lunes, 27 de abril de 2020

* EL CURA DEL SANTO CRISTO






Estos tiempos de pandemia, de miedos, de normas y prohibiciones me recuerdan a la Polonia comunista de Karol Wojtyla y la resistencia católica que lideró.

Y precisamente esa "resistencia católica" es la que veo en el momento actual que ejerce el Padre Rafael Pinto Vega junto a su Parroquia del Santo Cristo de San Fernando. Este sacerdote en vez de confinarse, como aconseja el mundo, se entrega a los demás teniendo las puertas del Templo abiertas a sus feligreses.

"El cura del Santo Cristo", así se titula mi artículo de hoy lunes en Información San Fernando.

Jesús Rodríguez Arias





EL CURA DEL SANTO CRISTO




Tenía ganas de escribir este artículo pues pienso es de Justicia. La pandemia del Coronavirus además de los miles de fallecidos y contagiados que están luchando en las camas de los hospitales o en sus casas, de los que sobreviven, que son muchos, también ha arrasado con todo lo conocido, con nuestra vida ordinaria, con la rutina, e incluso ha atacado de forma desmedida a nuestras creencias, por supuesto la religión católica porque otras parecen tener patente de corso.

Sí, este ataque desmedido de propios y extraños a la Santa Madre Iglesia me ha recordado a la Polonia comunista en los tiempos de Karol Wojtyla, San Juan Pablo II, donde todo estaba prohibido y que gracias a nuestro Papa Santo que se puso enfrente del totalitarismo apoyado por el pueblo a modo de una “resistencia católica” que dio buenos frutos y para apreciarlos en su debida dimensión os invito a revisar la historia.

Esa resistencia católica es la que están llevando a cabo muchos obispos y curas, que están luchando no solo contra el virus sino contra el odio del totalitarismo laicista así como la sinrazón de muchos católicos que no solo piensan que las Iglesias deberían estar cerradas sino que tienen la osadía de criticar abiertamente a prelados, sacerdotes y laicos que pensamos lo contrario. No os asombréis que algunos de estos cuando todo se haya calmado se puedan erigir en “autoridad” por medio de un atril donde “abrirán” su corazón a modo de ripios y alabanzas cuando antes persiguieron a esos hermanos suyos que defendían que los templos estuvieran abiertos pues son los hospitales del alma.

Y en esta resistencia católica, este llevar a Cristo a todos sin excepción, este entregarse en su misión apostólica, ese no solo mantener su Iglesia abierta sino de dotarla de más contenido que nos acerque a Dios en tiempos tan recios ya sea por retransmisiones por medio de las redes sociales, ya sea por la participación directa en la Eucaristía y adoración al Santísimo guardando las debidas distancias, es obra de sacerdotes entregados a Dios y al prójimo sobre todas las cosas. Este es el caso del cura del Cristo, del Padre D. Rafael Pinto Vega.

Don Rafael es de los que piensan que los sacerdotes deben dar un testimonio de valentía, sin hacer locuras y sin olvidar las medidas de seguridad. “No debemos reservarnos por miedo”. Este sacerdote es de los que dan la vida por sus feligreses si hiciera falta.

Estas palabras me retrotraen a esa Polonia comunista de Karol Wojtyla pues ese fue el testimonio que nos ofreció él como tantos sacerdotes que por llevar a cabo su misión apostólica dieron sus vidas por Dios, la Santa Madre Iglesia y por sus feligreses.

Pero el cura del Cristo, que es un hombre entregado a Jesús que lleva una vida eucaristizada, no solo celebra los actos litúrgicos, no solo ora en el silencio del Sagrario, sino que tiene abiertas las puertas del Templo para que los que quieran vayan a rezar así como se entrega a los más necesitados, en estos tiempos de desolación no solo por motivos sanitarios sino por la pobreza que se han visto inmersas muchas familias, activando aun más Cáritas de su Parroquia para intentar por todos los medios aliviar las necesidades reales de la feligresía del señero Barrio del Cristo.

La verdad es que siempre he admirado al Padre Rafael Pinto tanto a título personal y como laico católico. Siempre le agradeceré que estuviera con nosotros en los momentos más duros de nuestras vidas tanto en el fallecimiento de mi madre María del Carmen, ofició la Misa de cuerpo presente en el Tanatorio de San Fernando, como el responso que le ofreció a Conchita, la madre de mi mujer Hetepheres, en el Tanatorio de Jerez. Sé que es un cura valiente, de los que te puedes fiar, de los que van de cara, de los que no te doran la píldora porque lo que ansían sobre todas las cosas es nuestra salvación. Lo admiraba antes y más ahora cuando se ha convertido, como tantos otros obispos y sacerdotes, en fieles exponentes de una necesaria resistencia católica ante los desmanes, acoso y derribo que está sufriendo nuestra Madre la Iglesia. Admiración que hago extensiva también al Padre Duvan.

Jesús Rodríguez Arias






Fotografías gentileza de Mercedes Collantes Faz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario