llegaron ellos. Enrique no paraba de hacer fotos, de hablar con uno y con otro, de saborear cada instante.

Cuando la Divina Pastora salió él con el alcalde junto a Macamen caminaban en pos de la carreta que llevaba a María, la Divina Pastora de nuestras vidas, mientras yo iba a mi aire retratando aquellos detalles que tanto me gustan que queden plasmados para toda la vida.

Llegar al puerto de Pedro Ruiz, al lugar donde tradicionalmente se reza el Ángelus, bajar al lugar llamado “Los Baños” y que está situado en la Finca “Mata Ruiz”, romeros a pie, a caballo, en coche. Casi todo el pueblo en la romería, casi todo el pueblo en la Misa y en cada encina centenaria donde cada año las familias tienen su casa.

Después de celebrar la Eucaristía que estuvo presidida por el Padre D. Sergio Moreno, Párroco de Villaluenga del Rosario, y tras saludar a unos y otros nos despedimos del alcalde y su esposa pues el calor había hecho mella y necesitábamos descansar un poco.


Antes almorzamos en otro de los sitios que nos sentimos en Casa: “Los Alamillos”. Si alguien nos pregunta que recuerdo de las comidas, cenas y momentos que hemos compartido en estos días con Enrique y Macamen ha sido el sentirnos en Familia en todo momento y el reírnos a carcajadas de todo lo que se nos podía pasar por la mente. ¡Es bueno reírse porque alarga la salud!

Cómo siempre Jaime, Jesús, Víctor y todo el equipo humano que trabaja en “Los Alamillos” estuvieron sobresalientes y nos ofrecieron lo mejor de lo mejor.

Serían las cinco y media de la tarde cuando llegamos a Villluenga y nos retiramos a nuestros aposentos. Debo reconocer que a mí, será por el calor o por mi enfermedad, el trayecto de la romería me mató y me dejó, literalmente, fuera de juego por lo cual no pude estar con tan queridos amigos a la hora de la cena situación que sentí mucho porque cada minuto que se está con personas tan grandes en todos los sentidos es oro puro.

Hetepheres, que ha congeniado con Enrique y Macamen de forma extraordinaria y también natural, tuvo el privilegio de compartir con ellos una cena muy casera en el Bar “Alameda” para después tomar una copa en “La Espuela” con Mateo Venegas Bazán.

Mateo y Enrique comparten una historia muy bonita por medio de la escritura y los recuerdos de la propia memoria. Así por el arte de los genios, que en ellos dos brota a borbotones, ya que tienen tantos amigos en común que parece mentira que no se hayan conocido antes en persona. Rafael de Paula, Curro Romero, Rancapino, Camarón de La Isla... Según me han contado respectivamente Hetepheres, Mateo y Enrique fue una velada extraordinaria en el sentido más amplio que se le puede dar al término.

Al día siguiente lunes marcharon pronto pues tenían que estar en Cádiz para asunto a mediodía.

Se fue para volver pronto a este pequeño paraíso que ha vivido de otra manera y donde ya hay lazos afectivos pues conocer a tantas buenas personas como Miguel Ángel Pacheco, Ignacio Bonmati, Carmelo, Berna, María Jesús, Amalia, Salvador España, José Manuel Moscoso, Delia, Laura, Ana, Carlos Pérez, Ramón Villanueva, Juani Moreno y tantos vecinos y convecinos de este bendito pueblo hace que cuando piensas en él también lo hagas en ellos.

La semana pasó demasiado rápido con muchas obligaciones que atender y del “golpe y porrazo” nos encontramos con un nuevo viernes. Enrique, Macamen junto a Adela Fernández, concejal del PP en Villaluenga, llegaron a nuestro pueblo a mediodía mientras nosotros lo hicimos horas más tarde ya que almorzamos en el camino. También pudieron conocer de primera mano la exquisitez de la comida salida de las manos de Juana de "La Velada".

Una vez preparado todo en la Atalaya Hetepheres se fue para “La Posada” para tomar un té con nuestros queridos amigos mientras yo permanecía en casa descansando un rato.

Sobre las nueve de la noche me recogieron y nos fuimos a cenar a Grazalema, lugar también muy querido por todos nosotros, en el famoso restaurante “Torreón”. Nos sentamos en una mesa que ya habíamos reservado en la terraza en medio de una coqueta calle y empezó lo que sería una velada inolvidable. ¡Qué pronto se nos hizo tarde a base de emociones, sentimientos, anécdotas y carcajadas!

La comida como siempre exquisita, el sitio fantástico y la compañía inmejorable. Hubo momentos en los que nos faltaba el mismo aire de lo que nos estábamos riéndonos. Cuando nos quisimos dar cuenta eran cerca de la una de la madrugada y nos dispusimos para volver a nuestro pueblo no si antes saludar a mi querido amigo Jaime Sellez que estaba con buenos amigos descansando un poco de tanto trabajar.

El sábado amaneció pronto y se notaba que aun habiendo descansado poco estábamos felices por tener el privilegio de compartir tan buenos momentos junto a personas tan queridas. Sobre las diez menos cuarto nos desplazamos hasta el apartamento de Enrique donde Macamen junto a Adela Fernández ayudaron a Hetepheres a colocarse la mantilla. Poco después partíamos para Cádiz pues en el Oratorio de San Felipe Neri a las doce del mediodía se celebraba el Capítulo de San Juan Bautista de la Real y Benemérita Institución de los Caballeros Hospitalarios Españoles de San Juan Bautista a la cual ambos pertenecemos y de la que hablaré en otro artículo dedicado expresamente.


Fue terminar el mismo, hacer la foto de familia, dar la enhorabuena a los nuevos Caballeros Hospitalarios que habían jurado ese día y salir hacia Villaluenga ya que a las tres habíamos quedado para almorzar con nuestros queridos amigos. Cuando llegamos a la Atalaya tiempo justo para ducha y cambiarse de ropa antes de irnos para “La Posada” donde se había preparado el almuerzo. Allí estaban Enrique Montiel, Macamen, Adela Fernández, junto a Familia de Pérez-Clotet, Alfonso Moscoso, Elisa Sánchez Girón, su mujer y Salvador. ¡Qué buenos ratos, qué de vivencias se compartieron en un almuerzo que podría presuponerse muy serio y donde el buen ambiente y las risas lo envolvía todo. Al final se incorporó nuestro querido amigo Agustín Piña, propietario junto a su mujer de la Quesería “El Saltillo”, y gran conocedor del mundo de los toros.

En medio del almuerzo Enrique se cambió de sitio y se puso a mi lado para decirme lo bien que lo había pasado en la mañana del sábado. Después de desayunar estuvieron junto al alcalde en el desencajonamiento de los toros, para después visitar la Fundación de los Pérez Clotet, el Ayuntamiento y palpar Villaluenga desde otra perspectiva.

En medio de la conversación de conversaciones tocó el turno para irnos a la Plaza de Toros donde teníamos un sitio, por disposición y amabilidad del alcalde, en la misma presidencia. Sé que Enrique, Macamen y sobre todo Hetepheres se lo pasaron genial junto a Alfonso y Eli mientras yo me senté lo más arriba del todo junto a Juani y Cándida pues me daba algo más de fresco y así podía tomar algunas fotografías y grabar pequeños vídeos que iba colgando en la red de forma inmediata. Antes de terminar la corrida me fui a casa para descansar un poco. 

Y lo hice al frescor de la Atalaya mientras me terminaba el puro que paulatinamente me estaba fumando en los toros.

Sé por Hetepheres que después de acabada la corrida se fueron a tomar una copa en “La Espuela” donde también compartieron charla y conversación con el Maestro Ruiz Miguel, amigo de la infancia de Enrique Montiel, y con grandes aficionados a los toros.

En un primer momento había proyectado un plan más familiar aunque este no salió al final y por tanto decimos irnos a cenar a Benaocaz que es una preciosa localidad la cual no conocían y allí en medio de ese inmenso paraje saciamos los estómagos y nos llenamos de risas, anécdotas, vivencias compartidas, amistad y cariño verdadero. Allí en “El Refugio” donde nos atendieron, como siempre, de maravilla hablamos de tanto y tanto que pienso que nuestras sonoras carcajadas se escucharon allende las montañas. ¡Qué buena noche también de sábado pasamos junto a Enrique, Macamen y Adela! La verdad es que ni nos acordábamos que al día siguiente España se la jugaba en las elecciones.

Cuando llegamos a Villaluenga serían de la una de madrugada, nos despedimos hasta el día siguiente, y nos fuimos a casa. Pienso que a los cinco nos costó coger el sueño de lo bien que nos lo habíamos pasado. Algunas veces el cansancio no afecta para nada cuando se está realmente bien con las personas que quieres y te quieren.

Al día siguiente Hetepheres fue a desayunar con ellos pues a mí me costó más el levantarme. Sé que después se fueron a tomar algo a la Alameda y que estuvieron conversando con unos y otros, como unos payoyos más, así como con mi querido Antonio Benítez que como siempre digo es una de las personas que más sabe de Villaluenga del Rosario.

Antes de emprender viaje de vuelta bajaron a saludar a Mateo Venegas Bazán y su mujer Isabel. Qué abrazo lleno de profundo cariño, de intensa y mutua admiración, propia de dos genios, se dieron Enrique y Mateo. Allí hablaron de “sus” cosas y se emplazaron para verse este verano pues tienen tantos amigos, tantas vivencias, tanto mundo en común que unos minutos no es bastante para compartir nada.

Y a las doce del mediodía marcharon de Villaluenga del Rosario con regusto y sabor de Hogar porque tanto Enrique como Macamen saben que este bendito lugar cobijado por el Caíllo, que es sí una casita en medio de la montaña, uno se va para después volver a volver.

El compartir estos cuatro días con ellos además de un privilegio ha sido y es una auténtica Gracia de Dios porque personas así, aunque todavía las hay, van quedando pocas aunque muchas de ellas están congregadas en el pueblo más pequeño y bonito de la Provincia de Cádiz y que se llama como todos sabéis: Vilalluenga del Rosario.

No se pueden condensar cuatro días tan profundamente intensos, tan prolijo en vivencias, anécdotas, recuerdos y también en sonoras carcajadas. No, se puede explicar lo que llevamos en nuestras almas aunque si he querido dejar constancia en “Desde Villaluenga” que en dos semanas nuestro Pregonero de las Fiestas de este 2016 se ha impregnado en todos sentidos de lo que es este bendito rincón y que ahora viene lo más difícil: ¡Escribir el Pregón!


Jesús Rodríguez Arias




Fotos: Jesús Rodríguez Arias, Enrique Montiel, Alfonso Moscoso González.

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