martes, 25 de febrero de 2014

* A FLORENCIO COLLANTES PÉREZ: TITO COLLANTES PARA TODOS.


En la madrugada del lunes 24 de febrero se abrieron las Puertas de Cielo para recibir a un hombre bueno, mejor cristiano, que abandonaba su morada terrenal para irse definitivamente a la Casa del Padre. 

Sí, se nos ha ido D. Florencio Collantes Pérez, Tito Collantes para todos los que lo querían que en verdad son legión. 

Serían poco más de siete de la mañana cuando recibí un mensaje en el móvil de mi querido Hermano Mayor de la Hermandad Sacramental de Misericordia, Manolo Lobato, en la que se me informaba del triste fallecimiento del que fuera fundador, Hermano de Honor y antiguo Hermano Mayor de la pastoreña cofradía del Jueves Santo isleño. Miraba sin ver, leía sin querer leer que se nos había ido para siempre Tito Collantes. 

Fue un hombre modelo en todos los sentidos: Servicial, humano, entregado, sencillo, de la misma humildad que tanto nos exhorta Nuestro Señor Jesucristo, magnífico confidente y mejor consejero, buen hijo, gran marido, mejor padre y abuelo. Hermano de sus hermanos y en eso nos regocijaba porque lo éramos, ciertamente, en un mismo Dios, en un mismo Apostolado, en una misma Hermandad. 

Fue un cristiano verdaderamente enamorado de Cristo, de la grandeza absoluta del Amor de Jesús de Nazaret, de la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, del Mesías que tenía que venir para salvarnos a todos de la perdición. Sí, así amaba Tito a Cristo Jesús. 

Él lo veía en la Vía Dolorosa que lleva directamente al Calvario caminando con la cruz hasta no poder más, ofreciendo y dando misericordia hacia todos sus hijos e incluso hacia los que lo odiaban a muerte. Su rostro magullado de lacerantes heridas quedó para siempre cuando la Verónica le enjugó su bendita cara con el velo la sangre de la Pasión, del martirio y el sufrimiento. Detrás, si apartarse un ápice, María la Madre Dolorosa que veía a Su Hijo morir a borbotones a cada paso que daba con la cruz clavada en sus hombros. El Amor de María que se transformaba en Piedad hacia todos los que los rodeaban en la tortuosa calle de la Amargura. 

Piedad y Misericordia, Misericordia y Piedad unidos, cual cordón umbilical, a Jesús y María fueron las advocaciones a las que dedicó toda su vida, toda su fructífera existencia mi querido hermano en la fe D. Florencio Collantes Pérez. 

Tito Collantes fue el cofrade de la excelencia. Trabajador incansable de la mies del Señor dentro del Apostolado y el carisma que compartimos como un servicio importante dentro la Santa Madre Iglesia con la que se volcaba siempre y en todo momento. 

Ha sido el buen padre de todos los hermanos de la Hermandad de la Misericordia. Sus consejos, sus ánimos, su apoyo incondicional, sus meditadas explicaciones y sus silencios sentaban cátedra en esta querida Corporación Nazarena aunque con años se extrapoló a todas y cada una de las Hermandades y Cofradías isleñas cuando ejerció máximos cargos de responsabilidad en el Consejo Local de HH.CC. de San Fernando con el mandato de D. Manuel Muñoz Jordán. Era el fiel, prudente, humilde y servicial consejero que siempre tenía la palabra acertada en el momento adecuado. 

Ejerció su labor profesional en la antigua Fábrica del Agua hasta que se jubiló y en el Ayuntamiento de San Fernando es muy recordado, incluso venerado, por los antiguos empleados de la Casa Consistorial. 

También destacaría su buen hacer como marido y padre de familia. Tanto Mercedes, su mujer, como él supieron de la importancia de imprimir los valores más profundos tantos espirituales como eclesiales a sus dos hijos; Mercedes y Juan Carlos. ¡Y lo consiguieron! Porque Juan Carlos ha seguido la estirpe familiar y es un cofrade comprometido dentro de nuestra querida Hermandad de la Misericordia así como miembro del Consejo de HH.CC. y Mercedes tiene inculcados unos valores de extraordinaria mujer de Iglesia, fiel servidora de la Palabra y el Evangelio así como una destacada luchadora por el Derecho a Vivir de los que le están cortando la posibilidad que tienen hasta de nacer. Tanto Mercedes como Juan Carlos son dos cristianos recios que llevan a su vida personal todo cuanto nos enseñó Jesucristo, todo cuanto les enseñó con el ejemplo de vida sus queridos padres. 

Tito Collantes amaba San Fernando, nuestra bendita Isla de León, por todos sus costados y vertientes. Recuerdos, se me vienen tantos a la cabeza, de largos paseos por la calle Real, Rosario, por su barrio de la Pastora. Caminante impenitente de esta ciudad bicentenaria que huele a estero, sapina y a viento de levante. 

Dicen los pensadores que para que el hombre esté realizado tiene que haber tenido un hijo, haber plantado un árbol y haber escrito un libro. No sé si este buen amigo y hermano que desde ayer alumbra el Cielo ha plantado un árbol, lo demás lo ha hecho, y puedo decir que es un hombre que se ha realizado a base de vivir con desmesura su Fe en Dios porque ha vivido la vida que el Señor ha querido para él y lo ha hecho de forma meritoria, sencilla a la vez que extraordinaria. 

Desde ayer lunes en la Isla se ha sentido el luto, el dolor, la inmensa tristeza por la marcha de un buen cañaílla, de un buen hombre, de un maravilloso ser humano, de un caballero de los pies a la cabeza y hoy todo ese dolor, toda esa emoción que apenas se podía contener se ha hecho visible e incluso palpable en la Misa Funeral de cuerpo presente que se ha ofrecido por su alma. El féretro cubierto con la bandera de su Hermandad y siendo portado por los antiguos Hermanos Mayores y hermanos antiguos solo roto por los sones de tu marcha que  nos rompía el alma el escucharla en esta ocasión. Su despedida de sus Amados Titulares, Jesús de la Misericordia y la María Santísima de la Piedad, de luto riguroso, encogía el corazón y las lágrimas se escapaban sin remedio. La Iglesia de la Pastora se quedó pequeña para despedir a un ser tan grande en corazón y en humanidad. Eucaristía concelebrada por el Padre Luis, el Padre Jesús, el Padre Pedro y el Padre Ignacio venido desde Ceuta para acompañar en estos tristes momentos a una familia tan querida por él. 

Quiero transmitir mi hondo pesar a su querida mujer, Mercedes, a sus hijos; Mercedes y Juan Carlos y demás familia porque han perdido a un ser insustituible, un  marido, un padre, un abuelo, un hombre tocado por la Mano de Dios que hizo de su vida una constante evangelización con hechos, gestos y palabras. 

También quiero transmitir mi dolor, compartido por todos los hermanos, a la Hermandad Sacramental de Nuestro Padre Jesús de la Misericordia, María Santísima de la Piedad, Santa Mujer Verónica y Santos Cosme y Damián por la irreparable pérdida sufrida, sentimiento este que quiero transmitir a su Hermano Mayor, D. Manuel Lobato, como máximo exponente y responsable de esta venerable y venerada Cofradía isleña. 

Nunca olvidemos que Dios es Amor y el mismo se expande en los ardientes corazones que quedan prendidos por Él ante Su Divina Majestad. En este Amor lo experimentó toda su vida mi querido hermano Tito Collantes y fue el que transmitió a sus hijos, nietos, familia y demás personas que los hemos conocido, querido, respetado y sinceramente admirado, ese Amor es el que desprendía, como buen hijo de Dios, con cada mirada, cada sonrisa, cada palabra, cada gesto y cada silencio... 

Desde el callado sentimiento de tristeza que me envuelve rezo al Señor para que nuestro hermano Tito Collantes interceda allá en la Gloria por todos sus seres queridos, por nosotros y nuestra bendita ciudad de San Fernando. 

Recibid, mi querida Familia y Hermandad de la Misericordia, un fraternal abrazo y que Dios os  guíe siempre y os colme del necesario consuelo ante tanto dolor. 

Jesús Rodríguez Arias
 
 

1 comentario:

  1. Yo he conocido a varios sacerdotes tan entregado a Cristo, que cuando nos ha dejado nos ha causado tristeza por su marcha, pero no podemos entristecernos para siempre, porque nos alegramos que ya estén en la Presencia de Dios.

    Uno de los sacerdotes que a mi parecer, me había leído la conciencia en el momento para confesarme, pues había pecados que se habían olvidados, por lo que no podía confesarlo, pero al recordármelo, enseguida lo confesé, es uno de tantos ejemplos que sucede en la vida.

    Los enamorados de Jesús, sean sacerdotes o no, nos ayudan mucho a acercarnos a Cristo, con sus palabras, escritos espirituales, testimonios edificantes, nos ayudan a revisar nuestra vida por dentro. Ellos tan cercanos al Señor, y otros que buscan y trabajan por su esa unión con Cristo Jesús, Pero no son tantos como parece que hay.

    Recibir un mensaje por msn por el fallecimiento de una persona amiga. como en tu caso, tiene que ser un duro golpe.

    En mi caso, con el fallecimiento de mi madre, el médico nos había dicho: "ha muerto", derramé lágrimas, y poco después me fui a orar al Señor por el feliz eterno descanso de su alma.

    Aprendí de Santa Faustina Kowalska que rezar la Coronilla de la Divina Misericordia, por un enfermo, por un difunto, puede hacer mucho bien al alma, Y yo lo recomiendo vivamente. Es un buen paso, para que nuestra tristeza se convierta en alegría de haber hecho esa obra de caridad, por nuestros difuntos. Es un regalo para ellos y para nosotros.

    Que Dios te bendiga siempre amigo Jesús,

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