domingo, 23 de diciembre de 2012

EL SALTO; POR ALFONSO USSÍA.

La Razón



La izquierda francesa es patriota, como la inglesa, la alemana o la rusa. La española, no. Son muchos los izquierdistas que se sienten españoles y lo proclaman con orgullo, pero los partidos políticos inmersos en la socialdemocracia, el socialismo y el comunismo, recelan de España. Y no es un problema de ahora. Viene de lejos. Esa Puerta de Alcalá adornada con los inmensos perfiles de Stalin y Lenin durante el pudrimiento de la Segunda República dominada por el Frente Popular. El grito patriótico reglamentado no era «Viva España» ni «Viva la República». Se gritaba «Viva Rusia», lo que da a entender la empanada mental de la ciudadanía. Pero esto pertenece al pasado. Sucede que aquel pasado ha dejado un poso de resentimiento antiespañol en las formaciones de izquierdas. No se pueden entender determinadas actitudes. En tierras vascongadas, el PSE apoya a Bildu y se enfrenta al PP. En el desorden catalán, el PSC se ha alineado junto a Mas. Pere Navarro afirma que el PSC es un partido independiente del PSOE, y el lío se agiganta. ¿Qué hace entonces Carmen Chacón aspirando a la sucesión de Rubalcaba? En Galicia, el socialismo siempre se ha puesto a las órdenes de los partidos independentistas, con los que ha gobernado a gusto. En los ayuntamientos navarros –Villaba–, los socialistas aprueban homenajes a etarras. Lo que sucede hoy en Cataluña es la consecuencia de un meditado plan desarrollado durante las dos legislaturas gobernadas por el PSOE de Zapatero. Una parte del PSOE se avergüenza y se siente desolada cada vez que sus compañeros de partido cometen una fantochada. Precisamente lo que demanda el pueblo español es la unión de los dos partidos mayoritarios en lo fundamental. Y España, como nación unida, creo yo que entra de lleno en lo fundamental y lo prioritario.
Se mantiene la costumbre en los políticos de las izquierdas de evitar a toda costa pronunciar la voz «España». Se empeñan en sustituirla por «El Estado» o «este País». No aciertan a comprender que España y Estado no significan lo mismo. España es nuestra Patria y el Estado el administrador de ella. «Este País» no es nada. Es una fórmula despreciativa indirecta para evitar la palabra «España», que aún, muchos torpes mentales intentan relacionar con el franquismo, de igual modo que pretenden adiestrar a los jóvenes con la gran mentira del origen de nuestra Bandera común, que no fue un invento de Franco, sino de Carlos III, que la estableció para su Real Armada y posteriormente pasó a ser la Bandera de todos los españoles. La Primera República la respetó como tal. No así la Segunda, que tiñó la franja inferior con el morado de Castilla, propiciando el enfrentamiento. Los sindicatos y organizaciones de izquierdas aprovechan la menor ocasión para reivindicar esos colores que tienen en la Historia de España un protagonismo tan efímero como sangriento.
Nada tiene que ver la ideología de izquierdas con el concepto claro y rotundo de España. En la actual situación urge una posición diáfana al respecto en el PSOE. Y esa posición diáfana no se consigue votando a favor de Bildu o colocándose del lado de los separatistas de Convergencia y la Izquierda Republicana. No he leído respuestas contundentes por parte del Secretario General del PSOE y la Ejecutiva socialista. Y ello repercute en la pérdida de votos. Porque hay una izquierda que ama a España y se siente española. Una izquierda que ha dado ya el pequeño salto que separa al futuro del resentimiento del ayer.

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