LA QUINTA COLUMNA
JAIME ROCHA | ACTUALIZADO 27.04.2013 - 01:00
Terrorismo activo
EN septiembre de 2010 publicaba en estas mismas páginas un artículo titulado 'Terrorismo Durmiente' sobre la detención de un marroquí de 27 años que llevaba, nada menos que siete años, integrado en la sociedad alicantina, empadronado en un pueblo agrícola de 2.400 habitantes, cuyo censo creció por la llegada de emigrantes de ese origen. Pertenecía a Protección Civil, y toda cuanta organización cívica le permitiera conocer a personas o lugares donde perpetrar sus proyectos criminales, pero algún error o precipitación llamó la atención de un vecino, éste lo comunicó a algún cuerpo de seguridad y a partir de ese momento sus movimientos, relaciones y actividades pasaron a estar controladas. Antes de que cometiera una acción terrorista irreparable, fue detenido.
En Boston, los hermanos Tsarnaev, de origen checheno, acaban de causar la muerte de tres personas, incluido un niño de 8 años, y más de 170 heridos. Tamerlan, el hermano mayor muerto, era vigilado desde 2011 como 'radical islamista', pero algo tan sencillo como el cambio en la grafía de su apellido, posiblemente involuntaria, tras un viaje de seis meses a Chechenia, fue suficiente para perderle la pista. Ambos hermanos tenían la nacionalidad norteamericana, eran universitarios y llevaban diez años de residencia en USA.
Pocos días más tarde, la policía canadiense detuvo a dos terroristas, residentes en Toronto y Montreal, frustrando un ataque contra un tren. Eran vigilados desde 2012 y componían una célula de Al Qaeda.
El pasado martes 23, se producen las detenciones en Zaragoza y Murcia de un argelino y un marroquí, respectivamente, como componentes de una célula de Al Qaeda del Magreb Islámico con sede en Mali. Ambos estaban bajo vigilancia desde hace dos años.
Hace pocos días una periodista, en entrevista para una televisión, tras casi una hora hablando de los servicios de inteligencia me preguntó: "¿Estamos seguros?". Toda la seguridad que el impagable trabajo de los cuerpos de seguridad del Estado, los servicios de inteligencia y la colaboración ciudadana, con más 500 detenciones en los últimos años, son capaces de proporcionarnos.
En Boston, los hermanos Tsarnaev, de origen checheno, acaban de causar la muerte de tres personas, incluido un niño de 8 años, y más de 170 heridos. Tamerlan, el hermano mayor muerto, era vigilado desde 2011 como 'radical islamista', pero algo tan sencillo como el cambio en la grafía de su apellido, posiblemente involuntaria, tras un viaje de seis meses a Chechenia, fue suficiente para perderle la pista. Ambos hermanos tenían la nacionalidad norteamericana, eran universitarios y llevaban diez años de residencia en USA.
Pocos días más tarde, la policía canadiense detuvo a dos terroristas, residentes en Toronto y Montreal, frustrando un ataque contra un tren. Eran vigilados desde 2012 y componían una célula de Al Qaeda.
El pasado martes 23, se producen las detenciones en Zaragoza y Murcia de un argelino y un marroquí, respectivamente, como componentes de una célula de Al Qaeda del Magreb Islámico con sede en Mali. Ambos estaban bajo vigilancia desde hace dos años.
Hace pocos días una periodista, en entrevista para una televisión, tras casi una hora hablando de los servicios de inteligencia me preguntó: "¿Estamos seguros?". Toda la seguridad que el impagable trabajo de los cuerpos de seguridad del Estado, los servicios de inteligencia y la colaboración ciudadana, con más 500 detenciones en los últimos años, son capaces de proporcionarnos.
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