viernes, 14 de julio de 2017

UN HOMBRE, UN VOTO; UNA MUJER, UN ÚTERO; POR ANTONIO GARCÍA-BERBEL



La ley que apruebe en España la gestación subrogada será la más machista de nuestra historia. Sus defensores parten de una premisa muy peligrosa: que hay un nuevo "derecho a tener hijos" de forma alternativa a como se engendran de forma natural. En realidad, ese derecho no existe en la legislación española. Pretender incluirlo en el ordenamiento jurídico sería un retroceso de dimensiones tan grandes que nos llevaría a revivir la época de la esclavitud.
Existe el derecho de los niños a tener unos padres. Ese derecho sí es fundamental y connatural a la dignidad de las personas humanas. La interpretación del contenido de ese derecho no puede forzarse hasta distorsionarlo por completo, ajustándolo a intereses de ciertos grupos de presión, que hacen gala de sus reivindicaciones con mucho orgullo, pero poco fundamento legal.
El nuevo sistema que algunos tratan de introducir, permisivo con la gestación subrogada, socava los fundamentos y principios legales que sustentan el régimen de la paternidad y maternidad en España. La propuesta de regular la gestación subrogada es una forma encubierta y retrógrada de convertir la trata de seres humanos en un derecho.
En algunos regímenes que aceptan la gestación subrogada se contempla a la mujer desde un prisma reducionista, asignándole un papel en la (pro) creación meramente instrumental, valorando sobre todo su actividad pasiva (concebir y parir) antes que la activa (pro-crear), rebajándola a la categoría de sujeto-objeto utilizable y reutilizable, apreciándola sobre todo por tener un útero potencialmente útil, y obligándole a desposeerse de su maternidad, a la que se ve obligada a renunciar. Esa renuncia de la madre sobre su hijo lleva aperajada la negación a su hijo del derecho a conocer su identidad.
En la propuesta legislativa de la maternidad subrogada, a la mujer que engendra no se le llama "madre", ni siquiera "progenitora", sino "aportante de útero", o lo que es más degradante aún, "gestante". ¿Por qué llamar a una ley de "maternidad subrogada" cuando en realidad obliga a la mujeres a renunciar a lo más distintivo de ellas como es su capacidad de ser madres?
La gestación subrogada instrumentaliza a las mujeres hasta el punto de obligarlas a renunciar a dos derechos fundamentales: la patria potestad sobre sus propios hijos, y el derecho que tiene a conocer a sus hijos. El contrato que se propone que firmen las mujeres "aportantes de úteros" es una auténtica aberración, con las peores y más abusivas cláusulas.
En España, esa ley no es una necesidad, ni resuelverá un problema social. Se trata de un experimento de ingeniería social que puede crear problemas mayores: se dispararán los alquileres de úteros, aparecerá una nueva forma de prostitución, y las gestantes se convertirán en meros objetos para satisfacer los deseos del progenitor (macho).
Los ideólogos defensores de la gestación subrogada apelan también al argumento de la gratuidad de las gestantes voluntarias. Eso no se lo cree nadie. Es difícil encontrar mujeres que trabajen gratis o de soportar un sacrificio tan grande como es el de quedarse embarazada de un "no-hijo" suyo de forma desinteresada y altruista. No seamos ingenuos.
Hoy día, la mayoría de las mujeres que fuera de una familia normal y natural están dispuestas a dar la vida por los demás se encuentran en los conventos de monjas, o entre quienes adoptan formas de vida asimilada a la religiosa; pero esas mujeres, además de que ya son pocas o de edad avanzada, difícilmente estarían dispuestas a violar sus votos para "gestar" no-hijos gratis et amore para complacer los deseos de unos desconocidos. Curiosamente, haciendo una simple búsqueda en internet y poniendo las palabras "maternidad subrogada" nos encontramos con empresas que anuncian "programas a precios accesibles". ¿Es, o no es un negocio?
Si tanta demanda de bebés hay en España, ¿por qué no facilitar la adopción, ofreciendo alternativas a tantas chicas jóvenes que por distintos motivos se ven obligadas a abortar, antes que convertir a las mujeres en úteros?
Conforme a nuestro derecho Civil, el concebido se tiene por nacido para todos los efectos que le sean favorables, siempre que nazca con estas condiciones: que tenga vida una vez producido el desprendimiento del seno materno. Poco favorece a un niño que ya desde el seno materno se negocie sobre quién será su madre, privándole de la verdadera y natural.
En España hemos alcanzado durante la democracia cotas altas de protección de los derechos fundamentales. Difícilmente podrá encajarse una ley de gestación subrogada, que obligue a las mujeres a renunciar a la patria potestad sobre sus futuros no-hijos y convertir a personas humanas (concebidas por pactos) en objetos de contratos.
El único político que por ahora se ha pronunciado sin tapujos sobre los vientres de alquiler ha sido el ultra-izquierdista Pablo Iglesias, explicando que "la traducción práctica de la gestación subrogada es que haya granjas de mujeres en Ucrania".
¿Habrá problemas que resolver en España como para que los políticos se dediquen a perder el tiempo en generar más de los que tenemos?
Antonio García-Berbel

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