jueves, 21 de agosto de 2014

PARA MEDITAR.


La persona no es un ser solitario; al contrario, es un ser esencialmente comunitario, viene de una comunidad, se inserta en una comunidad, vive en la comunidad y ha de ser útil a la comunidad. 
Dios quiere que las personas vivan juntos y juntos trabajen, sufran, gocen, se ayuden y se perfeccionen. Si la obra de Dios es unión entre los hombres, la obra del pecado es separación de Dios y de los hombres; separación de los hombres, porque primero se separó de Dios; separación de Dios, porque se separó de los hombres. Así como el amor de Dios se vive en el amor a los demás, así la unión entre las personas se hace y fortifica en la unión con Dios. 
Es el plan comunitario de Dios; ha creado al hombre social, ha hecho con él una sociedad de amor. Así se libera de su autoesclavitud del materialismo individualista, que es tiranía para los demás, y de la quiebra de su formidable anhelo pasional por dar sentido a la vida. 

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