lunes, 17 de enero de 2022

* ESCRITO A LÁPIZ

"Después de todo lo vivido en el pasado, recorriendo el presente y atisbando ese futuro que siempre está por llegar, puedo decir que la vida en sí debería ser escrita a lápiz..."

Una conversación con un amigo ha motivado este artículo nacido del sosegado pensamiento en el silencio de un día de frío y lluvia en La Atalaya.

Jesús Rodríguez Arias



ESCRITO A LÁPIZ



Hablando con un amigo me dijo que él los planes los anotaba con lápiz pues nunca sabía si iban o no a salir. Este comentario me hizo pensar y después de todo lo vivido en el pasado, recorriendo el presente y atisbando ese futuro que siempre está por llegar, puedo decir que la vida en sí debe ser escrita a lápiz.

Muchas veces nuestros deseos van por delante de lo que en verdad necesitamos y el solo hecho de comprobar en carne propia que los objetivos que habíamos señalados como vitales para nuestra existencia no se cumplen nos lleva al enfado, desesperación, frustración e incluso a la desesperanza.

Y vosotros me diréis que no es para tanto, que hay que saber reconducir el paso, que mientras haya vida, hay esperanza. Tenéis razón, pero lo que no sabemos es cuanta importancia puede tener para cada cual lo que tenía anotado como importante. Hay muchos ejemplos y lo que os refiero no son moco de pavo. Muchas parejas y matrimonios, abiertos a la vida, han proyectado su existencia a la llegada de hijos pero estos no vienen, otros quieren alcanzar altas metas en sus puestos de trabajo pero comprueban que han sido sobrepasados por aquellos que presuponen tener menos méritos, algunos se afanan en sueños imposibles como irse a vivir al pueblo de sus padres pero sus obligaciones les hacen que asuman que esto es difícil, también están los que disfrutan de su día a día, con su familia, labores, amigos, lugares, pero de la noche a la mañana la salud se les resquebraja, se instala la enfermedad y los padecimientos, los que creían ser felices hasta que comprueban que su matrimonio está hecho añicos, problemas con los hijos que lo destrozan todo o comprobar que el maldito COVID se ha llevado por delante salud, vida, trabajo, negocios…

Por eso pienso que la vida tiene que estar escrita a lápiz. Todos nuestros anhelos, pensamientos, objetivos, proyectos deben así estarlo para que si no salen se pueda hacer borrón y cuenta nueva.

Hay que tener en cuenta, aunque nos cueste creerlo, que nada nos pasa porque sí, nada sucede por casualidad, sino que nuestro ayer, hoy y mañana, está escrito con tinta permanente por quién nos creó y está con nosotros desde el día que fuimos concebidos hasta que cerremos los ojos a esta vida. Lo que pasa es que a nosotros nos cuesta asumir los designios de Dios para nuestra existencia y queremos llevarle la contrario ya creemos que lo que pensamos es mucho mejor.

Al final nos damos cuenta de que no es así, aunque cuando uno llega a esta conclusión suele ser ya demasiado tarde. Por eso es mejor escribir la vida a lápiz, estar abiertos a las sorpresas que te puedan deparar, no todas tienen por qué ser desagradables, estar preparados para cambiar de posicionamiento e incluso el paso. Para recorrer firme y seguro las veredas y senderos de nuestro existir es muy aconsejable cambiar el rumbo.

Abrir todos los días esa libreta que contiene la secuencia de la vida y escribir los avisos, momentos, fechas importantes, citas, compromisos, responsabilidades, querencias, apostolado, a lápiz por si acaso, por mil razones, no salen ya que con un solo borrón empezamos todo de nuevo según lo proyectado, lo que seguro es mejor.

Sin lugar a duda la madurez ayuda a aceptar los cambios de rasante como lo mejor que nos puede suceder, que nuestros preclaros objetivos de hoy no tienen porque ser los de mañana, que según vas envejeciendo compruebas con más nitidez que no todo lo que presumíamos malo es tan malo y no todo lo bueno es tan bueno. Esto también va por las personas.

La pandemia nos ha trastocado todo y sobre todo la seguridad en la que creíamos vivir. En cerca de dos años hemos visto explosionar todo cuanto creíamos y queríamos. Todo se ha tambaleado, sigue haciéndolo, y solo la Fe se ha mantenido inamovible y con ella la Esperanza y la Caridad.

Hoy pienso que casi todos escribimos a lápiz como por ejemplo los cofrades que miramos de reojo el avance o retroceso de la enésima ola mientras nuestro corazón se desboca por poder vivir de nuevo las procesiones de Semana Santa.

Jesús Rodríguez Arias

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