Inmersos como estamos en nuestras preocupaciones diarias, en esa espiral de acciones y movimientos que nos llevan de acá para allá a toda prisa, sin tiempo para tomar aire y darnos cuenta de nuestra propia existencia, puede asaltarnos un cierto temor, un cierto vacío que nos deja como descentrados, desorientados y asustados.
En esos momentos, es bueno cerrar los ojos, respirar hondo y, dejando a un lado las preocupaciones diarias, reflexionar con calma sobre nosotros. Ese breve retiro "espiritual" nos ayudará a centrarnos, a volver a situar lo verdaderamente importante en el centro de nuestra existencia y apartarnos de todas las preocupaciones superfluas.
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