«Los casos de intolerancia y discriminación contra los cristianos no sólo no disminuyen, sino que aumentan» en Europa, denunció el representante de la Santa Sede, el Secretario del Pontificio Consejo Justicia y Paz, monseñor Mario Toso, durante la Conferencia de Alto Nivel sobre tolerancia y no discriminación, organizada por la OSCE en Tirana (Albania), los días 21 y 22 de mayo. Entre otras formas de discriminación, el obispo aludió a la restricción al derecho a la libertad expresión, sobre todo en materia de moral sexual, y a los conflictos de muchos cristianos en su trabajo, obligados a elegir entre actuar conforme a la propia conciencia o a ser despedidos
Noticia digital (29-V-2013)
«Estoy contenta de que, finalmente, el problema de la intolerancia contra los cristianos en Europa salga a la luz», decía, durante el primer día de la conferencia, la directora del Observatorio sobre Intolerancia y Discriminación contra los cristianos de la OSCE, la austríaca Gudrun Kugler, al presentar un informe en el que se denuncian 169 casos de discriminación contra los cristianos en la Unión Europea en 2012.
«Me he preguntado en qué medida se puede discriminar contra una mayoría», reconoció. Sin embargo, «no es el cristiano nominal quien sufre discriminación» habitualmente, sino «aquellos que se esfuerzan en vivir de acuerdo a las altas exigencias éticas del cristianismo». Y «estos no son mayoría. E incluso si lo fueran, la historia ha mostrado que una minoría líder puede discriminar contra una mayoría pacífica, como vimos en el llamativo ejemplo del apartheid».
La Santa Sede estuvo representada en esta Conferencia de Alto Nivel de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) por el Secretario del Pontificio Consejo Justicia y Paz, monseñor Mario Toso. La última Conferencia de Alto Nivel -recordó- se celebró hace tres años en Astana (Kazajstán), y «los Estados participantes se comprometieron, entre otras cosas, a combatir los prejuicios, la discriminación, la intolerancia y la violencia contra los cristianos y miembros de otras religiones». Pero «desgraciadamente, los casos de intolerancia y discriminación contra los cristianos no han disminuido, sino que han aumentado en varias partes de la región de la OSCE».
No sólo libertad de culto
Monseñor Toso recordó que, precisamente, «este año celebramos el año de 1700 el Edicto de Milán», por el cual «la persecución de los cristianos por fin terminó» en el Imperio romano, y se reconoció el derecho a la libertad religiosa. Diecisiete siglos después, sin embargo, en la propia Europa, se ha trazado «una línea divisoria entre la creencia religiosa y la práctica religiosa», limitando la libertad religiosa a simple libertad de culto. «A los cristianos se les recuerda con frecuencia en el discurso público (y cada vez más, incluso en los tribunales), que pueden creer lo que quieran en sus hogares o en sus cabezas, y ejercer el culto como deseen dentro de sus propias iglesias, pero no puede actuar conforme a sus creencias en público».
Según el número dos de Justicia y Paz, ésta es «una deliberada distorsión y una limitación de lo que realmente significa la libertad religiosa, y no es ésta la libertad que fue consagrada en los documentos internacionales, incluidos los de la OSCE, comenzando por el Acta Final de Helsinki de 1975».
Prohibido hablar de moral sexual
Entre las áreas en las que «la intolerancia contra los cristianos puede verse claramente», monseñor Toso mencionó, en primer lugar, «la intolerancia contra el discurso cristiano». Según dijo, «en los últimos años, se ha producido un aumento significativo de los incidentes relacionados con cristianos que han sido detenidos e incluso perseguidos por hablar sobre temas cristianos. Algunos líderes religiosos se han visto amenazados por la acción policial tras predicar acerca de la conducta pecaminosa y algunos incluso han sido condenados a prisión por predicar sobre la enseñanza bíblica en contra de la inmoralidad sexual. Incluso conversaciones privadas entre ciudadanos, también en las redes sociales, pueden llegar a ser la base de una denuncia penal».
Como segunda área de intolerancia contra los cristianos, monseñor Toso aludió a las limitaciones del derecho a la libertad de conciencia. «En toda Europa -dijo- se han registrado numerosos casos de cristianos que son despedidos del trabajo simplemente por tratar de actuar según su propia conciencia. Algunos casos son bien conocidos, ya que han llegado incluso al Tribunal Europeo de Derechos Humanos».
Tan grave como el antisemitismo o la islamofobia
Para monseñor Toso, es lamentable que, «después de siglos de lucha por la libertad de conciencia, algunos ciudadanos de países de la OSCE, en pleno siglo XXI, están siendo obligados a elegir entre abandonar su fe y actuar contra su conciencia, o resistir y enfrentarse a la pérdida de su medio de vida».
Ante estas limitaciones a la libertad religiosa, el Secretario de Justicia y Paz pidió acciones concretas a los Estados miembros de la OSCE, que «deben garantizar el fin de la intolerancia y la discriminación contra los cristianos», y su derecho «a hablar libremente sobre cuestiones que el gobierno u otras personas puedan encontrar desagradables, y a actuar conforme a sus conciencias en el trabajo y en otros lugares. La discriminación contra los cristianos -incluso cuando son mayoría- debe ser combatida como una seria amenaza para el conjunto de la sociedad, del mismo modo en que se combate, y con razón, el antisemitismo y la islamofobia».
«Particular debe prestarse también atención a los actos de vandalismo contra iglesias y cementerios cristianos», tales como graffitis, incendios y profanaciones de lugares sagrados rotura de lápidas, añadió… «Todos estos actos no son incidentes inofensivos cometidos por adolescentes irresponsables o personas con trastornos mentales, como a menudo se afirma, sino más bien el resultado de un plan premeditado y, por lo tanto, deben ser considerados como un mensaje claro de odio contra los cristianos».
Para concluir, el obispo se refirió a la «intolerancia en el nombre de la tolerancia», en aparente alusión a que la lucha contra la discriminación, a menudo, termina implicando discriminaciones contra los cristianos. «Negar los argumentos morales y religiosos en la plaza pública es intolerante y antidemocrático», dijo. «O por decirlo de otra manera, donde puede haber un conflicto de derechos, la libertad religiosa no debe ser considerada como inferior». «El derecho a creer en Dios y a practicar esa creencia es un derecho humano fundamental».
R.B
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