martes, 30 de agosto de 2016

EL ABORTO ES EL CAMPO DE BATALLA DE NUESTRO TIEMPO, AFIRMA LÍDER PRO-VIDA



Vicky Thorn del Proyecto Raquel / Fotos: Eduardo Berdejo (ACI Prensa) - Flickr de Lunar Caustic (CC-BY-SA-2.0)BOGOTÁ, 29 Ago. 16 / 11:03 pm (ACI).- “En este Año de la Misericordia es importante reconocer que el aborto es el campo de batalla de nuestro tiempo”, advirtió Vicky Thorn, fundadora del Proyecto Raquel, una iniciativa de la Iglesia en Estados Unidos que asiste a mujeres con el síndrome post aborto y que “debe ser entendido como un hospital de campaña que ofrece misericordia”.

Thorn dijo estas palabras durante el tercer día del “Extraordinario Jubileo de la Misericordia en el Continente Americano” que se realiza en Bogotá (Colombia) hasta el 30 de agosto y que es convocado y organizado conjuntamente por la Pontificia Comisión para América Latina (CAL) y el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), en contacto y colaboración con los episcopados de Estados Unidos y Canadá.

La líder pro-vida compartió el panel “Experiencia de obras de misericordia en las Américas” con el P. Renato Poblete del Hogar de Cristo (Chile), el Hno. Hans Stapel de Fazendas de Esperanza (Brasil), Mons. José Luis Azuaje de Cáritas Latinoamericana, y Andrew Walther, Vicepresidente de Comunicaciones de los Caballeros de Colón que asistió en nombre del CEO de esta organización, Carl Anderson.

Thorn dijo que si bien la Organización Mundial de la Salud indica que cada año hay unos 40 o 50 millones de abortos en todo el mundo, en realidad, “el número total de mujeres que han experimentado un aborto es desconocido, pero se trata de una herida generalizada que clama por la misericordia Dios”. “La herida del aborto es la de una madre que ha perdido a su hijo de una manera traumática y antinatural. Es un fenómeno global”, señaló.


La fundadora del Proyecto Raquel criticó que los promotores del aborto hablen del síndrome post aborto “como de un simple procedimiento médico”; sin embargo, las mujeres que abortaron “viven una gran confusión por la profundidad de su padecimiento” y muchas, “aunque no provengan de una tradición religiosa, llegan a creer que han cometido un pecado imperdonable”.

Pero el aborto también afecta a los padres, que “heridos por la pérdida de un hijo, con frecuencia se alejan de la Iglesia” y caen en comportamientos riesgosos. “Tanto hombres como mujeres necesitan ser ayudados”, afirmó.

En ese sentido, recordó las palabras de San Juan Pablo II en la Evangelium Vitae, donde expresa a las mujeres que han abortado la cercanía de la Iglesia, que “sabe cuántos condicionamientos pueden haber influido en vuestra decisión, y no duda de que en muchos casos se ha tratado de una decisión dolorosa e incluso dramática”; y por ello las anima a no dejarse vencer por el desánimo ni abandonar la esperanza, sino confiar su hijo a Dios y a su misericordia.

Por ello, destacó la importancia del Proyecto Raquel, que desde 1984 sale “al encuentro de hombres y mujeres para que, a través de un contacto telefónico y un correo electrónico, puedan encontrar un punto de referencia para recibir cuidado y, sobre todo, a un grupo muy preparado de Confesores, profesionales de la salud mental, directores espirituales” y otras personas dispuestas a acompañarlos en un proceso de curación.

“La mayoría de las diócesis de Estados Unidos cuentan con un centro de atención, pero es necesario desarrollar planes para dar a conocer con mayor amplitud que existe este tipo de ayuda. Con el tiempo, además de ello, grupos católicos han llegado a construir en cementerios católicos espacios dedicados a los niños no nacidos”, y además “multitud de mujeres han podido encontrarse con la misericordia y el perdón a través del Sacramento de la Confesión”.


Thorn aseguró que este ministerio “es un buen ejemplo del modelo de Iglesia como ‘hospital de campaña’” y que “los resultados de esta curación son muchos”.

“Las personas heridas no solamente son sanadas y liberadas a través del cuidado compasivo de la Iglesia, y por el retorno a una vida sacramental; también aquellos que no conocían a la Iglesia y se acercan buscando ayuda, en muchos casos terminan abrazándola. Y lo que es muy importante, las personas sanadas jamás vuelven a apoyar el aborto y, de hecho, trabajan diligentemente para defender la vida. ¡Son ellas las que pondrán punto final al aborto!”, expresó.

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