jueves, 25 de abril de 2013

TRULLO PERPETUO; POR ALFONSO USSÍA.

La Razón



A Francia, «La France», los españoles no tenemos autoridad para darle lecciones de democracia. Se cuenta del primer encuentro de Tarradellas con Fraga, que tuvo lugar en el «Landa» de Burgos. Carlos Sentís y Antonio de Senillosa estuvieron presentes. Se reunía un ministro de Franco con un exiliado del franquismo, que semanas más tarde sería presidente de la Generalidad. Tarradellas pasó la mayor parte de su destierro en Francia, y quiso saber lo que más gustaba a Fraga de la nación vecina. Don Manuel, que era cultísimo, le dio un repaso tragándose las sílabas de la Literatura francesa, de su novelística, de su memorialismo, de su refinamiento. No quiso entrar en Política. Pero Tarradellas, que carecía de complejos, lo hizo con contundencia. «Mire, Fraga, a mí lo que más me gusta de Francia son los quesos y la guillotina».
Los quesos siguen con buena salud –«no se puede ser Presidente de un país con trescientas clases diferentes de quesos», dijo De Gaulle–, y la guillotina, a Dios gracias, ya no le corta la cabeza a nadie. Pero Francia y sus leyes no se atemorizan cuando la justicia anda de por medio. Casos como los de «Ternera», De Juana Chaos o Bolinaga, no se dan allí. El «buenismo» español, adoptado por una derecha que se disfraza de socialdemócrata, alcanza cotas de estupidez insuperable cuando se trata de perdonar a los terroristas. Que si una huelga de hambre, que si una enfermedad en fase terminal... Bobadas manchadas de estiércol. En Francia, a los terroristas que asesinan en Francia y matan en Francia se les aplica la cadena perpetua, que no se entiende el motivo del espanto que en España produce. La Fiscalía ha solicitado para el etarra Carrera Sarobe «Ata», la pena a perpetuidad, y a sus dos compañeros de sangre, 30 años de prisión, de los que cumplirán 20, con huelgas de hambre, con enfermedades terminales, con golondrinos en las axilas o con orquitis en el testiculamen. Estos tres asesinos se equivocaron de territorio para matar a dos guardias civiles. Lo hicieron en suelo francés. En España serían condenados a tres mil años de prisión para cumplir un decenio encerrados. Allí las condenas se cumplen a rajatabla. Que se jodan los terroristas. Erraron al asesinar en un país que carece de complejos.
Mientras «Ata» se enfrenta a toda una vida detrás de las rejas, «Ternera» sigue sin aparecer, De Juana Chaos se mueve por las urbanizaciones costeras venezolanas, y Bolinaga se agarra sus correspondientes cogorzas en las tabernas de Mondragón. Ignoro si los oncólogos han tomado nota. Ante una situación irreversible y terminal, el vino tinto actúa con más eficacia que la más avanzada quimioterapia. Porque Bolinaga, que no ha hecho otra cosa que pasear y beber desde que fue puesto en libertad, está hecho un toro, y además ha manifestado repetidas veces que no se arrepiente de nada y que se siente muy orgulloso de su trayectoria en la ETA. Cuando Rubalcaba soltó a De Juana Chaos «porque se nos va a morir en la cárcel», conocía perfectamente los frecuentes fornicios que cumplía con su novia, hoy señora de De Juana. Y ahora vuela de nuevo el Faisán, pero con mucha más vistosidad y fortaleza. Todo esto responde a una traición. Una traición a los españoles, a la justicia y a las víctimas del terrorismo. Traición que principia con la reunión de López y Eguiguren con los terroristas, que sigue con el soplo del Faisán, que se acrecienta con la libertad de De Juana Chaos y que se culmina con el Gobierno del Partido Popular que suelta a Bolinaga. Complejos y complejos. En Francia, «La France», cadena perpetua. Y nuestros gobernantes, manchando los gayumbos.

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