lunes, 19 de agosto de 2019

PURGAS ESTALINISTAS; POR PEDRO LUIS LLERA VÁZQUEZ

Dar las Gracias a mi querido hermano Pedro Luis Llera por la mención expresa que hace en su blog Santiago de Gobiendes que se aloja en el prestigioso y valiente portal InfoCatólica.

Se publicó el pasado 16 de agosto y hoy lo hago en SED VALIENTES al estar cerrado, después de ocho años, por primera vez por vacaciones.

Jesús Rodríguez Arias 













InfoCatólica




Una de las noticias del verano en el ámbito eclesial – junto con el apóstata Instrumentum laboris para el próximo Sínodo de la Amazonia –  está siendo la intervención manu militari del Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II para el estudio del matrimonio y la familia. Lo que más ha escandalizado es la purga estalinista que han perpetrado despidiendo sin contemplaciones a algunos de sus profesores más emblemáticos. Lo que suena a demasiado católico sobra. Algunos son demasiado ortodoxos, demasiado “rigoristas”… Algunos se empeñan en defender la verdadera y la santa doctrina. Algunos se empeñan en defender la Tradición, la liturgia, la moral católica… Y eso molesta.
Les molesta a los católicos liberales, a los que quieren una nueva iglesia de un nuevo paradigma. Porque hay un catolicismo cobarde y fofo, aterrorizado ante el mundo y sin temor de Dios, que adula al Enemigo en congresos de organizaciones y en universidades; que abraza y bendice a quienes propugnan toda clase de aberraciones y abominaciones en desfiles demenciales, blasfemos e impúdicos; que da un sucio beso de paz a los comunistas y a las estrellas del cine y la televisión que desprecian a Cristo e insultan a su Iglesia. Hay un catolicismo nauseabundo y flácido que se codea con la jet en Marbella, acude a rastrillos solidarios con los ricos, entre caviar  y champán, mientras dice defender a los pobres y excluidos. Hay un catolicismo que pretende normalizar lo anormal y lo monstruoso. Hay monjas blasfemas que defienden el aborto y curas herejes que justifican la eutanasia y bendicen el pecado. Hay cardenales que se acuestan con seminaristas y curas que se casan con sus parejas homosexuales. Hay un cristianismo blasfemo que dice que Jesús era comunista y que los comunistas y los católicos pensamos lo mismo y creemos lo mismo. Hay un catolicismo patético y apóstata que corre como las ratas hacia un barco que se hunde, aferrándose a un mundo moderno que se muere de nihilismo. Hay un catolicismo sin vergüenza ni fe que espera un Reino de Dios puramente mundano y un mesías secular que conduzca al mundo hacia unas Naciones Unidas que funcionen; hacia un gobierno global que nos traiga la paz, la prosperidad sostenible; la liberación de la enfermedad, de la vejez y de la muerte. Y sobre todo, un gobierno global que nos salve de nosotros mismos, que nos diga qué alimentos tenemos que comer, cuántos hijos podemos tener y cuántas veces tenemos que mantener relaciones sexuales y con quién.
Las purgas estalinistas en instituciones católicas, lamentablemente, no son nada nuevo. Lo único nuevo es la relevancia del Instituto Juan Pablo II y el valor simbólico de lo que representa. Pero nada más. Dentro de cuatro días nadie se acordará de ese Instituto ni mucho menos de sus profesores despedidos.
No hace tantos años, en una prestigiosa institución educativa católica española se produjo una purga similar. Unos católicos muy liberales limpiaron de católicos ortodoxos sus colegios y universidades. Aquellos directivos eran demasiado católicos y poco liberales y había que echarlos a la calle. No pasó nada. El escándalo se silenció. Ningún obispo salió a decir una sola palabra a favor de los directores de colegio despedidos o de los rectores purgados. En petit comité algunos se rasgaban las vestiduras. Pero nada más. Había profesionales con familias numerosas que se quedaron con una mano atrás y otra adelante. Y a nadie le importó. Todo el mundo miró hacia otro lado silbando mambos. La cosa no iba con ellos. Entre los directivos purgados sin el menor miramiento, sin caridad ni consideración alguna, estaba Facundo Delpierre. Ahora hace un año de su fallecimiento. Tenía 45 años, tres hijos pequeños y un cuarto en camino. Está enterrado en Mendoza, en su querida Argentina. Y tiene fama de santidad y con razón. Yo doy fe de esa santidad de Facundo. Era mi amigo y hermano en la fe.
Comparto el artículo que publicó hace un año mi amigo Jesús Rodríguez Arias en su blog Sed Valientes y que tituló FACUNDO DELPIERRE: IN MEMORIAM; y también el que se publicó recientemente en Info Familia Libre, que incluye una entrevista a la esposa de Facundo, titulado «No hay persona más feliz que el santo» In memoriam.
Puede parecer que el mal vence. Pero, como dice san Cirilo de Alejandría, “posee Cristo soberanía sobre todas las criaturas, no arrancada por fuerza ni quitada a nadie, sino en virtud de su misma esencia y naturaleza.” Cristo es Rey. Suyo es el poder y la gloria por siempre. Pidamos al Señor el don de la santidad: Señor, dame lo que pides y pide lo que quieras. El pecado no prevalecerá. Aunque quedemos cuatro gatos, con Cristo venceremos.
Santidad o muerte.

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