lunes, 8 de junio de 2020

* LA ANTESALA DE LA GLORIA




Si este hubiera sido "normal" hoy lunes comenzarían los actos que habría preparado con mimo y gusto la Comisión Pro-Corpus Christi de San Fernando así como la tradicional Exaltación a la Eucaristía, mi cariño hacia el exaltador de este año D. Antonio Jesús Padilla Gurría, y el domingo 14 de junio se hubiera celebrado la Solemnidad del Cuerpo y Sangre de Jesús con la Eucaristía y posterior procesión.

Pero este año no ha sido normal y por tanto escribo desde el dolor no exento de Esperanza mi semanal artículo de Información San Fernando.

Os dejo con "La antesala de la Gloria".

Jesús Rodríguez Arias 




LA ANTESALA DE LA GLORIA



Hoy lunes, en circunstancias normales, habría empezado la semana de actividades organizadas por la Comisión Pro-Corpus Christi de San Fernando como preparación de la Solemnidad del Cuerpo y Sangre de Nuestro Señor Jesucristo. Domingo de Corpus y altares, de engalanadas calles por donde discurriría el cuidado cortejo. Antes se habría celebrado Solemne Eucaristía en la Iglesia Mayor Parroquial.

Pero este 2020 no es un año normal, es año de una pandemia que ha causado centenares de miles de víctimas en todo el mundo mientras en nuestra pobre España el número total de fallecidos está todavía por ver ante la falta de escrúpulos y sensibilidad de un gobierno de pétreo corazón y gestión algo más que dudosa.

El día de Corpus en La Isla y en todos los pueblos de España será más íntimo aunque no carente de la solemnidad propia de las grandes festividades.

El domingo 14 de junio se llevará a cabo la Solemne Función con bendición y reserva a partir de las once de la mañana en la Parroquia Vaticana y Castrense de San Francisco de esta bicentenaria Ciudad que estará oficiada por el Arcipreste de San Fernando Padre Gonzalo Núñez del Castillo. Esta celebración eucarística que contará con las medidas de seguridad pertinentes estará armonizada por la Capilla Musical Jubilate Deo. Ese día a las doce del mediodía todos los templos de La Isla realizarán un repique de campanas en recuerdo de la celebración en este preciso día de la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo.

Qué no haya procesión no quiere decir que el día de Corpus de este año pase por nuestras vidas por debajo de la puerta. Es necesario asistir a la Eucaristía y es necesario ese domingo como todos los días de nuestras vidas el encontrarte con Jesús en el Sagrario. El adorar todos los días al Santísimo Sacramento del Altar es vivir la antesala de la misma gloria cada día de tus días.

Es verdad, no todos están preparados para ser adoradores pero si podemos ponernos frente al Señor en medio de la oración o en ese silencio que penetra nuestro interior. Piensa que Jesús crea adicción pues en Él encuentras esa clase de Amor que es bálsamo para nuestras almas restituyendo todo nuestro propio ser. Orar ante el Sagrario es perder la capacidad de medir el tiempo pues este se para y lo que era primordial deja de serlo ya que descubres que lo único que importa es Dios y que con Él vendrá todo lo demás.

Sólo el que ha descubierto la antesala de la gloria que se alcanza cuando estás con el Señor en el Sagrario ve con ojos de discípulo lo que pasa aquí en la tierra, comprende y sufre con Jesús pues este mundo, hoy zarandeado por el Coronavirus y por la gestión innoble de quienes nos gobiernan, necesita tener Fe y creer de verdad  en Dios porque si no va camino de ese abismo que le está preparando los secuaces del maligno, los que quieren acabar con nuestras creencias, los que ansían destruir la Santa Madre Iglesia, los que quieren sobre todas las cosas que no nos sintamos hermanos sino ciudadanos de un mundo apátrida en cuanto a Fe, territorio y bandera…

Celebrar la solemnidad de solemnidades que es en sí el Corpus Christi no es cosa baladí, no es cosa de cumplir y mentir, no es cosa que se acaba cuando termina la Misa y si te he visto no me acuerdo. ¿De qué me sirve revestirme de las mejores galas cuando tengo ennegrecido el corazón con tantos pecados que me alejan de Jesús y que poco a poco van haciendo recorra el camino hacia la perdición? ¿De qué me sirve asistir a una solemne Eucaristía si después paso por delante del Sagrario como si nada? ¿De qué me sirve decir que soy un ferviente creyente cuando nos quedamos en las imágenes sagradas y obviamos al Santísimo Sacramento del Altar?

En esta época de la historia de nuestras vidas debemos recapacitar pues si no lo hacemos pienso que no habremos sacado nada en claro de esta maldita pandemia donde nos han quitado hasta la libertad mientras nos quieren meter con calzador un nuevo orden mundial a modo de “nueva” normalidad.




Jesús Rodríguez Arias

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