Padre Carlos Padilla
Hay una famosa palabra que nos crea muchos problemas: perfectos. Nosotros quisiéramos ser santos de la imperfección. La verdad es que todos los santos fueron imperfectos. Sin embargo, en el fondo del alma, todos quisiéramos ser perfectos, hacerlo todo bien, obtener las mejores calificaciones, lograr tener mil amigos, ayudar a todos los posibles.
Quisiéramos amar de forma perfecta, sin lagunas, sin errores. Brillar sin nubes que enturbien la vida y la llenen de barro. Agua cristalina, aire puro.Pero no podemos. Y nos rebelamos contra esa incapacidad del alma de hacerlo todo bien. Entonces, ¿por qué nos pide Dios ser perfectos?
La invitación es al amor, a un amor perfecto. La misericordia es lo único que podemos imitar de Dios. No podemos ser perfectos como Él, porque somos limitados, creaturas, creados, con ciertas debilidades y muchos defectos.
Nuestra limitación humana nos hace rebelarnos contra Dios. Porque quisiéramos ser como Él, perfectos, omnipresentes, omniscientes, sabios. Decía el Padre José Kentenich: «Muy a menudo, lo que impide la acción de la gracia divina en nuestra vida no son tanto nuestros pecados o errores como esa falta de aceptación de nuestra debilidad, todos esos rechazos más o menos conscientes de lo que somos o de nuestra situación concreta»[1].
Por eso sabemos que aceptar nuestra debilidad y nuestras manchas es nuestro camino más perfecto. Es el que Dios quiere. Porque en nuestra debilidad está la puerta de entrada por la que Dios se desliza en el alma.Aceptar que no podemos controlarlo todo en nuestra vida, que no podemos amar con nuestras fuerzas con un amor sin medida. Comprobamos nuestras torpezas y no nos alegramos en nuestros fracasos.
Pero el Señor nos quiere tal y como somos. Y quiere que aprendamos a amar más, con toda el alma, sin miedo, sin agobios.
Quisiéramos amar de forma perfecta, sin lagunas, sin errores. Brillar sin nubes que enturbien la vida y la llenen de barro. Agua cristalina, aire puro.Pero no podemos. Y nos rebelamos contra esa incapacidad del alma de hacerlo todo bien. Entonces, ¿por qué nos pide Dios ser perfectos?
La invitación es al amor, a un amor perfecto. La misericordia es lo único que podemos imitar de Dios. No podemos ser perfectos como Él, porque somos limitados, creaturas, creados, con ciertas debilidades y muchos defectos.
Nuestra limitación humana nos hace rebelarnos contra Dios. Porque quisiéramos ser como Él, perfectos, omnipresentes, omniscientes, sabios. Decía el Padre José Kentenich: «Muy a menudo, lo que impide la acción de la gracia divina en nuestra vida no son tanto nuestros pecados o errores como esa falta de aceptación de nuestra debilidad, todos esos rechazos más o menos conscientes de lo que somos o de nuestra situación concreta»[1].
Por eso sabemos que aceptar nuestra debilidad y nuestras manchas es nuestro camino más perfecto. Es el que Dios quiere. Porque en nuestra debilidad está la puerta de entrada por la que Dios se desliza en el alma.Aceptar que no podemos controlarlo todo en nuestra vida, que no podemos amar con nuestras fuerzas con un amor sin medida. Comprobamos nuestras torpezas y no nos alegramos en nuestros fracasos.
Pero el Señor nos quiere tal y como somos. Y quiere que aprendamos a amar más, con toda el alma, sin miedo, sin agobios.
[1] Jacques Philippe, La libertad interior
Habiendo leído el escrito del Padre Carlos Padilla, hay algunos puntos, que no lo veo muy claro, me refiero
ResponderEliminar"santos imperfectos", y lo otro:
"el Señor nos quiere tal y como somos"
"Santos de la imperfección", creo que esto no entra en el plan de Dios, pues si meditamos la Palabra de Dios.
En el 2004 comencé a escribir sobre los errores, "Dios te ama tal como eres", que con el tiempo he estado ampliándolo hasta llegar por el momento más de 20 páginas.
Esa es la costumbre, tratar de convencer: "Dios te ama tal como eres"; "Dios nos ama tal como somos", y hasta ahora no he encontrado referencias doctrinales, tan solo el pensamiento humano, que según el caso, puede ser muy peligroso. Debemos evitar los engaños del demonio, nuestros pensamientos han de ser guiados por la Verdad, no por nuestra "verdad", sino por la Palabra de Dios, profundizando también las enseñanzas del Papa. Pues actualmente el Papa Francisco va insistiendo que debemos tener como vida el Evangelio de Cristo, es decir, que debemos renunciar a todas las cosas ajenas a los intereses de Cristo Jesús.
Dice Jesús: Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial. (Mt. 5. 48)
Porque la imperfección es esto:
• Conozco tu conducta: no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Ahora bien, puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, voy a vomitarte de mi boca. Tú dices: «Soy rico; me he enriquecido; nada me falta». Y no te das cuenta de que eres un desgraciado, digno de compasión, pobre, ciego y desnudo. (Apocalipsis 3, 15-17).
Es terrible el quedarse indiferente ante nuestra imperfección.
El no preocuparse por las propias imperfecciones, es dejarlo pasar "no pasa nada"; "no es tan grave ser imperfectos", es claro que todos somos imperfectos, pero nuestro futuro es la santidad, y para eso debemos vencernos a nosotros mismos.
Las demasiadas imperfecciones personales, no nos pueden ayudar a la salud espiritual. Nuestra perfección debe ser como la de Dios nuestro Padre, es lo que nos enseña Jesucristo, que ya hemos leído arriba.
• «Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.» (Jn 15,14. )
Otro de los errores que suele pronunciarse, y me parece que es como una tentación del demonio: Dios "nos quiere 'nos ama' 'tal y como somos", ahora bien, cuando recurro a la Santa Biblia, cuán distinto es la realidad.
¿Dónde dejamos por ejemplo? «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. (Mt 16, 24). San Juan de la Cruz, nos enseña, que para seguir a Jesús, debemos renunciar a nuestra condición
«Si me amáis guardareis mis mandamientos.» [Jn 14, 15]. «Quien recibe mis mandamientos y los guarda ése es el que me ama...» [Jn 15, 10]. 13 «Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos.
»Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.
» No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca; de modo que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda. » (Jn 15, 13-16).
Notemos que Jesucristo dice:
ResponderEliminar«Quien recibe mis mandamientos y los guarda ése es el que me ama...», efectivamente, esa es la realidad. Y guardar los Santos Mandamientos... dice San Juan de la Cruz, Doctor de la Iglesia: «Al final de la vida solo te examinarán del amor. Aprende a amar como Dios quiere ser amado, deja tu condición » (Obras completas: Dichos de luz y amor, 59. página 48. BAC. 1982).
« deja tu condición », hemos de renunciar a nuestra condición de hombre viejo, a fin de que el Amor de Dios, no tenga dificultad en venir a nosotros. Amar a Dios como Él quiere ser amado,
Es imposible amar a Dios en nuestra propia medida, eso no sería amor, pero buscando la medida de Cristo, y el Espíritu Santo, ya nos irá perfeccionando.
Cuando en la conversión de Saulo, dejó de ser lo que era, para ser el Apóstol Pablo.
«En efecto, yo por la ley he muerto a la ley, a fin de vivir para Dios: con Cristo estoy crucificado: y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí; la vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí.» (Gálatas, 2, 19-20)
La verdadera vida en Cristo Jesús nos hace un cambio radical en nuestras vidas.
San Pablo se decía: antes era un perseguidor y un blasfemo (1Tm 1, 12-14), pero a partir de su encuentro con Cristo, dejó de ser lo que era para que la vida de Cristo se manifestase por medio de él.
Enseña el Santo Padre Benedicto XVI: «Para San Pablo, como sabemos, esta razón es Jesucristo, de quien escribe: «El amor de Cristo nos apremia al pensar que (…) murió por todos, para que ya no vivan para sí los que viven, sino para aquel que murió y resucitó por ellos» (2Cor 5, 14-15), por nosotros, por todos. » (Benedicto XVI, catequesis sobre San Pablo, 25 de octubre de 2006. Enseñanzas del Papa, página 664. Edibesa)
En otra ocasión dijo Benedicto XVI, nuestro querido Papa Emérito:
• «…Queremos concluir nuestra reflexión recordando el objetivo hacia el que debe orientarse nuestra vida: encontrar a Jesús, como lo encontró Felipe, tratando de ver en Él a Dios mismo, al Padre celestial. Si no actuamos así, nos encontraremos sólo a nosotros mismos, como en un espejo, y cada vez estaremos más solos. En cambio, Felipe nos enseña a dejarnos conquistar por Jesús, a estar con Él y a invitar también a otros a compartir esta compañía indispensable; y, viendo, encontrando a Dios, a encontrar la verdadera vida- (Audiencia General, Miércoles 6 de septiembre de 2006. Enseñanzas del Santo Padre Benedicto XVI, Tomo II, 2006 Sobre San Felipe Apóstol, p. 392. Edibesa)
Cuando nosotros nos entregamos a Cristo dejamos nuestra antigua condición, y renovarnos en la imagen del Hombre Nuevo que es Cristo Jesús.