sábado, 25 de febrero de 2017

EVANGELIO DEL DÍA Y MEDITACIÓN

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Primera lectura

Lectura del libro del Eclesiástico 17,1-13:

El Señor formó al hombre de tierra y le hizo volver de nuevo a ella; le concedió un plazo de días contados y le dio dominio sobre la tierra; lo revistió de un poder como el suyo y lo hizo a su propia imagen; impuso su temor a todo viviente, para que dominara a bestias y aves. Les formó boca y lengua y ojos y oídos y mente para entender; los colmó de inteligencia y sabiduría y les enseñó el bien y el mal; les mostró sus maravillas, para que se fijaran en ellas, para que alaben el santo nombre y cuenten sus grandes hazañas. Les concedió inteligencia y en herencia una ley que da vida; hizo con ellos alianza eterna, enseñándoles sus mandamientos. Sus ojos vieron la grandeza de su gloria, y sus oídos oyeron la majestad de su voz. Les ordenó abstenerse de toda idolatría y les dio preceptos acerca del prójimo. Sus caminos están siempre en su presencia, no se ocultan a sus ojos.

Salmo

Sal 102,13-14.15-16.17-18a R/. La misericordia del Señor dura siempre, para los que cumplen sus mandatos

Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por sus fieles;
porque él conoce nuestra masa,
se acuerda de que somos de barro. R/.

Los días del hombre duran lo que la hierba,
florecen como flor del campo,
que el viento la roza, y ya no existe,
su terreno no volverá a verla. R/.

Pero la misericordia del Señor dura siempre,
su justicia pasa de hijos a nietos:
para los que guardan la alianza. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Marcos 10,13-16

En aquel tiempo, le acercaban a Jesús niños para que los tocara, pero los discípulos les regañaban.
Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo: «Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis; de los que son como ellos es el reino de Dios. Os aseguro que el que no acepte el reino de Dios como un niño, no entrará en él.»
Y los abrazaba y los bendecía imponiéndoles las manos.

Compartimos la Palabra

Puso su mirada en sus corazones

La liturgia nos regala hoy un texto gozoso, abierto a la plenitud. Con resonancias del primer relato de la creación en Gn 1, pero haciendo, por parte del autor, una impresionante lectura de lo que significaba esa “imagen y semejanza” de Dios que somos. Dejar que el texto fluya y atender a sus resonancias en nuestro interior sería un modo precioso de entrar en lo que la Palabra nos ofrece.
Algo tan impresionante que es probable que nos cueste asumir e interiorizar. Cierto que no está al alcance de nuestras fuerzas, pero -como siempre- nos encontramos ante el Dios que nos regala y se nos regala.

Ocasión para entrar de lleno en una acción de gracias interminable por aquello que hemos recibido y quizá no tenemos conciencia. Detenernos a considerar las maravillas que se nos han concedido, incluso elaborar una lista de la infinidad de cosas que hemos de agradecer, porque no son “obra de nuestras manos”.
Destaco la descripción de las características del ser humano que nos “permiten” llegar a serlo, y que es evidente que hemos recibido. Y me conmueve la afirmación de que Él puso en nuestros corazones su mirada para que pudiéramos comprender la grandeza de sus obras, sus maravillas… escucharlo me sugiere esa imagen, tan frecuente entre nosotros, de la madre o el padre que alzan en brazos al hijo pequeño para que alcance a ver lo que ellos están viendo…
¡Ojalá nos dejemos “alzar” al tiempo que nos desprendemos progresivamente de las “gafas de no ver”!

Quien no reciba el Reino de Dios como un niño no entrará en él

Para aproximarnos al mensaje que Jesús quiere comunicarnos será importante tener en cuenta el status de los niños en la época. No eran los reyes de la casa, aquellos que centran la atención, y muchísimo menos los pequeños dictadores al compás de los cuales se mueve la familia. Más bien formaban parte de los “excluidos”, en el sentido de que no contaban para nada porque no eran sino “proyecto” y lo importante era llegar a adulto. Eran queridos, generalmente, pero su “ser niños” suponía una invisibilidad, por otro lado no muy diferente de la de la mujer.
¿Por qué Jesús puede invitar a algo tan extraño como hacerse niños? Nos aventuramos: Jesús está predicando un mensaje de conversión, de cambio… que requiere un proceso. Para los adultos resulta complicado, sobre todo si están convencidos de que ya han llegado donde habían de llegar en la vida. Recordemos la incomprensión de Nicodemo, razonable, ante la propuesta de Jesús de volver a nacer…
Responder a su invitación conlleva algunas actitudes: la disponibilidad, la apertura, la conciencia de estar en camino… el niño, aún sin saberlo vive desde estos presupuestos porque se está haciendo y no sabe “quién va a ser”. Igual nosotros, incluso aunque peinemos canas y creamos ingenuamente haber alcanzado niveles de “autosuficiencia”, para entrar en el Reino estamos llamados, un día y otro, a comenzar de nuevo.
Por otro lado, el niño simboliza algo que para Jesús es clave en el planteamiento del discipulado: se trata de alguien que no puede actuar desde la fuerza, que está desposeído de todo poder y autoridad. Y en esa línea nos desea Jesús. El Reino no es compatible con las medidas de fuerza e imposición. Se ofrece y se hace visible, de manera paradójicamente gozosa, en el servicio y en la entrega. La de Jesús hasta el extremo. La nuestra…

Hna. Gotzone Mezo Aranzibia O.P.
Congregación Romana de Santo Domingo 

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