jueves, 22 de agosto de 2019

VIVIENDO EN LAS MANOS DE DIOS




Es algo asombroso. ¡El Evangelio se cumple! Y lo estoy viviendo.






En Junio perdí mi empleo. Tengo 4 hijos. Y la vida no es fácil. 

Me encanta hablar de esto, porque nunca he pasado tan feliz como ahora. Es una época llena de dificultades y de mucha serenidad. Qué loco, ¿verdad? Si no me conociera pensaría igual. Pero resulta que he vivido en las manos de Dios. Él me lleva donde quiere. Sustenta mi vida y suple mis necesidades. 

Es algo asombroso. ¡El Evangelio se cumple! Y lo estoy viviendo. 

Cada día me asombro como un niño ante un nuevo descubrimiento. 

Yo me asombro ante Dios y su bondad.

Como nadie me llamaba para una entrevista decidí visitar a Jesús.

— No me llaman — le dije.
Luego de un pequeño silencio le pregunté:
— ¿Me contratarías tú? Sería feliz trabajando para ti.
Y me pareció escuchar en lo hondo del corazón estas palabras.
— Sí Claudio, trabajarás para mí.

Dediqué unos días a la oración. Necesitaba saber qué haría en adelante. Qué deseaba Jesús de mí ¿Cómo mantendría a mi familia? ¿Cómo pagaría las deudas? 

Empecé escuchar con fuerza esta voz interior, que me decía: 
“escribe”.

Me decidí a escribir y a publicar mis vivencias con el buen Dios. Los libros han tenido tanta aceptación que algunos van por su quinta edición. Y yo no salgo de mi asombro ante las maravillas de la fe y la confianza.

¿Que si cuesta? No imaginas cuánto. A veces me lleno de inquietudes y he pasado noches sin dormir. Pero cuando llega la calma sientes con tanta seguridad la presencia de Dios, que nada te perturba. Sabes que todo saldrá bien. Es una certeza. Como una mañana de sol en que todo está iluminado. El camino se ve con claridad. 

Las promesas de Jesús, me dan serenidad, porque ante mí se convierten en una realidad tangible. Compruebo cada día que son ciertas. 

Una en particular, es la que más me ha llenado de esperanza:

“Busquen primero el Reino y su justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura”. (Mt 6,33)

Ahora vivo en las manos de Dios. Y soy feliz. Lo comparto contigo, como esta hermosa oración de santa Teresa, que nos lleva a confiar y esperar... 

Nada te turbe, 
Nada te espante,
Todo se pasa.
Dios no se muda.

La Paciencia todo lo alcanza.
Quien a Dios tiene, 
nada le falta.
Sólo Dios basta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario