martes, 6 de diciembre de 2016

* DESDE VILLALUENGA: A CRISTÓBAL







¡Cuántos años te contemplan querido Cristóbal! ¡Cuánto has dejado atrás!

Atrás tus padres, familia, amigos que se fueron o se están yendo poquito a poco dejándote no más solo sino menos acompañado por lo que han significado para ti.

Atrás tantas personas queridas y tantas que te quisieron…

Atrás también dejas tiempos, momentos, vivencias que has compartido en este bendito lugar que conoces de palmo a palmo como Villaluenga del Rosario.

Atrás todos los lugares donde has estado, donde has vivido.

Cuando te veo caminando por las coquetas y empinadas calles de nuestro querido pueblo con tu paso lento y seguro mientras te apoyas en ese bastoncillo que llevas en la mano como si tal cosa y saludas a todos con igual cariño siempre pienso lo que Cristóbal ha ido dejando atrás.

Siempre has sido un superviviente y lo estás demostrando aquí y ahora. Hombre fuerte a pesar de ese aspecto tan frágil. Hombre en el que se puede confiar, de los de palabra dada que se convierte en contrato por vida, de silencios profundos que te aportan hondas enseñanzas.

No, no te confías a cualquiera. No eres de esos. Para que tu abras el alma tienen que haberte demostrado que son personas de fiar, de los que no te dicen hoy una cosa y mañana la contraria.

Eres un ejemplo vivo de lo que significa honor, sacrificio, entrega, trabajo, veracidad.

Los tiempos que pasaron, pasaron y fuiste tan pleno, tan lleno como tú mismo. Ahora todo es diferente, el mundo lo es y también Villaluenga que aunque mantiene su esencia no es la que viviste y trabajaste cuando aún las fuerzas te acompañaban.

El pasar de los años, los padecimientos, las enfermedades y vicisitudes hacen que aparezcan en nosotros ese don que creíamos que no existía como es la paciencia.

Y la paciencia lleva al silencio, a mirar lo que casi nadie es capaz de ver, a degustar momentos y disfrutar de instantes.

Eso es lo que haces cuando te sientas en la entrada del pueblo, viendo pasar los coches que pasan por la carretera, mientras charlas con los amigos de siempre, mientras conversáis de vuestras cosas con Lázaro, Mateo, Rogelio... Seguro que se te vienen a la mente esos que ya no están, esos que un día marcharon en busca del chozo eterno de la Gloria que como todos sabemos está más allá donde se pierde la vista sobre el Caíllo.

Y lo haces cuando sentado en tu mesa de “La Posada” miras más allá de la puerta mientras te tomas ese refresco o copa, saludas a ese vecino que acaba de llegar mientras estás atento a tu hija Ana que en ese momento trastea preparando la comida en la cocina.

Y lo haces cuando juegas tus interminables partidas de dominó en el Bar Alameda, o de Antonio como también se le conoce, junto a los mismos de siempre o con Esteban Fernández que es un buen compañero de juego pues sabe respetar y aprender con los movimientos, con los hondos silencios y las palabras.

Y lo haces con todos los que en un momento mantienes una conversación llena de cariño, sencillez, humildad, caballerosidad.

Y lo haces porque eres así: ¡¡Buena persona!!

Sí, Cristóbal así te veo, así te entiendo, así te respeto y admiro porque así, y por qué no decirlo, te quiero.

Con mi cariño hacia ti y tu querida Familia a la que estimo y quiero con verdadera admiración.


Jesús Rodríguez Arias

Foto: Sinlímites Comunicación

No hay comentarios:

Publicar un comentario