jueves, 3 de noviembre de 2016

* LA CASERÍA Y MIS RECUERDOS. (CON MI APOYO AL CLUB NAÚTICO)





Muchos son los que dicen y piensan que noviembre es un mes muy propenso a la melancolía que nos lleva la tristeza que todos albergamos en el alma por el recuerdo de tantos seres queridos que ya no están con nosotros, que marcharon casi sin avisar. 

Noviembre y diciembre son meses donde los recuerdos se agolpan y de qué manera. 


Hoy por ser hoy se me ha venido a la mente La Casería, en San Fernando, que pertenece a los recuerdos imborrables de esa Isla de mi infancia aunque también de juventud pero que a estas alturas de vida prefiero mil veces mirar con ojos de niños donde todo es una continua sorpresa, donde todo es una eterna aventura. 


Soy del Barrio de Carmen, mi casa hasta ya entrada la tardía juventud fue la que justamente estaba al lado del Convento donde reside la Patrona, y desde siempre mi madre me contaba como abuelo le gustaba dar luengos paseos por esta Isla de cabo a rabo. 


Félix, que así se llamaba, era un hombre que siempre le gustó San Fernando pero había lugares donde se sentía cómodo y feliz. Uno de esos sitios era La Casería donde dice mi madre que le gustaba conversar con los pescadores, pararse a mirar el mar desde la pequeña playa entre arena y fango que siempre la han caracterizado. 


Estuvo muchos años destinado en Cartagena por su condición de militar aunque siempre que volvía por estos marineros lares se escapaba a ese lugar que le hacía tan feliz, donde se sentía cómodo entre los marineros, pescadores y familias que en un lugar tan característico como este te hacen sentir un poco de ellos. 


De chiquitito he ido mucho por allí cruzando por el puente que le da nombre y deteniéndome a mirar la  cruz y la leyenda que la acompañaba.  Caminar entre casas bajas de pescadores, pasar por la Iglesia en la que todos los Jueves Santo salía el Perdón que en su día tallara Antonio Bey que era una recreación de la crucifixión tal y como ocurrió hasta terminar por ese camino virgen lleno de chumberas hasta desembocar en el mar mientras “La Cantina del Titi”, conocidos por todos como "El Bartolo” parecía flotar en medio de ese mar tan marinero, tan nuestro, tan de aquí. 


Olor a mar, sonidos de mar, colores en torno al mar son mis recuerdos que invariablemente se vienen y se van de mi mente. ¡Y también fango! 


Hace unos años parecía que se apostaba por acoger a la Casería de Ossio como parte de San Fernando pues en aquellos años de mi infancia y primera juventud este lugar tan emblemático parecía más bien una pedanía que parte de la ciudad. 


Y a la Casería le llegó el progreso por medio de una proliferación de contrucciones que hicieron mucho bien y también mal pues gran cantidad de isleños y vecinos de otros lugares que asentaban sus hogares en esa zona lo cual generó un aumento de riqueza también por la fisonomía y también la amplitud de las diversas promociones inmobiliarias se perdió y de qué manera la pureza y autenticidad de un barrio tan caracteristico, tan marinero, tan auténtico. 


Todo desarrollo, todo progreso hay que mirarlo desde sus vertientes positivas y negativas para hacer un certero análisis de opinión. Debo de reconocer públicamente que para mí supuso y supone una auténtica aberración la construcción de los rascacielos, o torres de la Casería, que suponen un impacto negativo visual y estético con una zona que debería mimarse hasta el extremo. ¡No deberíamos jugar tanto contra la misma naturaleza por el vil metal, por el empozoñado parné! 


Reconozco que los que viven en ellos, que no tienen para nada culpa de nada, tienen unas privilegiadas vistas desde las amplias terrazas que se logran divisar a cierta lejanía pues pienso que nadie es capaz de alzar tanto la vista sin que te de un mareo. 


Los poderes públicos parecían que apostaban claramente por un barrio singular que nunca deprimido. 



Se mantenían la fiestas tan características como la antesala del propio verano como es la Feria de San Juan o de la Casería aunque algunas veces no se haya dado con la tecla en  su organización o el tipo de actuaciones que rompía totalmente con la indiosincracia de tan característico lugar e incluso se construyó un Club Naútico de Pescadores Deportivos de la Playa de la Casería para redundar más si cabe en el carácter marinero de este barrio, para que no se perdiera sus verdaderos orígenes. 


Conozco a varios de sus socios y sé con la ilusión que empezaron a navegar con este proyecto que poco a poco, gracias a unos y a otros, se iba haciendo una feliz realidad porque lo fácil es construir unas instalaciones de estas características, lo difícil es darle vida y sobre todo continuidad. 


Sé que en estos momentos están pasando momentos de muchas incertidumbres y pocas certezas pues ven como poco a poco sus ilusiones, trabajo, proyectos se hunden en arenas movedizas que aquí y en esta tierra tan llena de mar  se traduce en fango. 


Espero y deseo una pronta solución pues sería catastrófico la desaparición de unos de los clubes naúticos de nuestra Isla que pienso mira demasiado para adentro cuando nuestras vistas deben estar puestas en la mar. 


Hoy he vuelto a la Casería y lo he hecho en familia pues había un motivo preciso y precioso como es el cumpleaños de Conchita, la madre de Hetepheres, y es que de tanto hablarle de este rincón tan único y especial, de esta playa enfangada donde la arena se esconde, emerge cual navío “El Bartolo” y ella que es mujer también de mar que nació hace algunos añitos en Campamento, que pertenece a San Roque, y que está a tiro de piedra con La Línea y Gibraltar y por tanto de mar y pescadores hacía tiempo que quería conocerlo. 


Hemos almorzado en Familia en "El Bartolo" que es una forma de hacerlo con marea alta en medio del mar que borra de la vista ese fango que poco a poco lo inunda todo.


Y entonces he posado mi mirada en el mar, en los pantalanes, las embarcaciones amarradas en un mar que a ratos era de plata y a ratos de azul cielo mientras el fango emergía ante nosotros ya no como elemento de belleza plástica sino como motivo de preocupación de un barrio, de sus gentes, de un club que poco a poco se hunden en él.


¡Ojalá que cuando se ponga remedio no sea demasiado tarde pues habremos perdido una más en esta bendita Isla de León llamada San Fernando!!

Mi total apoyo al Club Naútico de Pescadores Deportivos, mi total y rotundo apoyo para una zona privilegiada de esta Ciudad que lleva demasiado tiempo esperando su primavera y que tan solo es capaz el invierno.

Sí, es noviembre un mes para recrearse en los recuerdos...



Jesús Rodríguez Arias

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