Durante la rueda de prensa en el avión, tras su viaje a Estrasburgo
Durante su viaje de vuelta a Italia tras su visita al Parlamento Europeo y al Consejo de Europa, en Estrasburgo, el Papa Francisco explicó que «no da por perdidos» a los miembros del Estado Islámico y confía en que se pueda hablar con ellos para alcanzar la paz, aunque reconoció que se trata de algo «casi imposible». Además, aseguró que su discurso no es socialdemócrata, sino centrado en la Doctrina Social de la Iglesia; que quiere visitar algún lugar de Francia en el que no haya estado nunca en Pontífice; y que vivió con profundo dolor el caso de presuntos abusos sexuales en Granada. Aquí está el texto completo de la rueda de prensa
Noticia digital (27-XI-2014)
Su Santidad: ante el Parlamento Europeo ha pronunciado un discurso con palabras pastorales, pero que pueden sonar también como palabras políticas y pueden parecerse, en mi opinión, a un sentimiento socialdemócrata. Por ejemplo, cuando dice que hay que evitar que la fuerza real expresiva de los pueblos sea removida por el poder de las multinacionales. ¿Podríamos decir que Su Santidad es un Papa socialdemócrata?
Sería reductivista. Me siento como en una colección de insectos: «Este es un insecto socialdemócrata...» No, yo diría que no. No se si soy un Papa socialdemócrata o no... No oso calificarme de uno u otro partido. Me atrevo a decir que lo que afirmo procede del Evangelio: es el mensaje del Evangelio, asumido por la Doctrina Social de la Iglesia. Concretamente, en esa frase y en otras coas –sociales o políticas– que he dicho, no me he separado de la Doctrina Social de la Iglesia. La Doctrina Social de la Iglesia viene del Evangelio y de la tradición cristiana. Lo que dije acerca de la identidad de los pueblos es un valor evangélico, ¿verdad? Yo lo digo en este sentido. Pero la pregunta me hizo reír, ¡gracias!
No había casi nadie esta mañana en las calles de Estrasburgo. La gente se sentía decepcionada. ¿Se arrepiente de no haber ido a la catedral de Estrasburgo, que este año celebra el milenio? ¿Cuando efectuará su primer viaje a Francia, y dónde? ¿Tal vez a Lisieux?
Todavía no hay nada previsto, pero habrá, ciertamente, que ir a París, ¿no? Hay una propuesta para ir a Lourdes ... Yo he pedido visitar una ciudad a la que no haya ido nunca ningún Papa para saludar a sus ciudadanos. Pero todavía no se ha establecido ningún plan. Y por cuanto respecta a Estrasburgo, se había pensado, pero ir a la catedral habría significado ya una visita a Francia. Ese ha sido el problema.
Me llamó la atención en el discurso ante el Consejo de Europa, el concepto de transversalidad, sobre todo referido a sus encuentros con jóvenes políticos de diferentes países. De hecho, también mencionó la necesidad de algún tipo de pacto entre generaciones, un acuerdo intergeneracional al margen de esta «transversalidad». Y si me permite, una curiosidad personal: ¿Es verdad que es un devoto de san José y que tiene una imagen suya en la habitación?
Sí, es verdad. Y siempre que he pedido algo a san José me lo ha concedido. El concepto de «transversal» es importante. Me he dado cuenta en los diálogos con los jóvenes políticos, en el Vaticano, sobre todo de diferentes partidos y naciones, de que hablan con una música diversa que tiende a lo transversal, y que es un valor. No tienen miedo de salir de su identidad, sin negarla, para hablar. ¡Y son valientes! Creo que es lo que hay que imitar; y también el diálogo intergeneracional. Este ir a buscar a las personas de otras pertenencias e identidades para dialogar es lo que necesita hoy Europa.
En su segundo discurso, ante el Consejo de Europa, habló de los pecados de los hijos de la Iglesia. Me gustaría saber cómo recibió la noticia de lo ocurrido en Granada, que Su Santidad, de alguna manera ha sacado a la luz.
Recibí una carta que me habían enviado; llamé al remitente y le dije: «Mañana, tu vas a ver al obispo»; y escribí al obispo para que pusiera en marcha la entrevista, para que siguiera adelante. ¿Como recibí esta noticia? Con tanto dolor, con un dolor grandísimo. Pero la verdad es la verdad y no hay que ocultarla.
En varios de sus discursos, igual que ahora en Estrasburgo, ha hablado varias veces tanto de la amenaza del terrorismo como de la amenaza de la esclavitud, actitudes que también son típicas del Estado Islámico, que amenaza gran parte del Mediterráneo, también a Roma y a su persona. ¿Cree que también se puede dialogar con estos extremistas, o es tiempo perdido?
Yo nunca doy nada por perdido, nunca. Tal vez no se pueda dialogar, pero nunca hay que cerrar la puerta. Es difícil, se puede decir «casi imposible», pero la puerta está siempre abierta. Usted ha utilizado dos veces la palabra «amenaza». Es cierto, el terrorismo es una realidad amenazadora... Pero la esclavitud es una realidad insertada en el tejido social de hoy en día, ¡pero desde hace tiempo! El trabajo esclavo, la trata de personas, el comercio de los niños... ¡son dramas! No hay que cerrar los ojos ante todo esto. Hoy, la esclavitud es una realidad y la explotación de la gente. Luego está la amenaza de estos terroristas. Pero también hay otra amenaza, y es la del terrorismo de Estado. Cuando la situación se vuelve crítica, cada Estado, por su cuenta, siente que tiene el derecho de masacrar a los terroristas, y con los terroristas caen muchos que son inocentes. Esta anarquía de alto nivel es muy peligrosa. Hay que combatir el terrorismo, pero repito lo que dije en el viaje anterior: cuando hay que detener al agresor injusto, hay que hacerlo con el consenso internacional.
En su corazón, cuando viaja, como en este viaje a Estrasburgo, ¿lo hace como Sucesor de Pedro, como obispo de Roma, o como arzobispo de Buenos Aires?
¿Pero de dónde te vino esta pregunta? [ríe] Creo que como los tres. La memoria es la del arzobispo de Buenos Aires, pero ya no es así. Ahora soy Obispo de Roma y Sucesor de Pedro, y creo que viajo con ese recuerdo, pero con esta realidad: viajo de estas tres maneras. Europa, en este momento, me preocupa y está bien que sea así para ayudarme a seguir adelante como Obispo de Roma y como Sucesor de Pedro; allí soy romano.
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