lunes, 30 de marzo de 2020

* EN LA VIDA Y EN LA MUERTE




Estamos viviendo una etapa muy dura por culpa del Coronavirus donde todos los días nos despertamos con datos y cifras escalofriantes de personas que se han contagiados o han fallecido. 

Escenas de dolor, sufrimiento, desesperanza...

La vida se ha oscurecido mientras seguimos enclaustrados en nuestras casas sin saber a ciencia cierta cuanto tiempo estaremos en esta situación. La vida se ha convertido en las cuatro paredes de nuestro hogar.

Y la muerte es ahora fría soledad...

De la vida y la muerte va mi semanal tribuna en Información San Fernando.

Jesús Rodríguez Arias




EN LA VIDA Y EN LA MUERTE






Desde que el Coronavirus apareciera en nuestras vidas estas han cambiado un cien por cien ya que de vernos trabajando, estudiando, paseando y haciendo cada cual sus rutinas nos vemos en el mejor de los casos enclaustrados en nuestras casas con el fin de cumplir el decretado estado de alarma que el gobierno de la nación hiciera público el sábado 14 de marzo. Quince días que se han ampliado por otros más tras aprobarse por el Congreso de los Diputados el miércoles 25 de marzo. Vamos a pasar de golpe y porrazo, hablando en cristiano, de la Cuaresma al Tiempo de Gloria metiditos en casa. Esperemos que cuando acabe el confinamiento esté todo más normalizado y el virus controlado no tanto ya por quedarse en cada hogar sino porque el mismo está produciendo demasiado dolor, miedo y pesares.

Y desde casa estamos viendo, también comprobando, el heroico trabajo de los sanitarios, de los miembros de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, de las Fuerzas Armadas, funcionarios y empleados públicos, empleados de la limpieza y desinfección, auxiliares geriátricos, de todos los que están luchando contra el virus cara a cara sin casi apenas protección. Y también de los curas que como médicos del alma están donde tienen que estar ofreciendo los sacramentos a enfermos, moribundos así como llevando mensajes de Esperanza a todos que confinados en casa empiezan a estar muertos de miedo por esta pandemia mortal de necesidad.

España, y el resto del mundo, se está desangrando con este dichoso virus que ataca a todos por igual aunque tiene mucha más incidencia en las personas mayores. Pandemia que aterroriza cuando te asomas al gran ventanal de los medios de comunicación y que te deja tocado y hundido cuando esa persona que tu conoces, los padres de amigos tuyos, están contagiados e ingresados en hospitales. Ya el Coronavirus no es un dato, simple estadística, sino que le pones cara y claro la cosa cambia y mucho.

No son buenos tiempos para morirse ya que se tenga o no el Covid-19 el tratamiento es igual de duro. Si el fallecimiento de un ser querido es ya desgarrador que al momento te incluyan en el protocolo que para tal fin se ha aprobado por la pandemia deja a los familiares con una sensación de inmensa soledad y no solo por la irreparable pérdida.

Estos protocolos están hechos para cumplir la norma, para que nadie se contagie, para proteger al resto, aunque pienso que quienes diseñan este tipo de reglamentación deben ser personas muy frías, con sentimientos demasiado controlados y sin ningún escrúpulo con el dolor de los demás. El muerto, muerto está y se entierra o incinera en soledad. Los familiares quedan desprotegidos pues sus sentimientos son reducidos al mínimo. No puede haber capillas ardientes, los funerales serán privados y podrán asistir un número específico de personas todas atendiendo a las debidas normas sanitarias, con sus correspondientes mascarillas y guantes. Todo desposeído de cariño, calor, de tristeza compartida y silenciosos abrazos que dicen más que mil palabras. El muerto al hoyo y el vivo a llorarlo solo podría ser el lema que debería unificar lo que es este desnaturalizado protocolo.

Familias enteras comprueban la frialdad de la muerte según esta normativa. Mi pesar y apoyo especialmente a la Familia Sánchez-Zambrano o la de mi querido Antonio Sánchez Aguilera que la han sufrido en carne propia así como todos los que les fallezcan un ser querido en estos tiempos ya sea por muerte natural, enfermedad o coronavirus.

Sí, esta pandemia lo que ha hecho es acrecentar la deshumanización de la sociedad en la que estábamos viviendo, nos ha puesto de golpe y porrazo ante una realidad totalmente desconocida aunque todos hayamos puesto nuestro particular granito de arena para que así sea.

Esto pasa cuando el mundo aparta a Dios de todo, lo confina al destierro y lo enclaustra en el olvido. Este mundo, el que hemos creado, rezuma frialdad, mínimos sentimientos, y una constante lucha por desposeer al ser humano, a la persona, de la dignidad que tiene porque la misma le viene porque están hechos a imagen y semejanza de un Dios que debe desaparecer de nuestras vidas, donde todo es relativo, donde la vida no tiene importancia alguna.

Jesús Rodríguez Arias

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