Desde que el Ejército Libre de Siria (ELS) comenzó su campaña para liberar Alepo hace tres meses, la vida en los barrios cristianos de esta ciudad milenaria se ha vuelto imposible. La mayoría de los dueños de las fábricas de Sheij Nayar, el cinturón industrial de Alepo, son cristianos. Desde que los rebeldes entraron en esta zona industrial de 2.000 factorías, los empresarios están obligados a pagar una especie de impuesto revolucionario a cambio de protección.
«Un día llegó a la fábrica un grupo de 15 rebeldes armados y le pidieron al capataz usar las naves para colocar baterías antiaéreas. El capataz llamó a mi padre para que viniera. Tras discutir con ellos, mi padre se negó porque esto supondría que el régimen nos iba a bombardear la fábrica», indica Rio, cristiano de 23 años, sin dar su apellido por razones de seguridad. Desde hace un mes vive en Beirut. Se marchó de Alepo para no tener que presentarse cuando lo llamaron a filas. Al final, el padre de Rio tuvo que pagar al ELS 50.000 dólares, aunque al principio le pidieron 200.000 para proteger la fábrica. Pero ésta no fue la única vez que tuvo que desembolsar miles de dólares a los rebeldes, ya que al mes siguiente llegaron otros cinco hombres armados y le volvieron a exigir otros 15.000 dólares más.
«Mi padre les dijo que ya había pagado la vez anterior y ellos le amenazaron con un arma si no les pagaba», denuncia este cristiano de Alepo, antes de agregar que «no hay revolución. Son simplemente bandas criminales». Rio vive en el barrio de Al Azizia que, y como el resto de los barrios cristianos de Alepo, sigue bajo el control de las fuerzas del régimen. No obstante, los rebeldes han instalado puestos de control en los alrededores y en ocasiones ha habido algún que otro altercado. «Una vez estaba conduciendo y me pararon unos rebeldes. Uno de ellos se dirigió a mí en lengua extranjera –creo que hablaba farsi– y vestía con "salwar Kameez" (vestimenta típica de Afganistán y Pakistán). El tipo no sabía leer árabe y tiró mi identificación al suelo. Me obligaron a bajar del coche y lo robaron», denuncia Rio. Hace un año, Alepo era una ciudad tranquila, pero desde que llegaron los combatientes de «Liwa al Tauhid» (principal milicia salafista en Alepo) a principios de agosto, la ciudad «se está islamizando», asegura este cristiano. Según Rio, en los barrios de Harare, Al Shaar y Saif al Daula (bajo el control del ELS) se están implantando las normas islámicas. «Quieren hacer de Alepo un Estado islámico. En las mezquitas los "sheij" (clérigos musulmanes) han prohibido a las mujeres conducir y les obligan a llevar el "hijab" (pañuelo musulmán). Y ahora dicen que van a crear una Policía moral al estilo de Arabia Saudí», advierte Rio.
«Los cristianos somos gente de paz y no queremos tomar las armas», puntualiza, antes de agregar que si la situación continúa así, «no sabemos qué va a pasar con nosotros». En su barrio, Al Azizia, se ha creado una especia de Policía vecinal y han colocado retenes en las entradas y salidas. En total son 40 voluntarios a los que el régimen les ha dado un arma y se dedican a patrullar o a inspeccionar los vehículos en los puestos de control.
Rio cuenta que hubo un atentado con una ambulancia bomba en un suburbio cristiano de Sirian al Jadida que mató a varios soldados del régimen en un puesto de control. A pesar de que no se declara partidario del régimen, Rio considera que el ELS está formado por «combatientes islamistas pagados por Arabia Saudí y Qatar». «Prestar servicio en el Ejército es una obligación para todos los sirios varones, pero luchar con el ELS es una elección. Muchos han decidido unirse a los rebeldes porque no hay trabajo en Siria», puntualiza Rio.
Indefensión
«En Alepo vivimos medio millón cristianos y nadie nos ayuda», denuncia Rio, en referencia a los países europeos católicos que no están prestando ayuda humanitaria a los cristianos sirios. «Necesitamos medicinas, necesitamos comida. Nosotros no queremos marcharnos de Alepo, pero no tenemos a dónde ir».
Prácticamente toda la provincia está bajo el control del ELS y tampoco están seguros de si se van a los campamentos de refugiados del sur de Turquía, porque «están llenos de radicales salafistas», lamenta. Rio denuncia que hace diez días secuestraron a su amigo Antonie. «Venía en autobús desde Seraqib (Idlib) a Alepo. Su padre recibió una llamada de teléfono de unos desconocidos que le dijeron que tenían a su hijo. No hemos vuelto a saber nada más de él desde entonces». Este cristiano de Alepo asegura que hay bandas criminales que están secuestrando a « los cristianos y piden rescates de entre 20.000 y 100.000 dólares».
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