martes, 27 de diciembre de 2016

LA PERCHA DE BAUZA; POR ENRIQUE MONTIEL




Diario de Cádiz

Ayer trajo nuestro Diario un interesante reportaje de Pablo Durio sobre la salida de Bauza del gobierno de Kichi. En la percha, Melchor Mateo recordó a los políticos de Cádiz que tuvieron que dejar sus cargos, o dejaron sus cargos. Muy interesante, sí. Aunque seguimos en algunos casos sin conocer las razones reales, esto es, la verdad. Estoy diciendo, ¿se fueron por lo que se esboza, se atisba, se apunta, se boceta? En algún caso que yo sé (más o menos, claro), no se dice la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. En otros, bueno… La verdad es que lo que ha motivado el reportaje, esto es, la salida de Bauza del gobierno de Podemos y Ganemos, puede que sea, de todos los casos, el más claro, el mejor conocido. No sé si la distancia, los años que hace de Jiménez Mata, ha traído luz sobre las verdaderas razones, que Melchor Mateo atribuye a lo de Tabacalera. Lo de Julio Braña es el más tupido silencio de todas las partes, que no son dos, son más de dos. Es como la salida de Francisco Vivas, puente de plata en toda la extensión. Porque tuvo hasta comida-homenaje. Recuerda también Melchor Mateo los casos de Jesús de Sobrino y Villarreal, muy diferentes como es sabido. En el cómputo no están consignados los que fenecieron cuando acabó el cuatrienio, no fueron renovados. Lo que daría una relación más amplia. Y los que cayeron en los puestos imposibles de las listas de los partidos, o no fueron incluidos. Digo que caben todas las variables exclusivas. Pero lo que yo sabía bien era la razón por la cual se entraba en una lista en puesto de salida, como se suele decir. Me lo dijo con una claridad casi obscena una señora que ya no está en la política provincial, no digo dónde está, carece de importancia. Me dijo: Aquí todo el que viene, viene por algo. El procedimiento lógico es tomista (todo lo que se mueve, se mueve por algo y como movimiento es el paso de la potencia al acto, etc.). Ya decía, obsceno. Más que nada porque al algo al que se refería no era la vocación de servicio público, el compromiso democrático, las ideas nobles… No, no, el algo era por un motivo digamos de interés material. O sea, la gente que en general no llevaba trienios en la función pública, ni un empleo fijo ni vivía de la renta; era la gente que no tenía más que esa brocha a la que agarrarse y por eso, una vez dentro de, defendía lo suyo, el algo. Con uñas y dientes.

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