lunes, 18 de marzo de 2024

* EL NIÑO DE LA CALLE COMEDIAS

 

Indefectiblemente en esa Isla de siempre que siempre tengo en la memoria y también en el corazón. 

Hoy os hablo del niño de la calle Comedias al cual seguro conocéis.

Yo además de conocerlo, lo quiero y admiro.

Va por ti.

Jesús Rodríguez Arias



EL NIÑO DE LA CALLE COMEDIAS

Cercano ya a los setenta abriles sabe que el guion de la vida no lo escribe uno, sino que eso es cosa de Dios. Esta no ha sido fácil pues desde chiquitito tuvo que bregar con estrecheces que hizo que tuviera que trabajar desde temprana edad. Su madre, su abuelo, su padre y después sus hermanos lo eran todo.

Como buen niño de la calle Comedias sabía lo que era vivir las entretelas de sus callejuelas donde todos en sí eran una gran familia, todos se conocían, todos estaban para todo. De siempre en La Isla de nuestra infancia existió una gran rivalidad con los niños del Carmen. Barrios limítrofes donde en sus respectivas fronteras alguna vez que otra había verdaderas batallas campales y más de un chino pelúo pasó ronzándole la testuz

Ingresó pronto en la Armada, allí desarrolló su vida entre un destino y otro, entre una ciudad y otra. Siempre fue de la confianza de sus superiores y querido por los que fueron sus subordinados. Eso se demuestra hoy en el cercano y respetuoso trato que le dispensan en la Marina.

Se echó novia joven y se casó con la mujer de su vida, junto a ella creó una familia y en la dorada existencia que hoy en día vive disfruta con sus nietos, nueras e incluso con un hijo del alma.

A él con mil batallas a las espaldas, algunas ganadas, otras perdidas, pienso que le falló el corazón de tanto usarlo y una dolencia coronaria hizo que tuviera que retirarse de uno de sus quereres en esta vida: La Armada Española. Pero que no se enfundara el noble uniforme no quería decir que se apartara de la vida porque en verdad fue todo lo contrario ya que se entregó aún más.

Echa un cable en todo cuanto le piden, es un indispensable colaborador de su parroquia, hombre de Fe, creyente, que sabe que la vida se entiende mejor cuando es el Señor quién guía sus pasos. Sabe, porque lo siente todos los días en su buen corazón, que no hay nada como dejarse llevar de la Mano de María Santísima por siempre Esperanza nuestra.

Su vocación de servicio hizo que en su día ingresara en política como militante activo ya que este querido amigo, buen hermano, es un liberal de los de la Constitución promulgada en Cádiz en 1812 y cuyas cortes se constituyeron en nuestra gloriosa Isla de León allá por el 24 de septiembre de 1810. Día este muy significativo para él por el carácter estrictamente personal que conlleva.

No hay que olvidar que estamos ya en la Semana de Pasión, en los días anteriores a vivir una nueva Semana Santa.

Cofrade de los de antes, de los de siempre, esos que han escrito con letras de oro lo que es la vida de las HH.CC de esta bendita tierra. Como Caridad que cada Martes Santo recorre parte de las calles de su niñez y sube Comedias que da nombre al barrió donde naciera. Y Esperanza Franciscana del Silencio que procesiona cada Jueves Santo por las calles de San Fernando cuando la noche se hace madrugada ofreciendo una señorial estampa de la Madre sufriente y dolorosa que presencia a los pies de la Cruz como su Hijo muere tras agónica Expiración.

Hombre querido, respetado y admirado por igual por ser como es, por sus ideas claras, por ser diáfano y decir las cosas a la cara y no a la espalda. Hombre de Honor en el que se puede confiar.

Hace unos meses que ha trasladado su residencia a la ilustre ciudad de Jerez de la Frontera, la cual los ha recibido con los brazos abiertos. Ya en el discurrir de estos ha encontrado algunos lugares donde se halla feliz como es la Hermandad de la Redención Salesiana o la Fundación Cultura Taurina que preside el buen amigo Rafael Valenzuela.

Un cañaílla errante que tiene a San Fernando en su corazón y pensamiento en todo momento.

En este Lunes de Pasión quería escribir de alguien que me tocara el corazón y eso he hecho.

Hoy estará entre La Isla y Jerez, la vida continúa…

Jesús Rodríguez Arias

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