¡Cómo corre la vida! ¡Cómo corremos nosotros! La vida pasa y no nos damos cuenta, se nos va escapando de las manos como si fuera un chorro de agua, muchas veces limpia y cristalína y otras putrefacta, y ante eso no podemos hacer nada.
Es lo que tiene la vida, que pasa tan rápida...
Y a tanta velocidad, con tantas obligaciones, compromisos, tantas cosas que hacer que producen tanto estrés, cuando todo se nos viene encima, como las olas cuando rompen en la orilla, vemos que nuestra vida, en muchos casos, no conduce a nada que todo nos produce un vértigo de ir tan deprisa, tan veloz que arrollamos cuanto está por medio.
Nos pasa eso y cuando nos ponemos a pensar cansados y exhaustos del camino recorrido a toda prisa vemos que nos estamos olvidando de lo más importante, de tener nuestro depósito de gasolina lleno, de que nuestra espiritualidad, motor para nuestras vidas, sea una auténtica realidad.
Seguro que estamos muy ocupados y, a pesar de eso, en bastante ocasiones quedamos para tomar un café con amigos, con compañeros de trabajo, con la familia, pero nunca tenemos tiempo para tomar un café con Dios. Nos hace falta, como el comer y el beber, tomar café con Dios, hablarle, escucharle, vivirlo y sentirlo, poner nuestras vidas en Sus Santas Manos para que nos lleve por el buen camino, para que nos llene el depósito de esa gasolina milagrosa que solo Él puede darnos. ¡Es tan fácil quedar con Dios! Y que difícil para nosotros es hacerlo. Ponemos mil y una excusas, siempre estamos ocupados, tenemos tan poco tiempo para todo que nos olvidamos de lo más importante, nos olvidamos de Dios, que es olvidarnos de nuestras propias vidas.
En un mundo donde la tristeza y la agónica apatía no envuelve, donde las desesperanza y el pesimismo están a la orden del día, cuando nos rodean las lágrimas, los malos momentos, la falta de energía, el poco apego a todo y a todos, nos hace verdaderamente falta el sentir el Abrazo Cálido de Dios, sentir su calor que nos da fuerza y nos transporta a horizontes de ilusión, de alegría, de fe inusitada que nos hace hombres y mujeres libres en la Verdad.
Nosotros, que somos libres, elegimos: O la tristeza y verlo todo "gris" o la alegría, la esperanza y el amor. Todo esto último por solo tomar un café con Dios. ¡Vale la pena quedar y disfrutar con Él! ¡Cuesta tan poco ser felices!
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