viernes, 28 de noviembre de 2014

EL ALBA SE ASOMA A MI ORACIÓN; POR JOSÉ ANTONIO SIGLER.

EL ALBA SE ASOMA A MI ORACIÓN: "El Señor no tarda en cumplir su promesa, como creen algunos. Lo que ocurre es que tiene mucha paciencia con vosotros, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se conviertan" (Lectura del Oficio). El pecado no es solo contra la moral y la vida, sino también no hacer lo que podamos –según nuestras capacidades–. Y, en este asunto del pecado, Dios hecha "toda la carne" en el asador, no quiere condenar sino esperar nuestra conversión. Por ello nuestra vida debe ser digna –con nuestras limitaciones y torpezas–, no sólo en el sentido moral y vital, sino en el sentido evangelizador (...que todos se conviertan). Aquí las preguntas que nos debemos hacer: ¿"acepto" (en el sentido de amar) la moral de la Iglesia? ¿estoy "contagiado" con el ardor misionero? ¿hago todo lo que puedo o me reservo algo para mí? No es valadí la respuesta, porque de ella va a depender la salvación del "otro" y, por tanto, la mía. San Pablo vuelve sobre el tema: "...procurad que Dios os encuentre en paz con él, inmaculados e irreprochables". Así que a ello, sin "dormirse en los laureles" ni permanecer "mirando al cielo". Santa María de Caná, ruega por nosotros. Hoy un apéndice, que nos anima, del Evangelio: "El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán."

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