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Últimas palabras
Una cosa extraordinaria de las últimas palabras es que uno no las repite. Como no es el caso, corto y pego de un viejo artículo:
Las últimas palabras gozan de gran predicamento. Ana Bolena, cuando iban a decapitarla, le dijo al verdugo: “No os daré ningún trabajo. Tengo el cuello muy fino”. En idéntica circunstancia, al aristócrata francés Henri de Xavière le ofrecieron un vaso de vino. Respondió: “No, gracias. Cuando bebo suelo perder la cabeza”. Yo quisiera lucirme en el trance mío, cuando me toque. Pero no creo, porque mis últimas palabras favoritas no son brillantes, sino tiernas. Son las de Pancho Villa a un periodista americano: “Diga usted que dije algo”
Lo recuerdo porque acabo de enterarme de las últimas palabras del Padre Guerrero S. J., cuya causa de beatificación está en curso. Me han emocionado. Se dirigía en moto a Utrera a atender alguna labor espiritual y, con los calores del 3 de septiembre, se quedó adormilado. No frenó y se dio por detrás con un camión que cargaba hierros. Se los clavó. El médico que le atendía comparó sus heridas (era el año 1973) con una cornada de un toro. Había perdido el conocimiento y estaba gravísimo, pero se recuperó para decir con un hilillo de voz sus últimas palabras: "No hagan nada al camionero, porque la culpa es mía".
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