domingo, 30 de agosto de 2015

OBRAS DEL PADRE RUPNIKI: SALA DE ENCUENTROS DEL CENTRO DE ESPIRITUALIDAD "LOS MANANTIALES" DE LA COMUNIDAD EMMANUEL EN LECCE


Sala de encuentros del Centro de espiritualidad «Los manantiales» de la Comunidad Emmanuel en Lecce
Strada provinciale Lecce-Novoli, 23 - 73100 Lecce - Italia

Adán y Eva
En el principio era la Palabra. Dios habla, dirige la palabra y el hombre es creado. La creación del hombre es la llamada y la vocación. Los Padres dicen que el mundo es creado en el signo de la cruz; por eso en el rollo del libro -en el Verbo- está el árbol blanco, bifurcada, para indicar la cruz. El mismo árbol salido del pergamino es el árbol creado en el Edén, el árbol bajo el cual podemos imaginar a Adán y Eva. Pero en el Verbo, en el plan de Dios, ya están el nuevo Adán y la nueva Eva, es decir, la Iglesia generada por su costado. Por eso, también la paloma, el Espíritu que se cernía sobre las aguas a la hora de la creación, muestra al Espíritu Santo de la Anunciación.
La creación y la nueva creación
Sala de encuentros del centro de espiritualidad «Los manantiales» de la Comunidad Emmanuel
Lecce - Italia
Junio 2004
 
La creación de Eva
Sala de encuentros del centro de espiritualidad «Los manantiales» de la Comunidad Emmanuel
Lecce - Italia
Junio 2004

La Anunciación
Esta escena de la Anunciación está compuesta dentro del rollo de la Palabra. El ángel abre el libro de la Escritura, como las cortinas de una tienda, lo que indica que la encarnación, Dios que se hace cuerpo, es algo que ya está inscrito en la Palabra. De la Palabra a la imagen, de la escucha a la visibilidad, Del Verbo a la carne: así se puede expresar el misterio de la Anunciación. Dios se adhiere plenamente a lo humano, se involucra con el hombre asumiendo su historia, se hace hombre gracias a María de Nazaret. Un Dios inaccesible, absoluto y eterno, habita el seno de una Virgen.
La Virgen, con la apertura de su manto, indica la acogida de la Palabra, del Verbo, de Dios. La Virgen la coge con profundo recogimiento y disponibilidad. La energía del don de Dios necesita otra energía, purificada y perfeccionada por siglos de espera: la energía de la acogida ofrecida por María, hija de Sión. Plasmada por el Espíritu y por la Palabra en la que vive, María intuye que la actividad más fecunda del hombre es ponerse en condiciones de recibir en sí a su Dios María dice «sí» y, entonces interviene el Espíritu para unir la energía divina y la humana, el don y la acogida: nace Jesús, no ya palabras del Verbo, sino el Verbo del Padre en persona, no ya no una ley externa al hombre, sino la gracia que nace en nuestra humanidad por María, «llena de gracia» (Lc 1, 28).
María tiene una madeja. La madeja apareció en la iconografía para indicar el tejimiento de la tienda del templo en la que, según los apócrifos, María se habría consagrado en su infancia. La Virgen teje el velo del templo, de ese nuevo templo que es el Cuerpo de Cristo, ya que da carne al Verbo de Dios Hasta entonces se escuchaba la palabra; a partir de ese momento, se contempla, porque la Virgen de Nazaret, llegando a ser Madre de Dios, le dio la carne, el cuerpo, es decir, la visibilidad. 
La Anunciación
Sala de encuentros del centro de espiritualidad «Los manantiales» de la Comunidad Emmanuel
Lecce - Italia
Junio 2004

El descenso a los infiernos
La escena central, que representa la verdadera llamada, es aquella en la que se ve a Cristo que desciende al reino de los infiernos para sacar al hombre de la muerte. Cada hombre, de una manera u otra, ha muerto, porque el pecado mata. Cualquier tipo de mal -físico, mental, moral, social- tiene su raíz en el pecado, no sólo personal, sino el de Adán, el de toda la humanidad.
La Palabra de Dios llama a la existencia, a la vocación. Gregorio Nacianceno dice que Dios es un Dios que habla, es el Logos, y que el hombre comenzó a existir cuando el Creador le dirigió la palabra. El hombre es una persona porque Dios le ha dirigido la palabra.
La pared ha sido pensada recordando que el Logos, el Verbo, llama a la existencia. Berdiaev dice que el hombre, antes aún de ser creado, ya tiene su vocación y, a continuación se le da la existencia, precisamente para poder cumplir esta vocación.
Jesucristo en el descenso a los infiernos
Sala de encuentros del centro de espiritualidad «Los manantiales» de la Comunidad Emmanuel
Lecce - Italia
Junio 2004

San Pedro
Pedro llora amargamente tras haber negado al Señor por tres veces; arriba el gallo canto.
San Pedro llora amargamente tras haber negado trers veces al Señor; arriba, el gallo canta.
Sala de encuentros del centro de espiritualidad «Los manantiales» de la Comunidad Emmanuel
Lecce - Italia
Junio 2004

Curación de un lisiado
San Pedro cura a un lisiado a la puerta del templo (Hechos 3, 1-10). Detrás de los muros del templo, se vislumbra el muro blanco de la Iglesia y el Cordero que apacientan al rebaño en las fuentes de la vida, tal como se describe en el Apocalipsis (21, 1). Esta Iglesia, en efecto, se apoya sobre la roca que es Pedro. Pedro está en una postura parecida a la de Cristo en el descenso a los infiernos, para subrayar que la Iglesia continúa en la obra salvífica de su Señor.
San Pedro cura al lisiado en la puerta del templo
Sala de encuentros del centro de espiritualidad «Los manantiales» de la Comunidad Emmanuel
Lecce - Italia
Junio 2004
 
Abraham
Sala de encuentros del centro de espiritualidad «Los manantiales» de la Comunidad Emmanuel
Lecce - Italia
Junio 2004

San Pablo
San Pablo en camino hacia la Iglesia del Cordero.
San Pablo en camino hacia la Iglesia del Cordero
Sala de encuentros del centro de espiritualidad «Los manantiales» de la Comunidad Emmanuel
Lecce - Italia
Junio 2004

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