Ya con la edad que tengo podría permitirme el lujo de escribir mi biografía, porque ya tengo vivencias variadas, pero como no soy famosa lo vamos a dejar para otro día. A lo largo de estos años me he encontrado a multitud de personas con las que he tenido relación de una forma u otra. Cuando se es más joven, se le da mucha importancia tal vez en la cantidad, no en la calidad, y aunque es bien conocida la frase de “mis amigos se cuentan con los dedos de una mano pero me sobran tres”, no es hasta el paso de los años cuando vemos que el refranero es muy sabio.
Yo englobaría al ser humano y a mis amigos en dos grupos, los que analizan y gestionan y los que sintetizan y se quedan en la síntesis sin ir más allá. Ambos tipos de personas son buscadores, pero el resultado final no es el mismo. La persona que gestiona su vida a través de análisis, busca todo lo que le interesa y ve los pros y contras de lo que encuentra recogiendo lo bueno de cada opción y guardándolo en su mochila personal a la espera de que eso algún día le pueda servir para algo, el saber no ocupa lugar y en este caso la mochila aunque pese puede ser llevadera si se llena de lo adecuado. Su mochila está en permanente proceso de llenado, vaciado, recolocación, descarta lo que guardó y ya posiblemente no le valga de nada, se adapta a la situación y siempre está llena de valoraciones.
Por otro lado la persona que sólo sintetiza, recoge igual que el analista las cosas de aquí y de allá, y todo aquello que le parece conveniente lo guarda también en su mochila, pero no se deshace de nada, no analiza en un momento u otro si eso que ha guardado le valdrá o no le valdrá, sabe que le gusta o que va acorde con sus principios, pero como estos son inamovibles e incuestionables…en realidad guarda cosas repetidas que solo reafirman lo que ya para él o ella es ley.
Tengamos claro que hay un poso en el ser humano que son valores éticos y morales que forman el fondo de la mochila, pero me da la sensación de que incluso algunos de ellos siempre son analizables, por si acaso, porque ante todo debemos de tener respeto hacia lo ético y moral de los demás aunque no nos guste del todo. Os pongo un ejemplo sencillo para que veáis lo que quiero decir: la mentira, ética y moralmente está reprobada, pero ahí tenemos la mentira piadosa. Si mientes malo, pero si no mientes haces mucho perjuicio a la otra persona y a veces esa decisión la tienes que tomar en cuestión de segundos.
Estamos en el mundo para ser ejemplo del Creador con nuestras acciones, para ”santificarnos” por medio de nuestro trabajo, ejemplo, actitud, comprensión, buenas acciones, respeto…pero no es fácil si nuestra vida funciona mediante las instrucciones de un manual y no salimos de ese manual. Eso es como cuando somos padres primerizos, o “secundizos” porque ningún hijo es igual; te puedes leer todos los manuales, obras, normas, reglas y mandamientos de la educación y control de los hijos pero de la teoría a la práctica va un camino amplio, y lo que yo puedo poner en funcionamiento para mí y los míos no tiene nada que ver con lo que hagan los demás y ahí tenemos que marcar una frontera bien clara de respeto.
Según un Sefardí, considerará de primera importancia las acciones y el comportamiento; las creencias proceden de acciones. Esto es bastante opuesto a lo que piensan los cristianos más ortodoxos o conservadores para quienes el creer es de primordial importancia y las acciones son el resultado de esa Fe.
Pienso que para llegar al Creador hay muchos caminos, y muchos nos los pone Él mismo delante; luego ya que los veamos o no los veamos es algo muy distinto. En la tradición sefardí esáa la directiva de alcanzar Kedusha (lo sagrado), que es algo sencillo y a la vez complicado de comprender. Se basa en que la religión no se puede considerar un compartimento estanco de la vida, sino que debe penetrar en toda la existencia humana. Se alcanzaría lo sagrado y lo santo no por intervención divina, si no una categoría espiritual que se puede conquistar y potenciar en sí mismo gracias al cumplimiento de las obligaciones humanas y por medio de la práctica de la propia vida. La santidad no es un acto de gracia que desciende única y exclusivamente del cielo hasta el hombre. Cada acto de la vida, cada gesto puede entrar en el ámbito de lo sagrado, pero para ello tenemos que tener una conciencia de la relación continua entre el individuo y el Creador.
Estos principios serían válidos en realidad tanto para creyentes como no creyentes. Yo no voy a entrar a discutir si un ateo siendo bueno merece o no la salvación, o tendrá derecho o no a la salvación, es una discusión Teológica que ahora mismo no me interesa.
Ahí es donde entran los dos tipos de personas que hemos clasificado al principio de nuestro artículo. Hay personas de manual que la santidad solo la tratan de alcanzar a golpe de libro, normas, leyes y ordenanzas, y personas que ni se preocupan en alcanzar esa santidad. Sencillamente actúan tratando de hacer un bien común dentro de la sociedad, con su ejemplo (que ya es mucho y complicado hoy en día mostrar una ética y moral integra) y con sus obras, y lo mismo son personas ateas, y siempre he pensado que lo son no porque renieguen muchas de ellas del Creador, si no es que por lo que sea, éste no se ha manifestado o no han entendido su manera de manifestarse, creo que cada persona tiene su momento para todo. Y que el Creador “escribe derecho con renglones torcidos” y en el mundo hay muchos “renglones torcidos del Creador”…¿Quiénes somos nosotros para juzgar sus acciones, su forma de ser, sus normas?...ahí es donde entraría la persona analista, que lo miraría, comprendería que cada persona es un mundo y que siendo su actuación “humanista” la respetará y apoyará.
Creo que hemos venido al mundo para hacerlo un poquito mejor y hacer mejor nuestro entorno, sin muchas más complicaciones, si todos hiciéramos eso mismo, el mundo en realidad seria el paraíso. La Creación no puede ser mala, la sociedad en si no es mala; no debemos de tener apego a nada en el mundo que nos despiste de nuestra labor de transformarlo en algo mejor, pero los cristianos y los humanistas no cristianos, y cualquier personas de bien, sea cual sea su religión, cultura, creencia o sin creer en nada, está aquí para devolverle al Creador su creación tal como surgió de su mente, no debemos de tener miedo a mezclarnos con el mundo puesto que estamos en el mundo, aprovechemos lo bueno que tiene y transformemos aquello que tiene de malo. Soltemos nuestra mochila de perjuicios y pre-juicios, soltemos las rígidas normas que nos atenazan y nos paralizan, analicemos en entorno y actuemos siguiendo un mandato básico “amaras al prójimo como a ti mismo".
Que viene antes, la Fe o las obras….eso muchas veces no depende sólo de nosotros, cada ser humano tiene su momento.
Mara Herrera
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