lunes, 11 de mayo de 2020

EVANGELIO DEL DÍA Y MEDITACIÓN

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Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 14, 5-18

En aquellos días, cuando en Iconio se produjeron conatos de violencia de parte de los gentiles y de los judíos, con sus autoridades, para maltratar a Pablo y a Bernabé y apedrearlos; al darse cuenta de la situación, huyeron a las ciudades de Licaonia, a Listra y Derbe y alrededores, donde se pusieron a predicar el Evangelio.
Había en Listra, sentado, un hombre impedido de pies; cojo desde el seno de su madre, nunca había podido andar. Estaba escuchando las palabras de Pablo, y este, fijando en él la vista y viendo que tenía una fe capaz de obtener la salud, le dijo en voz alta:
«Levántate, ponte derecho sobre tus pies».
El hombre dio un salto y echó a andar. Al ver lo que Pablo había hecho, el gentío exclamó en la lengua de Licaonia:
«Los dioses en figura de hombres han bajado a visitarnos».
A Bernabé lo llamaban Zeus, y a Pablo, Hermes, porque se encargaba de hablar. El sacerdote del templo de Zeus que estaba a la entrada de la ciudad trajo a las puertas toros y guirnaldas y, con la gente, quería ofrecerles un sacrificio.
Al oírlo los apóstoles Bernabé y Pablo, se rasgaron el manto e irrumpieron por medio del gentío, gritando y diciendo:
«Hombres, ¿qué hacéis? También nosotros somos humanos de vuestra misma condición; os anunciamos esta Buena Noticia: que dejéis los ídolos vanos y os convirtáis al Dios vivo “que hizo el cielo, la tierra y el mar y todo lo que contienen”. En las generaciones pasadas, permitió que cada pueblo anduviera su camino; aunque no ha dejado de dar testimonio de sí mismo con sus beneficios, mandándoos desde el cielo la lluvia y las cosechas a sus tiempos, dándoos comida y alegría en abundancia».
Con estas palabras, a dura penas disuadieron al gentío de que les ofrecieran un sacrificio.

Salmo

Sal 113 B, 1-2. 3-4. 15-16 R/. No a nosotros, Señor, sino a tu nombre da la gloria

No a nosotros, Señor, no a nosotros,
sino a tu nombre da la gloria,
por tu bondad, por tu lealtad.
¿Por qué han de decir las naciones:
«Dónde está su Dios»? R/.

Nuestro Dios está en el cielo,
lo que quiere lo hace.
Sus ídolos, en cambio, son plata y oro,
hechura de manos humanas. R/.

Benditos seáis del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
El cielo pertenece al Señor,
la tierra se la ha dado a los hombres. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Juan 14, 21-26

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«El que acepta mis mandamientos y los guarda, ese me ama; al que me ama será amado mi Padre, y yo también lo amaré y me manifestaré a él».
Le dijo Judas, no el Iscariote:
«Señor, ¿qué ha sucedido para que te reveles a nosotros y no al mundo?»
Respondió Jesús y le dijo:
«El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él.
El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió.
Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho».

Reflexión del Evangelio de hoy

“Pablo fijó en él lamirada, y viendo que tenía fe para ser curado..."

…sanó al paralítico. Pablo fue el canal a través del cual, la Curación descendió de Dios, llegó al enfermo y lo sanó.
La FE es impulso de confianza y abandono, es el elemento indispensable para que se obre el milagro.
Recordemos en Mt 8 la fe del Centurión: “basta que lo digas de palabra”. Esta fe admiró a Jesús y produjo la curación del criado.
La fe se parece, como todo lo sobrenatural, a la línea del horizonte. Nunca alcanzaremos toda la fe posible, pero debemos avanzar día a día con esfuerzo, con oración y humildad, hasta llegar a la visión plena del cielo.
Esa fe, esa confianza y abandono a las inspiraciones y mociones del Espíritu Santo, ese impulso interior de entrega, constituyó la fuerza que San Pablo y San Bernabé recibieron para evangelizar, superando tantos peligros y dificultades.
Anunciar la Buena Noticia a los pobres. Ser sal y luz. ¿Cómo podremos hacerlo hoy, en medio de una sociedad globalizada que lucha en todo el mundo contra una pandemia?

“El que me ama guardará mi Palabra, y mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos morada en él.”

El Amor que Jesús pide de cada bautizado, el Amor que quiere regalarnos, es ÉL mismo, es DIOS mismo.
Quizá esta realidad, por tan conocida, nos deje tibios, no nos impacte. Sólo un corazón humilde como el Corazón Inmaculado de María pudo acoger su Palabra, Jesús eternamente glorioso, y amarlo con todo su ser, con toda su mente, con toda su alma.
Ahora, bajo la acción transformadora del Espíritu del Padre, que nos lo enseñará todo, podemos con su gracia, abrirnos humildemente a la grandeza infinita…El cielo en mi tierra. La Trinidad morando en mí: “Haremos morada”, morada, casa en la que se vive permanentemente.
Pero no es tan fácil. Sería vana ilusión pensar que renunciaremos fácilmente a ser dueños de nuestra morada. Claro está que con su Gracia, lo podemos todo, sí, claro que sí. Sólo que tendremos que esforzarnos por soportar sin protestas que OTRO disponga de nuestros muebles y los utilice para otros usos, o los coloque de otra manera, o los deseche o los regale. Y así con todas las cosas que guardamos en nuestro interior.  Ya no muebles, claro, quizás hábitos, criterios, costumbres, principios por los que hemos regido nuestra conducta. Yo creo que es costoso, pero vale la pena. Pidamos humildad y un corazón puro y fortaleza para acallar protestas, y ¡adelante!
¡Ven Señor, Dios nuestro, toma posesión de nuestra pequeña posada y dispón de ella!

Sor María Nora Klew O.P.
Sor María Nora Klew O.P.
Monasterio Santo Domingo - Zaragoza

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