lunes, 24 de febrero de 2020

* INDOLENCIA




Esta es mi opinión sobre lo que ha generado la chirigota "Aquí estamos de paso". En mi semanal tribuna no hablo tanto de esta polémica agrupación sino de las reacciones que ha tenido su incursión en el COAC. 

Me centro en las opiniones favorables no tanto de los ateos confesos sino de los católicos indolentes.

Y si alguien se pica ya sabe...

Jesús Rodríguez Arias






INDOLENCIA




Perdonadme si tan próximos a la Cuaresma hablo del Carnaval pero es que no quiero que pase el tiempo, que todo lo olvida, sin hacer una breve reflexión sobre lo acontecido y las consecuencias que ha tenido la burlesca chirigota  “Aquí estamos de paso”.

No, no esperéis que escriba más de esta pues lo que pensaba de la misma  lo expuse en mi artículo del 10 de febrero en las páginas de este medio. Hoy quiero hablar de toda la marejada que se ha producido a su alrededor donde os puedo decir no han habido medias tintas sino todo lo contrario. Los defensores de la chirigota, salvo excepciones que han demostrado una gran educación, han hecho hincapié en el derecho de criticar y mofarse de las creencias de los demás  siempre y cuando esos “demás” fueran cristianos y católicos porque de otras profesiones religiosas ni están, ni se le esperan. Una ola de feroz crítica de los contrarios no solo a las Hermandades y Cofradías sino a la Madre Iglesia y por supuesto al mismo Dios vomitaban su hedor contra los que pusimos la cara para defender nuestra Fe y creencias. Parecía que solo se podía tener una línea de opinión respecto a esta agrupación porque todo el que dijera algo contrario era condenado al vergonzoso ostracismo por todos aquellos cuya mejor argumentación era estar en contra de los opinan de diferente forma. Coplas de insignes copleros y escritos de augustos articulistas defendían todos a una al tal  Cascana y su chirigota mientras lanzaban sus puyitas para quiénes las quisieran  recoger.

El humor “canalla” y burlesco de esta agrupación ha hecho que incluso algún “cofrade” haya puesto en la red una foto de un miembro de la comparsa “La chusma selecta”, sin el conocimiento de la misma, para divertirse de una advocación mariana isleña. Hecho que ha causado el estupor de muchos así como la indolencia de otros.  El Carnaval como el papel parece aguantarlo todo.

El indolente no es otro que aquél que no se afecta o conmueve, el insensible que no siente dolor. Si esto lo extendemos a nuestra Fe católica, a nuestras creencias, a nuestra pertenencia a la Iglesia, la cosa adquiere un sentido de incoherencia total. El cristiano por sí no puede ser indolente si quiere vivir la Fe desde la coherencia personal. Un católico que no se sienta removido por la profanación de un sagrario, por la persecución de los cristianos, por la instauración de la cultura de la muerte en nuestra sociedad lleve el nombre que lleve, que se sienta impasible ante los reiterados ataques contra nuestra religión, contra la Madre Iglesia, lo siento mucho pero no puede llamarse católico por muy bautizado que esté. Un cristiano, un católico, que además se diga cofrade, no puede ver sin escandalizarse que se mofen de las imágenes de Cristo y María de forma tan vulgar por una chirigota mediocre o por malintencionadas  publicaciones en las redes.

En plena oleada de opinión sobre la actuación de “Aquí estamos de paso” y las reacciones de todo tipo que hubieron tras esta en la que muchos nos “retratamos” estuve hablando con un querido sacerdote que ejerce su ministerio apostólico en nuestra diócesis y me decía: “A mí lo que más me duele es la blasfemia a Nuestro Señor y Su Madre así como la indolencia de muchos cristianos”.

Personalmente me causa estupor que se cachondeen de forma tan burda del Señor y de la Virgen y pienso que opinarían esos que pertenecen a otras religiones o logias si se vieran así reflejados por satíricas mofas. Seguro que no lo verían tan normal y se sentirían no tanto escandalizados como injuriados.

En definitiva este tipo de situaciones pone bien a las claras la tibieza que viven muchos cristianos que ofrecen ambiguos testimonios con el que quieren contentar a unos y a otros sin conseguirlo, son los que intentan estar siempre en la senda del buenismo impostado. Jesús ya nos lo dejó dicho: “Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca”.

La indolencia de los católicos es mucho más letal que la peor de las críticas de los laicistas confesos.

Jesús Rodríguez Arias

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