El último fin de semana ha servido para provocar un auténtico estallido de zambombas en Jerez, donde no ha habido ningún rincón en el que no se hayan escuchado los villancicos de toda la vida.
Bien es cierto que hace ya varios años que la tradicional zambomba jerezana ha perdido el calado y la tradición que se conservaban en aquellos patios de vecinos en los que antaño se cantaban las denominadas coplas de Nochebuena y donde por encima de todo existía una norma, la participación global de todos los presentes.
Evidentemente, todo aquello ha pasado a mejor vida pues desde hace años asistimos a lo que podemos denominar simulacros de zambombas pues en muchas ocasiones ni siquiera el instrumento por excelencia de estas fechas aparece por ningún lado.
Para saborear lo que fue esta ancestral celebración tenemos que irnos a sitios muy concretos donde todavía existe gente capaz de cantar, de principio a fin, las letras de muchos villancicos, que esa es otra.
El resultado de este proceso degenerativo lo hemos comprobado este pasado fin de semana en Jerez, donde a diestro y siniestro se anunciaban zambombas. Pero, ¿qué entendemos hoy día por la palabra zambomba? Siendo fieles a la realidad, esa zambomba que se pregona ha pasado a ser, en la mayoría de los casos, un negocio en el que cualquier establecimiento la anuncia como tal y le basta poner a un grupo rumbero para cantar a toda pastilla los villancicos más populares. Es simplemente eso, no hay más.
Es en lo que se ha convertido esta fiesta, a la que se le pretende dotar del apellido de 'Patrimonio Inmaterial de la Humanidad', pero que ha perdido todo su encanto y razón de ser.
Durante viernes, sábado y domingo, aunque este último día en menor medida, Jerez ha sido un hervidero de convocatorias de zambombas, unas en la línea anteriormente mencionadas y otras, las menos pero a Dios gracia, que todavía conservan la esencia.
Este último tipo las hemos encontrados, al menos en la zona más céntrica, en la organizada por la Asociación de Vecinos Barrio de San Miguel el pasado viernes, y en dos peñas flamencas, Los Cernícalos y Antonio Chacón. En ellas se ha mantenido la seriedad que esta tradición debiera tener, mostrándose así como verdaderos embajadores de este evento tan jerezano.
La veterana peña de Los Cernícalos celebró su zambomba el pasado viernes y como siempre, su sede de la calle Sancho Vizcaíno estaba a reventar. No cabía un alfiler en el recinto desde bien temprano y como cada año, todo estaba perfectamente organizado, es decir, con una distribución circular para dejar sitio en medio al que quisiera lucirse un poquito, o bien cantando o bien bailando. Había lugar para todos.
El rosario de villancicos fue extenso, pues todas esas señoras, que anualmente toman asiento en las primeras filas, poseen un conocimiento popular amplio sabiéndose de principio a fin cada uno de los villancicos. No obstante, la copla tradicional se combinó en ocasiones con algo de fiesta, pues allí estaban Paco El Gasolina hijo, José 'El Mijita' para poner la nota cantaora, y Antonio Deco para hacer lo propio con la guitarra. Tampoco faltaron Ana María López, Carmen Herrera, algunos alumnos de éstas, y por supuesto dos clásicos de la cita anual navideña, Antonio Benítez Manosalvas y su hijo Ángel, dos auténticos fuera de serie en este tipo de terrenos. Hasta Mendoza y Esteban Vigo se dejaron entre el público, muchos de ellos foráneos y que se llevaron una buena sensación de lo que debe ser una zambomba en Jerez.
La fiesta se prolongó hasta bien entrada la madrugada, aunque en ocasiones hubiera que salir de la sala de la calor tan sofocante que se respiraba en el local.
Igual de atractiva resultó la zambomba organizada por la Peña Antonio Chacón. Lleva tiempo esta entidad un tanto apagada debido a la crisis, pero cuando llega la Navidad, de la misma manera que ocurría antaño con la antigua peña La Buena Gente de la Plaza San Lucas, se viene arriba.
En la peña de la calle Salas se vivieron momentos intensos durante la noche del sábado, momentos que representaban mejor a la zambomba clásica que los que tenían lugar justo al lado en la pseudo zambomba programada en la Plaza de Santiago, el mejor ejemplo de la situación actual de esta tradición.
En Antonio Chacón los villancicos sonaron con entusiasmo durante horas y como en Los Cernícalos, la presencia de algunos artistas sirvió para engrandecer la misma. Así, pudimos escuchar a la prodigiosa voz de la sanluqueña María Mezcle y asistir al 'show' de Luis de la Tota, que vestido de Papa Noel puso la nota de color y levantó de la silla a la cantaora Chiqui de Jerez para marcarse una pataíta.
El contrapunto lo vivimos justo a escasos metros en un acto organizado por la Hermandad de la Vera Cruz. Con un grupo rumbero a pleno pulmón y con los altavoces a todo volumen, la calle se asemejaba más a una caseta de feria que a otra cosa. Aún así, la juerga se vivía dentro y fuera del local.
Pero de todas las zambombas programadas durante el fin de semana, la más decepcionante fue la denominada II Zambomba Nochebuena en Santiago. Si el pasado año la iniciativa planificada por el Consistorio y la peña La Buena Gente y Tío José de Paula fue todo un éxito, lo del sábado fue para olvidar. De inicio se cargaron el primer mandamiento de la zambomba, la participación, y de aquel círculo en torno a una candela del año anterior se pasó a un escenario frío y alejado del público con vallas, o sea, ni zambomba ni nada que se le parezca.
La gente que se acercó a Santiago, que fue bastante, se marchó aburrida al comprobar que aquello no se parecía en lo más mínimo a lo del año anterior y acabó, afortunadamente para los bares colocados junto al escenario, tomando una copa. Daba la sensación de estar rememorando el escenario de las antiguas verbenas de las barriadas, con buen ambiente, pero eso sí, completamente alejada de su verdadera concepción. El cante y el baile fluyó a través de artistas como Mateo Soleá, Juana la del Pipa y algún que otro coro, pero todo sin el toque de una cita navideña.
Bien es cierto que hace ya varios años que la tradicional zambomba jerezana ha perdido el calado y la tradición que se conservaban en aquellos patios de vecinos en los que antaño se cantaban las denominadas coplas de Nochebuena y donde por encima de todo existía una norma, la participación global de todos los presentes.
Evidentemente, todo aquello ha pasado a mejor vida pues desde hace años asistimos a lo que podemos denominar simulacros de zambombas pues en muchas ocasiones ni siquiera el instrumento por excelencia de estas fechas aparece por ningún lado.
Para saborear lo que fue esta ancestral celebración tenemos que irnos a sitios muy concretos donde todavía existe gente capaz de cantar, de principio a fin, las letras de muchos villancicos, que esa es otra.
El resultado de este proceso degenerativo lo hemos comprobado este pasado fin de semana en Jerez, donde a diestro y siniestro se anunciaban zambombas. Pero, ¿qué entendemos hoy día por la palabra zambomba? Siendo fieles a la realidad, esa zambomba que se pregona ha pasado a ser, en la mayoría de los casos, un negocio en el que cualquier establecimiento la anuncia como tal y le basta poner a un grupo rumbero para cantar a toda pastilla los villancicos más populares. Es simplemente eso, no hay más.
Es en lo que se ha convertido esta fiesta, a la que se le pretende dotar del apellido de 'Patrimonio Inmaterial de la Humanidad', pero que ha perdido todo su encanto y razón de ser.
Durante viernes, sábado y domingo, aunque este último día en menor medida, Jerez ha sido un hervidero de convocatorias de zambombas, unas en la línea anteriormente mencionadas y otras, las menos pero a Dios gracia, que todavía conservan la esencia.
Este último tipo las hemos encontrados, al menos en la zona más céntrica, en la organizada por la Asociación de Vecinos Barrio de San Miguel el pasado viernes, y en dos peñas flamencas, Los Cernícalos y Antonio Chacón. En ellas se ha mantenido la seriedad que esta tradición debiera tener, mostrándose así como verdaderos embajadores de este evento tan jerezano.
La veterana peña de Los Cernícalos celebró su zambomba el pasado viernes y como siempre, su sede de la calle Sancho Vizcaíno estaba a reventar. No cabía un alfiler en el recinto desde bien temprano y como cada año, todo estaba perfectamente organizado, es decir, con una distribución circular para dejar sitio en medio al que quisiera lucirse un poquito, o bien cantando o bien bailando. Había lugar para todos.
El rosario de villancicos fue extenso, pues todas esas señoras, que anualmente toman asiento en las primeras filas, poseen un conocimiento popular amplio sabiéndose de principio a fin cada uno de los villancicos. No obstante, la copla tradicional se combinó en ocasiones con algo de fiesta, pues allí estaban Paco El Gasolina hijo, José 'El Mijita' para poner la nota cantaora, y Antonio Deco para hacer lo propio con la guitarra. Tampoco faltaron Ana María López, Carmen Herrera, algunos alumnos de éstas, y por supuesto dos clásicos de la cita anual navideña, Antonio Benítez Manosalvas y su hijo Ángel, dos auténticos fuera de serie en este tipo de terrenos. Hasta Mendoza y Esteban Vigo se dejaron entre el público, muchos de ellos foráneos y que se llevaron una buena sensación de lo que debe ser una zambomba en Jerez.
La fiesta se prolongó hasta bien entrada la madrugada, aunque en ocasiones hubiera que salir de la sala de la calor tan sofocante que se respiraba en el local.
Igual de atractiva resultó la zambomba organizada por la Peña Antonio Chacón. Lleva tiempo esta entidad un tanto apagada debido a la crisis, pero cuando llega la Navidad, de la misma manera que ocurría antaño con la antigua peña La Buena Gente de la Plaza San Lucas, se viene arriba.
En la peña de la calle Salas se vivieron momentos intensos durante la noche del sábado, momentos que representaban mejor a la zambomba clásica que los que tenían lugar justo al lado en la pseudo zambomba programada en la Plaza de Santiago, el mejor ejemplo de la situación actual de esta tradición.
En Antonio Chacón los villancicos sonaron con entusiasmo durante horas y como en Los Cernícalos, la presencia de algunos artistas sirvió para engrandecer la misma. Así, pudimos escuchar a la prodigiosa voz de la sanluqueña María Mezcle y asistir al 'show' de Luis de la Tota, que vestido de Papa Noel puso la nota de color y levantó de la silla a la cantaora Chiqui de Jerez para marcarse una pataíta.
El contrapunto lo vivimos justo a escasos metros en un acto organizado por la Hermandad de la Vera Cruz. Con un grupo rumbero a pleno pulmón y con los altavoces a todo volumen, la calle se asemejaba más a una caseta de feria que a otra cosa. Aún así, la juerga se vivía dentro y fuera del local.
Pero de todas las zambombas programadas durante el fin de semana, la más decepcionante fue la denominada II Zambomba Nochebuena en Santiago. Si el pasado año la iniciativa planificada por el Consistorio y la peña La Buena Gente y Tío José de Paula fue todo un éxito, lo del sábado fue para olvidar. De inicio se cargaron el primer mandamiento de la zambomba, la participación, y de aquel círculo en torno a una candela del año anterior se pasó a un escenario frío y alejado del público con vallas, o sea, ni zambomba ni nada que se le parezca.
La gente que se acercó a Santiago, que fue bastante, se marchó aburrida al comprobar que aquello no se parecía en lo más mínimo a lo del año anterior y acabó, afortunadamente para los bares colocados junto al escenario, tomando una copa. Daba la sensación de estar rememorando el escenario de las antiguas verbenas de las barriadas, con buen ambiente, pero eso sí, completamente alejada de su verdadera concepción. El cante y el baile fluyó a través de artistas como Mateo Soleá, Juana la del Pipa y algún que otro coro, pero todo sin el toque de una cita navideña.
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