martes, 15 de octubre de 2019

CAPERNAUM: LA PEREGRINACIÓN DE LA CUSTODIA A LA CIUDAD DE JESÚS




Hace dos mil años, las costas del mar de Galilea fueron testigos de la acción de Jesús. Para conmemorar los eventos que tuvieron lugar allí, los frailes de la Custodia de Tierra Santa hicieron una peregrinación a Capernaum el sábado 12 de octubre de 2019, comenzando la celebración desde la orilla del lago Tiberíades. El pasaje del Evangelio en el que Jesús predicó allí para la conversión y convocatoria de los apóstoles Pedro, Andrés, Santiago y Juan (Mat, 4, 12-22) se leyó junto con el relato del discurso de Jesús allí en el pan de vida, refiriéndose a la Eucaristía (Juan 6, 25-29) y los milagros que realizó allí. Sanó a la suegra de Peter en su casa y a otros inválidos (Lucas 4, 38-41), sanó a un hombre paralítico, como una señal de perdón por los pecados, y en el mismo lugar pidió a Mateo que lo siguiera (Marcos 2 , 1-17).

Los frailes y los fieles locales cruzaron la ciudad de Jesús en procesión, pasando detrás de la gran sinagoga para luego llegar a la iglesia construida sobre la casa de Pedro.
La celebración de la Eucaristía fue presidida por el Vicario de la Custodia de Tierra Santa, el p. Dobromir Jasztal con el canto del coro de la parroquia de Nazaret.
En su homilía, el Vicario explicó que Jesús le pide al jefe de la Sinagoga y a la mujer en el episodio del Evangelio que tengan fe porque esta fe también implica confianza en la presencia y en el poder de Dios. "Esta fe anula todos los reclamos del hombre, independientemente de su posición social", dijo. "Es una fe que se convierte, por lo tanto, en el modelo de la actitud que todos los hombres deben tener ante Dios". Dobromir Jasztal invitó a los fieles a recurrir a Dios no para resolver los problemas menores de la vida cotidiana, sino para ser verdaderamente curado por él, como lo hizo en Capernaum.

En el ofertorio, se trajeron canastas de frutas, como un recuerdo de la Eucaristía y como un signo de acción de gracia para Dios por las riquezas recibidas de su bondad en la última cosecha del año. Uno por uno, todos se alinearon para recibir simbólicamente una fruta. Después del agradecimiento del superior del Convento de Capernaum, el p. Luca Panza, la peregrinación llegó a su fin con un fraternal ágape.

Beatriz Guarrera

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