¡Cuántos años te contemplan querido Cristóbal! ¡Cuánto has dejado atrás!
Atrás tus
padres, familia, amigos que se fueron o se están yendo poquito a poco dejándote
no más solo sino menos acompañado por lo que han significado para ti.
Atrás tantas
personas queridas y tantas que te quisieron…
Atrás
también dejas tiempos, momentos, vivencias que has compartido en este bendito
lugar que conoces de palmo a palmo como Villaluenga del Rosario.
Atrás todos
los lugares donde has estado, donde has vivido.
Cuando te veo
caminando por las coquetas y empinadas calles de nuestro querido pueblo con tu
paso lento y seguro mientras te apoyas en ese bastoncillo que llevas en la mano
como si tal cosa y saludas a todos con igual cariño siempre pienso lo que
Cristóbal ha ido dejando atrás.
Siempre has
sido un superviviente y lo estás demostrando aquí y ahora. Hombre fuerte a
pesar de ese aspecto tan frágil. Hombre en el que se puede confiar, de los de
palabra dada que se convierte en contrato por vida, de silencios profundos que
te aportan hondas enseñanzas.
No, no te
confías a cualquiera. No eres de esos. Para que tu abras el alma tienen que
haberte demostrado que son personas de fiar, de los que no te dicen hoy una
cosa y mañana la contraria.
Eres un
ejemplo vivo de lo que significa honor, sacrificio, entrega, trabajo,
veracidad.
Los tiempos
que pasaron, pasaron y fuiste tan pleno, tan lleno como tú mismo. Ahora todo es
diferente, el mundo lo es y también Villaluenga que aunque mantiene su esencia
no es la que viviste y trabajaste cuando aún las fuerzas te acompañaban.
El pasar de
los años, los padecimientos, las enfermedades y vicisitudes hacen que aparezcan
en nosotros ese don que creíamos que no existía como es la paciencia.
Y la
paciencia lleva al silencio, a mirar lo que casi nadie es capaz de ver, a
degustar momentos y disfrutar de instantes.
Eso es lo
que haces cuando te sientas en la entrada del pueblo, viendo pasar los coches
que pasan por la carretera, mientras charlas con los amigos de siempre,
mientras conversáis de vuestras cosas con Lázaro, Mateo, Rogelio... Seguro que
se te vienen a la mente esos que ya no están, esos que un día marcharon en
busca del chozo eterno de la Gloria que como todos sabemos está más allá donde
se pierde la vista sobre el Caíllo.
Y lo haces
cuando sentado en tu mesa de “La Posada” miras más allá de la puerta mientras
te tomas ese refresco o copa, saludas a ese vecino que acaba de llegar mientras
estás atento a tu hija Ana que en ese momento trastea preparando la comida en
la cocina.
Y lo haces
cuando juegas tus interminables partidas de dominó en el Bar Alameda, o de
Antonio como también se le conoce, junto a los mismos de siempre o con Esteban
Fernández que es un buen compañero de juego pues sabe respetar y aprender con
los movimientos, con los hondos silencios y las palabras.
Y lo haces
con todos los que en un momento mantienes una conversación llena de cariño,
sencillez, humildad, caballerosidad.
Y lo haces
porque eres así: ¡¡Buena persona!!
Sí,
Cristóbal así te veo, así te entiendo, así te respeto y admiro porque así, y
por qué no decirlo, te quiero.
Con mi
cariño hacia ti y tu querida Familia a la que estimo y quiero con verdadera
admiración.
Jesús
Rodríguez Arias
Foto: Sinlímites Comunicación
No hay comentarios:
Publicar un comentario