2014-11-30 Radio Vaticana
(RV).- Jóvenes de varios países se reunieron con Francisco en los jardines de la Representación Pontificia, antes de su regreso a Roma. Se trata de unos 600 chicos y jóvenes que buscando quién los reciba, son actualmente asistidos por la comunidad salesiana. Entre ellos hay sirios e iraquíes, cristianos y musulmanes, también emigrantes africanos y representan a tantos miles de personas que se han visto obligadas a abandonar sus casas y sus hogares.
El salesiano Andrés Calleja agradeció en presencia del Papa a todas las instituciones y personas que los ayudan material y espiritualmente para llevar esta adelante esta labor. Agradeció al Obispo de Roma su presencia y pidió su bendición para los jóvenes y sus familias, para los que trabajan en el Oratorio y sus benefactores.
El Sucesor en la Cátedra de Pedro dijo a los jóvenes refugiados entre otras cosas: “Espero que mi visita, con la gracia del Señor, pueda darles un poco de consuelo en su difícil situación”. Afirmó que las condiciones degradantes en las que muchos refugiados tienen que vivir son intolerables y que por eso es preciso hacer todo esfuerzo para eliminar las causas de esta realidad. “Hago un llamamiento para una mayor convergencia internacional para resolver los conflictos que ensangrientan sus tierras de origen, para contrarrestar las otras causas que obligan a las personas a abandonar su patria y promover las condiciones que les permitan quedarse o retornar”. Y alentó a todos los que están trabajando generosa y lealmente por la justicia y la paz a no desanimarse. “Me dirijo a los líderes políticos para que tengan en cuenta que la gran mayoría de sus poblaciones aspiran a la paz, aunque a veces ya no tienen la fuerza ni la voz para pedirla”.
jesuita Guillermo Ortiz, Radio Vaticana
Texto completo de las palabras del Papa:
Queridos jóvenes
He deseado mucho este encuentro con ustedes. Quería encontrar también a otros refugiados, pero no ha sido posible hacerlo de otro modo. Ustedes proceden de Turquía, Siria, Irak, y de otros países del Medio Oriente y de África. Están aquí en representación de cientos de sus coetáneos, muchos de ellos refugiados y desplazados, asistidos cotidianamente por los Salesianos. Quiero expresar mi participación en su sufrimiento y espero que mi visita, con la gracia del Señor, pueda darles un poco de consuelo en su difícil situación. Esta es la triste consecuencia de conflictos exasperados y de la guerra, que siempre es un mal y nunca es la solución de los problemas, sino que más bien crea otros.
Los refugiados, como ustedes, se encuentran a menudo carentes, a veces durante mucho tiempo, de los bienes primarios: vivienda digna, asistencia sanitaria, educación, trabajo. Tuvieron que abandonar no sólo bienes materiales, sino, principalmente, la libertad, la cercanía de los familiares, su entorno de vida y las tradiciones culturales. Las condiciones degradantes en las que muchos refugiados tienen que vivir son intolerables. Por eso es preciso hacer todo esfuerzo para eliminar las causas de esta realidad. Hago un llamamiento para una mayor convergencia internacional para resolver los conflictos que ensangrientan sus tierras de origen, para contrarrestar las otras causas que obligan a las personas a abandonar su patria y promover las condiciones que les permitan quedarse o retornar. Aliento a todos los que están trabajando generosa y lealmente por la justicia y la paz a no desanimarse. Me dirijo a los líderes políticos para que tengan en cuenta que la gran mayoría de sus poblaciones aspiran a la paz, aunque a veces ya no tienen la fuerza ni la voz para pedirla.
Muchas organizaciones están haciendo mucho por los refugiados; me alegra particularmente la obra eficaz de los numerosos grupos católicos, que ofrecen ayuda generosa a tantas personas necesitadas sin discriminación alguna. Deseo expresar vivo reconocimiento a las autoridades turcas por el gran esfuerzo realizado en la asistencia a los desplazados, especialmente los refugiados sirios e iraquíes, y por el compromiso real de intentar satisfacer sus exigencias. Espero también que no falte el apoyo necesario de la comunidad internacional.
Queridos jóvenes, no se desanimen. Es fácil decirlo, pero hagan un esfuerzo para no desanimarse. Con la ayuda de Dios, sigan esperando en un futuro mejor, a pesar de las dificultades y obstáculos que ahora están afrontando. La Iglesia Católica, a través de la valiosa labor de los Salesianos, les es cercana y, además de otras ayudas, les ofrece la oportunidad de cuidar su educación y su formación. Recuerden siempre que Dios no olvida a ninguno de sus hijos, y que los niños y los enfermos están más cerca del corazón del Padre.
Por mi parte, junto con toda la Iglesia, voy a seguir dirigiéndome con confianza al Señor, pidiéndole que inspire a los que ocupan puestos de responsabilidad, para que promuevan la justicia, la seguridad y la paz sin vacilación y de manera verdaderamente concreta. A través de sus organizaciones sociales y caritativas, la Iglesia permanecerá a su lado y seguirá apoyando su causa ante el mundo.
Que Dios los bendiga a todos. Recen por mí. Gracias.
(from Vatican Radio)
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