lunes, 18 de diciembre de 2023

* ESPERANZA

 

Con mi tradicional Cuento de Navidad despido un año en esta tribuna de San Fernando Información en la que he escrito desde la Libertad lo que opino, siento y pienso...

Este año el cuento está escrito en color verde Esperanza.

Gracias por vuestra confianza y estar siempre ahí.

Jesús Rodríguez Arias



ESPERANZA

Se había levantado pronto cosa que hacía siempre desde que tenía once años. Cuando era niña, según le dice su madre Natividad, le gustaba remolonear antes de incorporarse de la cama en días de fiesta.

Lleva el día con el cuerpo entrecortado, le pasa lo mismo desde hace cuarenta años. La Navidad que era una fiesta muy bonita se volvió oscura y tenebrosa desde que pasó lo que pasó. Desde entonces poco o nada había que celebrar a pesar de que su madre y sobre todo la abuela Purita pusieran, haciendo de tripas corazón, toda la leña en el asador para que tanto su hermano Sebastián como ella celebraran la festividad del Nacimiento de Jesús.

Recordaba que hacía un año, más o menos, su padre Nicolás había sido destinado a tierras del norte de España, a una región, una ciudad, donde ser Guardia Civil se pagaba con la vida. Ella tendría nueve años y aunque notó el cambio de pasar de la amabilidad de un pueblo del sur a una ciudad donde sus habitantes vivían con miedo a hablar o poniendo gestos de menosprecio cuando señalaban a la Benemérita como “txakurras o pikoletos”.

Le duele hacer memoria de esos años porque de pasar a la alegría de la casa cuartel en ese pueblo que tanto los querían a tender los uniformes, como hacía madre, por dentro para que nadie de fuera supiera que allí vivía un guardia había un abismal trecho. Algunos indolentes les echaban en cara que no se integraran en la sociedad, que no fueran de los “suyos”, pero cómo iban hacerlo si el hecho solo de vestir el verde uniforme los condenaba a muerte. Fueron tiempos muy duros y de mucha incomprensión.

Siempre recordará ese 18 de diciembre de 1983. Su padre Nicolás, vestido de paisano pues acababa de salir de guardia, le acompañaba al colegio como todos los días. A su hermano Sebastián, tres años menor que ella, lo llevaría su madre al autobús pues ese día tenían excursión.

Teníamos previsto marchar el día que se juega el Gordo de la Navidad para nuestro pueblo del sur, donde vivían los abuelos. El abuelo Paco, padre de mi padre, también era Guardia Civil, aunque ya llevara algunos años retirado. Íbamos charlando de nuestras cosas, riéndonos, proyectando las excursiones que haríamos, lo bien que nos lo pasaríamos en las cenas y almuerzos familiares.

Todo eso se truncó en un instante. Un ruido ensordecedor me empujo y solo alcancé a ver a dos individuos con la cara tapada con un pasamontaña negro que corrían velozmente ante la mirada llena de estupor de los paseantes. Mi padre tirado en el suelo boca abajo con la cabeza ensangrentada… No puedo contaros más porque dicen que perdí la conciencia. Con el tiempo supe le habían descerrajado el cráneo de un tiro que fue atribuido a un comando formado en agosto de ese fatídico año.

Desde entonces el tiempo se paró en casa, nos mudamos a nuestro pueblo del sur donde todos nos cuidaron, donde nuestros abuelos, tíos, primos, amigos, han hecho todo lo posible para fuéramos lo más felices posible. Eso sí, tanto ellos como mi madre Natividad nos recordaban a nuestro padre a cada momento. Se sentían orgullosos de este buen guardia que entregó su vida para que todos viviéramos en paz.

Hoy, 18 de diciembre, Esperanza se ha vuelto a levantar muy temprano. Nunca se casó. Trabaja como funcionaria en el ayuntamiento de su pueblo. Su madre Natividad ya es mayor, sus abuelos hace tiempo fallecieron. Hoy vuelve su hermano Sebastián, que es Guardia Civil como padre y abuelo Paco, viene con la familia a pasar con ellos la Navidad.

Mi madre hizo que creciéramos en el perdón a nuestros enemigos. Perdonar no es olvidar, es reclamar que se haga justicia sin venganza.

Esperanza ha vuelto a creer en Jesús, que cada año se hace Niño por todos nosotros, ha vuelto a disfrutar de la Navidad…

Esperanza sabe que un Guardia Civil puede morir, pero nunca se rendirá.

Con mi particular cuento os deseo a todos una Feliz Navidad y un venturoso, Dios lo quiera, año 2024. Nos volvemos a reencontrar el lunes 8 de enero.

Jesús Rodríguez Arias





lunes, 11 de diciembre de 2023

* CLAROSCUROS

 

Hoy al igual que mañana, indefectiblemente, tengo que echar la vista para atrás ya que mi recorrido existencial tiene más pasado que futuro...

Estoy en una etapa en la que intento observar con gratitud los claroscuros de mi vida.

En este intimista artículo que se publica en mi semanal tribuna de todos los lunes en San Fernando Información os lo intento explicar.

Jesús Rodríguez Arias


CLAROSCUROS



Hoy, indefectiblemente, tengo que echar la vista para atrás ya que mi recorrido existencial, lógicamente, tiene más pasado que futuro. En este día tan concreto y especial echo un vistazo a mi vida a modo de recuerdos, con la objetividad que te dan los años, observando como en mi particular camino, como el de todos en verdad, van predominando los claroscuros.

Lógicamente sería un necio si escribiera que no me arrepiento de nada. Verdaderamente soy consciente que lo hecho hecho está y aun habiendo afrontado la vida tal venía desde el prisma del honor todo he intentado hacerlo para bien, aunque algunas veces haya sido para todo lo contrario. Lamentarse por un pasado que podría haber sido mejor es una tontería porque ya nada de lo realizado se puede modificar.

Pienso que la vida, la de cada cual, con sus pros y contras nos enseña que el mejor itinerario es el de hacer todo desde la coherencia personal, es decir, que lo que uno piense, diga y haga se corresponda con quién en verdad se es.

Intentamos dejar todo para mejor momento. Que si un viaje, una visita a ese lugar que gusta, quedar con los amigos, conversar apaciblemente y disfrutar con tu pareja, dedicarle tiempo a los que te quieren de verdad, leer, escuchar música, ir a ese concierto que tanto años tienes en mente, darte ese capricho que siempre se deja como última opción, rezar, ir al sagrario, disfrutar a tu modo y manera de este preciso instante que Dios te está regalando. No olvidemos que el tiempo es vida, como dice mi querido y admirado amigo Don Julián Berzosa, cura rural en Valderredible (Cantabria). No es oro, es vida, que es mucho más que cualquier precioso y caro metal. La vida tiene un valor incalculable y nuestro tiempo termina cuando concluye la misma. Si nos levantamos con la idea de que mañana es hoy todo, hasta lo más ínfimo, adquiere vital importancia.

A mis cincuenta y cuatro años sé que he transitado gran parte de mi recorrido existencial y va quedando un camino más o menos corto, eso solo Dios lo sabe, lleno de ilusionada Esperanza. Creo que lo que me queda por caminar debo hacerlo despojado del sobrante equipaje que tanto puede ralentizar mis pasos. Es mejor ir ligero con lo justo y necesario, con los que es verdaderamente imprescindible: El Amor, la Fe, la Caridad, la Esperanza y el Honor. Tener ojos de niños para observar las etapas de la vida que están por llegar, disfrutar cada instante de las personas queridas, de los lugares que el Señor nos regala. Que los achaques y limitaciones no nos ralenticen ni relativicen lo que es fehacientemente importante.

Hasta ahora en mi vida ha habido de todo como en botica, doy gracias a Dios porque he tenido el privilegio de conocer y tener amistad con hombres y mujeres de honor, grandes intelectuales, personalidades, así como personas normales y corrientes que con su trabajo y esfuerzo me han enseñado a ser cada día un poquito mejor o por lo menos intentarlo. También ha habido etapas de mucho sufrimiento que me han servido como superación personal. Soy el que soy gracias a todo lo que he tenido que hacer, a todo lo que me he tenido que enfrentar, a todo lo que he tenido que sufrir y vencer…

Ahora estoy en una etapa de alejamiento del mundo, prefiero la buscada soledad, los momentos de silencio, el recorrer los años que me restan con Hetepheres, que es la mujer de mi vida, y de aquellos, cada vez son más pocos, en los que deposito mi total confianza. A esos que les digo que me busquen donde saben que nadie me va a encontrar y dan conmigo. Esos, verdaderos hermanos del alma, que siempre están.

Termino de escribir este íntimo artículo cuando estoy solo en Loma Somera, más tarde llegarán los vecinos que viven todo el año. Y en este silencio, en la quietud que nos rodea, observo que llueve sigilosamente mientras el frío parece envolvernos. Cierro los ojos y observo con inmensa tranquilidad de conciencia los claroscuros recuerdos que me acompañarán lo que me reste de vida.

Jesús Rodríguez Arias

 

lunes, 4 de diciembre de 2023

* BIEN APARECIDA

 


Llegó a mi vida sin proponérmelo y para quedarse...

Hoy os lo cuento en mi semanal tribuna de San Fernando Información.

Jesús Rodríguez Arias




BIEN APARECIDA

Se acercan unos días que son marianos por antonomasia siendo esta semana especial pues se celebra el dogma de la Inmaculada Concepción de María que a mí particularmente me toca de lleno toda vez que cada 8 de diciembre lo llevo marcado a fuego en el alma ya que ese día la imagen de María Santísima de la Amargura, cotitular de mi querida Hermandad de Afligidos, celebra cultos y estará expuesta a veneración pública en Besamanos. ¡Cuántos recuerdos y vivencias palpitan en mis sienes con la Madre y Señora del Cristo Nuevo!

La Inmaculada Concepción es Patrona de España y también de la Real y Benemérita Institución de los Caballeros Hospitalarios Españoles de San Juan Bautista a la que me honro en pertenecer hace más de una década y que realiza una ingente labor en favor de los más necesitados de la sociedad.

El que bien me conoce sabe que soy muy de Cristo, muy del Sagrario, aunque eso no es óbice para que mi vida esté impregnada con el envolvente perfume de María y por eso mismo os voy a contar el por qué he titulado este artículo de esta manera.

María, Madre de Dios, nuestra y de la Iglesia, es solo una siendo sus advocaciones las que nos acercan más si cabe a Ella. Como carmelitano de pila la Virgen del Carmen de La Isla forma parte de mi ADN original, la advocación de María Auxiliadora le profeso cariño y devoción desde esos años que viviera en Chiclana, cerca de Campano, donde estudiaba y trabajaba en el campo por igual. Rosario siempre formará parte de mi recorrido existencial…

El año pasado fue duro porque sin pensarlo cayeron, sin esperármelo, lugares idealizados, personas en las que confiaba, devociones que pensaba eran profundas. Solamente el dolor puede provocar este tipo de terremoto existencial. Llegué a Cantabria con el paso algo cambiado a un lugar donde se vive desde la libertad y supuso el esperanzador hálito que tanto necesitaba. Esperanza es una advocación que también me nutre y alimenta.

Fue en este lugar, donde me hallo a la hora de escribir este artículo, cuando sin proponérnoslo, nos encontramos en un precioso Santuario rodeado de montes y ese inigualable y envolvente aroma que nos ofrece la desnuda naturaleza. Entramos dentro del mismo, lo conocíamos de cuando lo visitamos hace más de diez años gracias a los cursos de verano que se celebraban la tercera semana del mes de julio en Santander. Allí estaba Ella, tan pequeñita, tan cántabra, tan bonita…

Y la Virgen de la Bien Aparecida, Patrona de Cantabria, quiso hacerse la encontradiza conmigo, algo mientras le rezaba con profunda emoción hizo que las abiertas heridas fueran sanando con el bálsamo de Fe y Amor de la Santísima Virgen María. Cuando entramos en la tienda de recuerdos compré una sencilla estampa, la guardé dentro del Evangelio que leo y medito. Le rezo todos los días, pongo en sus manos mis inquietudes, ofrezco mis pesares y padecimientos, imploro y rezo por los míos, por los que tengo cerca e incluso lejos.

Ya no podría vivir sin verla todos los días, rezarle, hablar con Ella. No es la imagen más bella del mundo, pero para mí es la más bonita por sencilla y pequeña.

En verdad lo que nos hace verdaderamente grandes ante Dios y los hombres es la forma de adecuar nuestros pasos a los que nos lleve ser pequeños, sencillos y humildes de corazón. En un mundo donde es más el que más tiene, en una sociedad que valora el que tanto tiene y tanto vale, donde todos intentan ser famosos de sus propias historias por medio de las redes sociales, donde la inmensa mayoría quiere tener razón, aunque les falten argumentos, a estas alturas soy de esos que prefieren vivir alejados del mundanal ruido, aunque no de las personas que quiero y me quieren de verdad.

Este pasado septiembre Hetepheres me hizo un regalo maravilloso por nuestro aniversario de boda: Una pequeña imagen pintada a mano de la Virgen de la Bien Aparecida tal y como aparece en la estampa de mis rezos. Ahora Ella está siempre a la vista, ahora escribo gloriándome en Ella.

Jesús Rodríguez Arias