martes, 30 de abril de 2019

JERUSALÉN: CENTENARIO DE LA PROVINCIA DE LAS HERMANAS FRANCISCANAS DEL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA



Cien años después de la erección canónica de la Provincia de Tierra Santa, las Hermanas Franciscanas del Corazón Inmaculado de María (CIM) lo han celebradoen la Iglesia de San Salvador de Jerusalén, con una Eucaristía presidida por el Custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton.

En su introducción, fray Patton recordó la coincidencia de esta celebración con el Domingo de la Misericordia, manifestada en su máxima expresión en un lugar muy querido por la fundadora de la orden, la beata M. Caterina Troiani: el Calvario.  Durante la homilía, el Custodio recordó las palabras del papa Francisco, “debemos mirar el pasado con gratitud, vivir el presente con pasión y abrazar el futuro con esperanza; ser testigos y proclamar que el amor del Señor es para siempre”, dijo.

La colaboración de las hermanas franciscanas con los Frailes Menores se remonta a 1859, cuando la madre Caterina y otras hermanas llegaron a Egipto, al barrio de Musky, para después trasladarse a otros barrios y continuar su obra de caridad, confiando en la Providencia y dedicándose a – como solían llamarlas – las “moritas”, niñas y jóvenes abandonadas y muchas veces vendidas como esclavas. Después de su peregrinación a Jerusalén, la madre Caterina se enamoró de la Tierra Santa, sintiendo que “el lugar de una franciscana está cerca del Calvario” como dice ella misma: un sitio desde el que mirar con reconocimiento al pasado y a la propia historia, un lugar para alabar a Dios.  La presencia de las Hermanas del CIM en Tierra Santa data de hace 134 años, pero la creación de una provincia se produjo solo cuando su presencia se consolidó y ahora incluye todo el Oriente Medio.  Su servicio comenzó en Jerusalén atendiendo el  centro cercano al Santo Sepulcro llamado “María Niña”: un orfanato para niñas.

En la continuacolaboración con los franciscanos de la Custodia en diferentes lugares de Tierra Santa, se inserta el agradecimiento sincero de sor Elena, la superiora provincial actual, que al final de la misa manifestó: “Gracias de corazón. Y nuestro agradecimiento se traduce en oración constante por todos vosotros: nos habéis hecho vivir momentos en el Paraíso, en los que hemos vivido la alegría franciscana y nos hemos sentido acogidas.


Giovanni Malaspina

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