Aprovechando la pasión de Guadalupe por la Química, queremos descubrir sus fórmulas para resolver algunos problemas de nuestro tiempo: el equilibrio vital, el núcleo atómico de nuestra vida, la flexibilidad, la personalidad oxigenante.
Guadalupe Ortiz de Landázuri amaba su profesión, la Química. A lo largo de su vida, el entusiasmo por su profesión no decayó, aunque durante algunos períodos no pudo dedicarse a ella o tuvo que hacerla compatible con otras tareas. En los últimos años, sin embargo, obtuvo el doctorado en Química y la plaza como profesora en un instituto prestigioso de Madrid, el Ramiro de Maeztu, además de dar clase en otros centros de investigación.
Aprovechando esta pasión de Guadalupe por la Química, queremos descubrir sus fórmulas para resolver algunos problemas de nuestro tiempo: la inquietud y el miedo, la falta de tiempo, el stress, el egoísmo, la tristeza. Dejaremos que los mismos escritos de Guadalupe, en su mayoría cartas a distintas personas, y el testimonio de las personas que la conocieron, nos muestren la fórmula de la alegría, de la amistad, de la confianza, etc.
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