Desde el nueve de enero que
regresamos a Villaluenga del Rosario todo se pinta con el color de la
normalidad si es que este existe. Han sido más de cuatro meses en Loma Somera,
un pequeño pueblo de la Cantabria interior, que está dentro del Real Valle de
Valderredible.
Atrás han quedado experiencias y lugares fascinantes. Disfrutar de unos de los balnearios más bonitos del mundo como es el de La Hermida al cual se llega por medio del desfiladero más largo de la península ibérica o subir a los Picos de Europa desde Fuente Dé y contemplar a lo lejos una de las cumbres más emblemáticas de España como es el Naranco de Bulnes. Así como compartir muchos momentos con queridos amigos del Valle como Felipe, Laura, José Luis, Miguel, Toño. Visitar la tumba de nuestro buen amigo José Antonio Corada en Otero del Monte. Quiero mencionar y dar las gracias a Don Carlos, el médico que asiste tanto en Villanueva de la Nía como Polientes y al servicio de urgencias del Hospital “Tres Mares” porque me atendieron extraordinariamente ante un problemilla de salud que se presentó. En Reinosa hemos disfrutado mucho paseándolo, tomando un café, comiendo divinamente en el Bar “Tajahierro” o merendando un chocolate bien calentito con picatostes en “Casa Vejo”. Ha sido un honor conocer a Don Félix Blázquez, Teniente General de la Guardia Civil (r) y actual director del Centro Universitario de la Guardia Civil.
Ya no despertaré en medio de
la madrugada mientras un burrillo rebuzna, se escucha a esa lechuza que ofrece
al que la oiga su mejor repertorio o Zoquete ladrando en la lejanía mientras
guarda y protege a los caballos de Fernando Fernández, alcalde del Valle y
pedáneo de Loma Somera.
Ya no veré amanecer con los colores suaves de esta tierra, mientras las casas de piedra y tejados cambian de color si hace sol o está nublado, si es mediodía o anochece. Ya no distinguiré por la noche las luces de Aldea de Ebro. Ya no veré llegar a Segundo, hombre admirable, que viene todos los días a su pueblo desde Reinosa donde reside ni a Goyo sentado en la Ermita. Tampoco observaré como Miguel arregla tal o cual cosa mientras su mujer Marián pasea con su perrillo cachava en mano. Ni saludaré a Adrián que sale apresuradamente de su casa en el pueblo porque tiene que cubrir tal o cual noticia para Vive Campoo. Ni a Jesús viendo su televisión en el salón mientras Carmen lee al calor de la chimenea. Ni saludaremos a Conchi, Loli, sus primas y Marián que vienen de recoger moras
.
Ni conversaré con Rogelio y
Sagrario que vuelven de dar un paseo por la Carrera del Monte mientras Tomás y
María Jesús acaban de llegar a su hogareña casa. Víctor pasa a nuestra vera
dando una caminata mientras Ana se afana en la huerta.
Ya no charlaré de tú a tú, riéndonos
y brindando por la misma vida con mis buenos amigos María del Carmen y Juanma. Ni
veré alejarse a Marifé que está dando su diario paseo hasta la emisora mientras
Fernando sale con su coche en dirección al Ayuntamiento del Valle de
Valderredible que está situado en Polientes. Ya no disfrutaré comiendo las
exquisiteces que salen de los fogones de María Amor allá en Ruerrero, en La
Olma de Polientes o en Casa Chicote en Villanueva de la Nía. Ya no me
embelesaré con los míticos guisos de “Picu Casares” en Entrambasaguas, Alto
Campoo.
Han sido cuatro meses de
conocer y vivir mucho, de degustar el silencio, escribir mi último libro que ya
ese encuentra en fase de edición, de llamadas y mensajes de esos buenos amigos
que están a las duras y maduras. De conocer lo que es la España vacía, de
reencontrarme con la Fe, tras un tiempo en el que me hallaba perdido, en la
Iglesia de San Gil Abad de Burgos donde se encuentra en Santísimo Cristo de las
Gotas de Sangre o rezar con palabras sencillas a la isleña Virgen de la
Caridad.
Vuelvo a mi semanal tribuna en
San Fernando Información y lo hago con Ilusión.
En mi tierra siempre me
encuentro bien hallado
Jesús Rodríguez Arias
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