Foto de familia en la que me honro estar junto a Monseñor D. Rafael Zornoza, D. José Loaiza, Alcalde de San Fernando, D, Daniel Nieto, D. José Macías, mi querido hermano Antonio Guillén, el Padre D. Fernando Cordero y el Arcipreste de la Ciudad, Rvdo. Sr. D. Alfonso Gutiérrez Estudillo.
En la vida hay situaciones que experimentar
ciertas experiencias o encuentros con determinadas personas, que pueden ser
amigos o no serlos, pueden resultar más o menos agradables o fructíferos.
El caso que motiva este post es siempre motivo de
alegría personal porque estando con una persona que transmite tanto, se entrega
y dona tanto a todos los que quieran ser abrazados por él, digno Pastor, entre
un rebaño variopinto que siguen la estela del que es Todo Amor.
El pasado lunes era convocado por el Arcipreste de
San Fernando, como miembro de la Comisión Pro-Corpus Christi, para asistir a la
recepción que ofrecía el Alcalde de la Ciudad, D. José Loaiza, al Obispo de
Cádiz y Ceuta con motivo de su presencia y participación tanto en el Pontifical
como en la posterior Procesión del Corpus que, D.m., saldrá a las calles de
esta bendita Isla en la tarde del domingo 2 de Junio. El contar con la
presencia del Prelado de la Diócesis es un auténtico hecho histórico en la
reciente historia de nuestra Ciudad.
Cuando nos vimos sucedió lo de siempre: Nos dimos
un abrazo, a modo de saludo, que es la forma de encontrarse dos personas que se
profesan una buena amistad.
Y esa amistad, por mi parte, en el inmenso cariño
y profunda admiración que profeso por Monseñor D. Rafael Zornoza Boy. Cariño,
admiración, respeto que no busca nada, ni tiene intereses particulares ni
personales, todo lo contrario. Para Hetepheres y para mí esta relación llena de
afecto destaca en estar al servicio de la Iglesia ayudando a nuestro Pastor
Diocesano desde cualquier sitio o situación y también desde la oración. D.
Rafael Zornoza está en nuestros rezos diarios porque un Ministro de Dios que se
entrega al cien por cien para hacer que la Diócesis de Cádiz y Ceuta adecue su paso a la realidad actual dentro de la
Santa Madre Iglesia. Necesita de nuestras oraciones al Padre para que le de
fuerzas en los momentos donde haya que adoptar necesarias e imprescindibles
decisiones y que pueden conllevar alguna que otra ingratitud o incomprensión de
unos cuantos.
El trabajar por la Iglesia, sea en el lugar que
sea, es prestar un verdadero servicio a Dios y a los hombres. Muchas veces nos
enfrascamos en mil cosas que nublan nuestros sentidos y no vemos la realidad
tal y como es. Muchos no entienden, porque no lo saben o no lo quieren saber,
que la Iglesia debe ser servida en la medida que ella quiere ser servida. Esta
máxima siempre la he llevado como parte inexorable en mi vida y de apostolado.
Por Gracias de Dios he podido desarrollar mi apostolado y mis labores de
evangelización, misión primordial de todo cristiano, desde diversos lugares,
instituciones o medios y siempre lo he realizado con auténtica vocación de
servicio siendo consciente de que todo tiene un principio y un final y que el
Señor te va indicando tanto cuando comienza o cuando se termina. Dios lo pone
ante nuestros ojos de forma tan clara que es una necedad no hacerle caso y
resistir porque, al final, sucede lo que Él quiere, lo que es lo mejor para
nuestras vidas.
El 22 de Octubre de 2011 se abría una puerta hacia
la esperanza, hacia una nueva forma de ver, ser y hacer Iglesia porque desde
esa importante fecha se convertía en nuestro Obispo un hombre bueno, lleno de
humildad, cordialidad y simpatía aunque firme en sus ideas y sabiendo llevar el
báculo que dirige a todos los fieles que conformamos esta difícil Diócesis de
Cádiz y Ceuta.
Mi querido D. Rafael:
¡GRACIAS! Gracias por ser como es, por su entrega
y disponibilidad siempre con todo y con todos. Por su sensibilidad y
acogimiento, por su saber estar siempre, por cuidar a la juventud que es el
mayor tesoro que tiene la Iglesia, por ser un padre para todos los seminaristas
que serán los nuevos Sacerdotes dentro de un tiempo determinado. Gracias por su
defensa de la Familia, de la Vida, de los laicos, de todos los Movimientos e
Instituciones de la Santa Madre Iglesia y de los que aspiran a serlo. Gracias
por su interés por el importante apostolado que hace a diario las Hermandades y
Cofradía, las cuales usted valora y quiere en su verdadera dimensión.
Con usted las puertas de la Iglesia, de la Diócesis
de Cádiz y Ceuta, siempre están abiertas y eso en el año y medio que lleva
dirigiendo el Obispado se ha notado para bien.
¿Qué faltan cosas por hacer? ¡Por supuesto! Y eso
será una dinámica todos los días y en cualquier tiempo porque el que permanece
inmóvil y parado ante las situaciones que se tengan que afrontar será como el
agua parada que, a la larga, se llega a pudrir. Doy gracias a Jesús
Sacramentado porque ese no es su caso, ya que Él le ha otorgado un dinamismo y unas
fuerzas que solo puede dar Dios Padre
Misericordia.
Usted sabe que nos tiene siempre a su disposición,
estemos donde estemos y hagamos lo que hagamos siempre contará con nuestro
apoyo y nuestro espíritu de servicio a Dios, a la Iglesia y a los demás.
Me dio una inmensa alegría el verlo ayer mañana,
el sentir un fuerte, sincero y cálido abrazo de quien considero un buen amigo y
mi Pastor Diocesano.
Reciba un fuerte abrazo en Jesús y María,
Jesús Rodríguez Arias
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