lunes, 7 de junio de 2021

* LAS COLAS DE LA VACUNA

 


 

Mi semanal artículo de todos los lunes va de la vacuna, de los vacunados, del momento de la vacunación...

Esta es mi personal opinión de las colas de vacuna donde se ve de todo fruto al miedo que tenemos al virus y lo que  no es el virus.

Jesús Rodríguez Arias






LAS COLAS DE LA VACUNA

Este artículo va del antes, durante y después de recibir la ansiada vacuna contra el Coronavirus vista desde mi perspectiva personal al haber pasado por una de esas colas el pasado jueves.

Tenemos que diferenciar si esta se forma con las personas esperando su turno a la distancia que marcan las normas sociosanitarias o si la vacunación propiamente dicha se realiza teniendo como medio el coche.

Hay que tener en cuenta que todo lo que suene a Covid da mucho canguelo pues la maldita pandemia es cosa mala de verdad que ha dejado muchas familias tocadas, muchos la han padecido con o sin secuelas, demasiados han muerto amén de dejar al país muy enfermo de pobreza y miedo. Ha sido tal el temor a este “bicho” desconocido que las personas que han sufrido contagios han tenido el tratamiento social de verdaderos apestados.

Hay que reconocer que la vacunación va a buen ritmo y ya cada vez son más las personas y tramos de edad que están siendo inmunizadas para mayor tranquilidad propia y por supuesto de quienes los rodean.

De ahí que haya dos grupos muy diferenciados: Los que esperan la llamada para decirles día, hora y lugar como los que se ponen en contacto con “salud responde” para ir adelantando el trámite. La inmensa mayoría tiene miedo a la misma vacuna por sus efectos secundarios mientras otros al contrario están deseando ponérsela porque ven que es el medio más eficaz para ir acabando con esta pandemia que ha asolado al mundo y se han llevado a muchos por delante.

Pues entre miedo, respeto y deseo de ir terminando con esta situación se forman las antedichas colas cada día en los puntos de vacunación. Esperar a que te pongan la vacuna de forma personal suele ser más caótico no tanto por la organización sino por la previsión que hacen las personas a vacunar. Conozco casos en los que siendo citados para un día, hora y minutos concretos se van mucho antes porque piensan que esto es como ir al consultorio que si no estás a tu hora pasa el siguiente. Craso error porque los que son citados no suelen faltar. De ahí las inmensas colas que se producen y que sufren los que esperan el “jeringuillazo”, los profesionales sanitarios e incluso los vecinos de la zona que observan con estupor la concentración de tantas personas en un mismo lugar por mucha distancia de seguridad que pueda haber. En estas casi kilométricas colas se ven caras de preocupación e incluso miedo y pocos son los que se les aprecia tranquilos y relajados.

Bien distinto cuando se acude en coche para ser vacunados. Todo es más aséptico, más independiente para los que van dentro del vehículo, no tienes apenas relación interpersonal con nadie salvo los dos momentos que hablas con los profesionales sanitarios. Los que te reciben en la puerta para identificarte y decirte la línea que debes coger y el que propiamente te pone la vacuna.

En este tipo de vacunación es el más propicio para observar las caras, que son el espejo del alma, de los que han sido citados. En este caso el conductor acompaña al que va de copiloto. Uno como otro lo pasan mejor o peor según el estado de ánimo del segundo. Semblantes que reflejan miedo, preocupación, incluso angustia, con miradas abstraídas en ese horizonte que solo ven ellos, personas que se les ven hablando con desazón, otras demasiado quejumbrosas que suelen tocar los nervios de sus acompañantes que hacen lo que pueden para aminorar el estado de ansiedad en el que se encuentran o lo más permanecen en silencio pensando que va quedando menos para acabar con esta pesadilla. Pocos, la verdad sea dicha, tranquilos e incluso de buen humor.

La cola de la vacuna, como cualquier concentración humana, sirve para realizar un interesante análisis sociológico que nos demuestra como cada uno según su personalidad afrontan de distinta manera el miedo e incluso el dolor personal.

No puedo terminar sin dar las gracias a los sanitarios que están en cada punto de vacunación contra el Covid-19 porque derrochan profesionalidad, buen hacer y amabilidad por los cuatro costados.

Y a los que os toca vacunaros: ¡Ánimo!

Jesús Rodríguez Arias

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