El trabajo del Proyecto Esperanza, de las Adoratrices, con las víctimas de la trata
España recibe cada año a un promedio de 40.000 mujeres, de entre 18 y 25 años, víctimas de la explotación sexual, más que ningún otro país de Europa. Esto se debe a la la situación geográfica de la Península y a la impunidad que, hasta 2010, ha rodeado a este lucrativo negocio ilegal. Algunas están de paso hacia otros países. Otras se quedan en España, donde este negocio genera a las mafias cada día un beneficio de 5 millones de euros. Organizaciones eclesiales como el Proyecto Esperanza, de las Religiosas Adoratrices, trabajan 24 horas al día para liberar a estas jóvenes
La trata con fines de explotación sexual genera,
en España, un promedio de 5 millones de euros al día
en España, un promedio de 5 millones de euros al día
Grace es nigeriana. Alguien le ofreció en su país la oportunidad de viajar a España y trabajar. Ella aceptó, porque la posibilidad de alcanzar el sueño europeo deshacía de un plumazo los años de violencia, intolerancia y machismo cargados a la espalda. «Me proporcionaron un pasaporte para viajar a España que era falso, porque, aunque tenía mi foto, los datos eran de otra persona. También me presentaron a una mujer que fue la encargada de acompañarme en el viaje», explica la propia mujer tiempo después a las trabajadoras del Proyecto Esperanza, de las Religiosas Adoratrices. «Me trasladaron, junto con otras chicas, a un hotel de la capital de mi país, donde no nos dejaban salir a la calle. Allí me sometieron a un ritual de vudú, en el que me dijeron que, si intentaba escapar, moriría», relata Grace. Tres días después, acompañada de una mujer que se hacía pasar por su madre, la nigeriana cogió un avión a París, y de allí, la trajeron en tren hasta Barcelona, y luego a Madrid.
Según la Red Española contra la Trata de Personas, entre 40.000 y 50.000 mujeres como Grace entran, cada año, en nuestro país. Unas sólo de paso, y otras para quedarse, como ha afirmado recientemente Naciones Unidas, que ha identificado a España como país de tránsito y de destino para mujeres víctimas de la trata con fines de explotación sexual. El perfil más habitual de las mujeres que se quedan, tal y como afirma Marta González, coordinadora del Proyecto Esperanza, «es el de mujeres subsaharianas, siendo de Nigeria el grupo más numeroso, y de Europa del Este. Todas están en situación irregular y son víctimas de explotación sexual, una vertiente de la trata, que también puede darse en casos de explotación laboral o en la mendicidad».
¿Por qué España?
La creciente demanda, que genera -según un informe de la Oficina del Defensor del Pueblo- más de cinco millones de euros al día, no es el único motivo por el que España es uno de los países europeos con el índice más alto de explotación sexual. También lo es «por ser el país de entrada a Europa desde África, y por su impunidad: hasta diciembre de 2010 no se ha tipificado correctamente el delito en el Código Penal. Durante años, a pesar de los esfuerzos de la policía y otras entidades, en España era muy fácil que un caso de trata quedase impune», asegura Marta González. Aunque cabe destacar que, desde 2008, se han hecho avances importantes, como el Primer Plan Nacional de Lucha contra la Trata, que duró hasta 2012, o el cambio en la Ley de Extranjería, que introdujo medidas de protección específicas para víctimas de trata.
El Proyecto Esperanza
Aun así, todavía hay mucho por hacer. «Desde la Red Española contra la Trata hemos propuesto elaborar una ley integral, porque todavía no existe claridad respecto a cómo abordar el problema, ni hay mínimos garantizados en todo el territorio nacional», asegura Marta. Otra de las grandes aspiraciones es que se permita reagrupar a los familiares en riesgo en su país de origen, principal mecanismo de coacción por parte de las mafias.
El Proyecto Esperanza trabaja con un equipo que da respuestas 24 horas al día. En el teléfono 607 542 515, cualquier persona o institución, alertada ante la mínima sospecha, puede llamar a esta organización, que se pone en contacto directo con la persona, valora con ella su situación: «Nos piden un lugar seguro donde alojarse, e información sobre sus derechos, ya que la mayoría permanecen aisladas. Además de una plaza en nuestras casas de acogida, les proporcionamos atención jurídica, psicológica y médica», explica la coordinadora. Cada año, el promedio de atenciones por la institución de las Religiosas Adoratrices en Madrid es de 90 mujeres.
Cristina Sánchez Aguilar
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