Cuando vayas a juzgar a alguien, piénsate dos veces todo lo que dices.
Tus palabras deberán ser siempre de colaboración y no crítica, deberán ir acompañadas de consideración y de ayuda.
La crítica hiere a quien la recibe y, a fuerza de repetirse, acaba por marginar a quien la emite.
Si ves en tu entorno algo erróneo y debes intervenir, hazlo con prudencia, hablando con mesura, con educación y con amor, y corrige siempre con el ejemplo y desde el respeto.
Te lo agradecerán.
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