Se acaba de dar a conocer el Mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma de este año. Es un texto breve, que se puede leer con facilidad y que conviene leer con sosiego para adentrarnos en las obras de misericordia que se nos proponen para el camino jubilar en el que estamos embarcados. Aquí os dejamos, para el análisis y para facilitaros el acceso al texto, algunas claves del Mensaje del Papa, en concreto trece (una más doce):
1. El título, “Misericordia quiero y no sacrificio”, corresponde a un versículo del Evangelio de san Mateo (Mt 9,13)
2. La misericordia de Dios es un anuncio al mundo, pero cada cristiano estamos llamado a experimentar en primera persona ese anuncio.
3. Nada mejor que el tiempo de Cuaresma para ponernos manos a la obra y convertirnos en misioneros de la misericordia, signo concreto para todos de la cercanía y del perdón de Dios.
4. En el texto, la primera mirada es para María. El Papa nos invita a que también fijemos los ojos primero en ella, en la medida en que es icono perfecto de la Iglesia que evangeliza.
5. No estamos abandonados de la mano de Dios. La alianza de Dios con los hombres es una historia de misericordia.
6. La misericordia de Dios transforma el corazón del hombre haciéndole experimentar un amor fiel, y lo hace a su vez capaz de misericordia.
7. Es siempre un milagro el que la misericordia divina se irradie en la vida de cada uno de nosotros, impulsándonos a amar al prójimo y a animándonos a vivir lo que la tradición de la Iglesia llama las obras de misericordia corporales y espirituales.
8. Estas obras nos recuerdan que nuestra fe se traduce en gestos concretos y cotidianos, destinados a ayudar a nuestro prójimo en el cuerpo y en el espíritu, y sobre los que seremos juzgados: nutrirlo, visitarlo, consolarlo y educarlo.
9. Hacerlo nos servirá además para despertar nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza, y para entrar todavía más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina.
10. En el pobre, la carne de Cristo se hace de nuevo visible como cuerpo martirizado, llagado, flagelado, desnutrido, en fuga, perseguido a causa de su fe … para que nosotros lo reconozcamos, lo toquemos y lo asistamos con cuidado.
11. El pobre más miserable es quien no acepta reconocerse como tal. Cree que es rico, pero en realidad es el más pobre de los pobres, que ni siquiera ve al pobre Lázaro que mendiga a la puerta de su casa. Lázaro es la posibilidad de conversión que Dios nos ofrece y que quizá no vemos.
12. Ese ofuscamiento a veces va acompañado también de un soberbio delirio de onmipotencia, en el cual resuena siniestramente el demoníaco “seréis como Dios”. Los totalitarismos del siglo XX nos lo han mostrado con detalle. Las ideologías del pensamiento único y de la tecnociencia que hoy pretender hacer que Dios sea irrelevante y que el hombre se reduzca a una masa para utilizar siguen en ese empeño. Como también sucumben hoy a ese delirio las estructuras de pecado vinculadas a un modelo falseo de desarrollo, basado en la idolatría del dinero.
13. No perdamos el tiempo. Mucho menos aún este tiempo de Cuaresma, tan favorable a la conversión que todos necesitamos.